Más vale precaver que tener que lamentar

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Estamos en plena temporada ciclónica ―comenzó el primero de junio― y parecería que no siempre conocemos todos los males que ocasionan ciclones y tormentas, pues llaman la atención, y mucho, las mismas negligencias de año tras año, e igual, o quizás la mayor posibilidad de que el más mínimo aguacero o viento huracanado provoquen, entre otros trastornos, grandes inundaciones en diversas zonas de la ciudad capital.

 

Foto: Tomada de Cubadebate

 

También está la caída de árboles por falta de una poda adecuada, y los consecuentes perjuicios a nuestra maltrecha red eléctrica, a la circulación del transporte, en infraestructuras y edificaciones y también a la salud de las personas.

Por demás, en ocasiones, ocurre lo peor, porque la inundación puede dar lugar a la muerte de personas, incluso niños, a pesar del inmenso esfuerzo, y positivos resultados de la voluntad y empeño de diversas instituciones, dígase en primer lugar la Defensa Civil, para enfrentar fenómenos naturales. Pero este es un asunto que debe tener miradas más integrales.

Siempre, con el inicio de la citada temporada, llegan los anuncios televisivos, radiales y por otras vías, sobre cómo prepararse para enfrentar esos asiduos y temibles visitantes, los ciclones, nombre con el que llamamos a casi cualquier cosa que nos venga del cielo.

Este año, al concluir el mes de mayo, tuve la impresión de que fueron menos dichos avisos, pero hoy concluyo en que los que hubo, pueden catalogarse como letra muerta, dada la cantidad de tragantes y drenajes tupidos existentes, algo en que mucho  influye la cantidad creciente de desechos sólidos en nuestras calles. Cobra entonces mayor peso la interrogante: ¿Por qué no nos preparamos como debiéramos para evitar, en lo posible, la inundación?

Me resisto a creer en la imposibilidad de programar y ejecutar debidamente la destupición. De hecho, no habría que ser un experto para intuir que sería un trabajo no muy costoso, que pudiera acometerse con pocos recursos, aunque lo que sí no podría faltar es el deseo de hacerlo bien.

Son infinitamente superiores el precio de las malas consecuencias que el empeño previsor. Pienso en el famoso y popular dicho: “nos acordamos de…cuando truena”. En casos como este, de alcantarillas y tragantes, sin dudas, la desidia tiene un mayor peso.

 

Foto: Tomada de Cubadebate

 

Créanme, recientemente hice el siguiente ejercicio: caminé la céntrica Calzada de Diez de Octubre desde Dolores hasta Tamarindo, unas 15 cuadras, y pude contar casi 70 tragantes y alcantarillas totalmente tupidas. Hace unos meses me sorprendió un aguacero en una acera de esa popular avenida habanera y no pude cruzarla ―como era mi intención― hasta dos horas y media después, pues la fuerza y volumen del agua que debió escurrir, precisamente por esos tragantes y alcantarillas, no me lo permitió.

Para muchísimas personas en La Habana parecería una obsesión diabólica conocer de la llegada del más mínimo aguacero; de inmediato pierden la tranquilidad y despiertan sobresaltados en las madrugadas. Conocen por experiencia de los estragos a que están expuestos.

Y aunque ni remotamente puede afirmarse que todas las inundaciones se deben a las razones expuestas, sí aseguro que en muchos casos se producen por falta de previsión.

No es sólo en Agua Dulce o Cuatro Caminos, en calles aledañas al CVD Pontón o en la Virgen del Camino. Caminar las calles de mi Habana cuando solo se nubla el cielo y comprobar que en prácticamente cualquier esquina puede ocurrir una inundación, es comprender que una tragedia siempre está a punto de suceder. No olvidemos: más vale precaver que tener que lamentar.

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Un comentario en Más vale precaver que tener que lamentar

  1. Al parecer en los planes de preparación que no tienen que ser cuando empieza la temporada ciclónica o se convoca por la defensa civil,sino desde el comienzo del año fiscal.Se aprecia solo cuando se activa la defensa civil . Se aprecia que no es
    sistemática su preparación sobre todo para las instituciones involucradas y responsables de darle atención a las inundaciones , no cuando ocurran estas, sino antes de que ocurran.

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