Eran poco más de las cinco de la mañana del domingo 26 de julio de 1953. Llegaron algunos carros al lugar indicado, otros se perdieron en las calles santiagueras. La ciudad vivía días de carnavales. Sonaron los primeros disparos. Y hubo quien llegó hasta la propia entrada del cuartel Moncada con ese valor en medio del pecho, aunque las balas crucen cerca de sus hombros.

El amanecer se adelantó de fuego. Falló la sorpresa para tomar la segunda fortaleza militar más importante del país. Tampoco pudieron hacerlo los 21 hombres que, en Bayamo, a la misma hora, intentaban similar objetivo en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes. Y hubo que retirarse.
La luz cegadora de aquella mañana; la rebeldía contra la injusticia, la dictadura y el golpe de Estado de Batista en marzo de 1952; y el pensamiento clarificado de quien era el autor intelectual de aquellas acciones lo reveló el joven abogado que concibió, organizó y dirigió tamaña proeza revolucionaria. Su nombre: Fidel Castro Ruz.
Cinco años, cinco meses y cinco días más tarde, los jóvenes de la Generación del Centenario, barbudos, con collares en sus cuellos y brazaletes rojo y negro con la fecha del 26 de Julio en sus brazos, volvieron a entrar en Santiago de Cuba. Y esta vez no hubo revanchismo ni torturados; tampoco desaparecidos y terror. La Revolución cubana había triunfado porque antes había existido un Moncada, mecha necesaria para despertar la conciencia del pueblo.
Julio del 2025. No hay cuarteles que tomar. No suenan disparos ni hay dictadura sangrienta ya que el ser humano es el centro de la obra que se construye. Enderezar la economía es el mayor de los retos hoy, pues la inflación y la poca producción siguen de la mano. Y esa batalla es preciso vencerla con la misma decisión con que se fue al Moncada.
El Che lo dijo quizás mejor que nadie. En una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera. Por eso estamos vivos. Por eso este 26 de Julio volveremos a ser los mismos rebeldes. Y recordaremos a quienes entraron en la historia por amor a la patria y por su ingle de varón en tiempos oprobiosos.

