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Cargando...He visto revitalizarse diálogos empresariales después de la intervención valiente y perspicaz de un dirigente sindical, que ha puesto el punto sobre las íes en temas en los que otros han guardado silencio.
El oficio de periodista me ha llevado a lugares donde los resultados productivos y su dinámica laboral ofrecen pistas de que al lado de la administración guapea con igual fortaleza la dirección sindical… y así ha sido. También, lastimosamente, he observado varios ejemplos contrarios.
No es casualidad entonces que la aplicación de la Política de Cuadros sea un tema casi permanente en innumerables encuentros de la Central de Trabajadores de Cuba a diferentes niveles.
En tiempos actuales, cuando el desánimo gana espacio ante una cotidianidad compleja, un dirigente sindical con liderazgo, preparado en su tarea, actualizado, con una visión innovadora y una formación integral puede ser un parteaguas entre el fracaso y el triunfo de un colectivo.
Ahora bien, si importante es que quienes ocupan los cargos estén capacitados, vital también se vuelve identificar y preparar bien las reservas que le darán continuidad al trabajo. Las carreras de relevos requieren del esfuerzo de todo un equipo. Tomar el batón no es cosa que deba hacerse a la ligera.
Al movimiento sindical cubano, que debe tener voz y voto en los consejos de dirección, le hace falta que esa y otras muchas conquistas se fortalezcan con el incremento sustancial de líderes que conozcan las regulaciones del marco laboral, estén al tanto de las leyes y cuenten con sentido de pertenencia para elevar reclamos y poner en marcha soluciones con sentido común.
Conocer sobre comunicación política, estar empapado del contexto socioeconómico inmediato en el que opera su centro, ser empático con la masa laboral a la que representa, sentir sus problemas como propios, y apostar por la unión del colectivo son aspectos que no deben soslayarse a la hora de pensar y formar al dirigente sindical idóneo.
