La temperatura del verano sube y no precisamente porque comienzan los meses de vacaciones, playas, excursiones y fiestas de niños y sus padres. No solo ascenderán los termómetros porque julio y agosto son los meses más calientes del almanaque, según los registros históricos.

Las siguientes jornadas estarán marcadas por el sudor y el esfuerzo de quienes continuarán trabajando en áreas tan vitales como las del transporte, los hospitales o en las fábricas, empresas y centros que no recesan por ser la garantía de una producción de bienes y servicios imprescindibles para una economía resentida por el tema energético durante el primer semestre.
Cómo olvidar los calores que esos molestos apagones nos dejan en cualquier hora del día, en tanto los parques fotovoltaicos crecen en toda la geografía cual obra de salvación real, aunque será preciso adoptar otras medidas de aseguramiento en el sector estatal para reducir las horas sin electricidad en nuestros hogares, al menos en las noches, cuando el cuerpo pide descansar de un sol abrasador y sin tregua.
Otro calor al que no debemos renunciar en este verano es al de la familia, al del amigo que nos visita y al de la cubanía más pura. A veces lo subestimamos, pero hace tanta falta como la propia electricidad para no perder esa posibilidad de ser solidarios cuando más lo necesita la sociedad; en especial, con esas personas vulnerables que se multiplican ante nuestros ojos.
No solo habrá vacaciones y diversión. Se avecinan semanas muy duras y tensas y se requerirán decisiones laborales adecuadas, allí donde el calor más importante será seguir siendo útiles. ¡Que viva el verano siempre joven! ¡Qué calores, pero qué calores!


