Empresas con Carga pesada (Separata Economía)

Empresas con Carga pesada (Separata Economía)

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (1 puntos, 1 votos)
Cargando...

Aunque en la reunión del Consejo de Minis­tros correspondiente a marzo último se in­formó que respecto a igual período del año pasado disminuyó en 69 el número de empre­sas con pérdidas, tras reportarse 316 en esa situación, continúa siendo preocupante el comportamiento de este indicador para una economía urgida de reanimarse y de corregir distorsiones.

Amén del gradual descenso en los últimos años de la cifra de entidades irrentables, y sin dejar de reconocer el impacto del bloqueo esta­dounidense y otros factores externos, allí don­de las causas que pueden estar gravitando en el cumplimiento de los planes son en gran medida de índole subjetivas, se impone entonces una mirada bien crítica.

En la red de economistas, una plataforma virtual concebida por la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec), son interesantes las ideas o aportes de sus aso­ciados.

De acuerdo con el Doctor en Ciencias Al­berni Poulot Cumbá, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Las Tunas, tener empresas con pérdidas no es un indicador de ineficiencia estatal ni insufi­ciencia del socialismo.

Considera que en Cuba acumulan más pér­didas y desaparecen con mayor frecuencia las mipymes privadas; y en el mundo capitalista hay países con muchas más empresas quebra­das, destrozadas y extinguidas, que las que tenemos acá.

Tampoco ninguna de esas naciones está sometida a un cruel bloqueo económico ni a persecuciones financieras, con las consi­guientes dificultades que genera para la ges­tión empresarial.

Aun así el Máster en Ciencias ingeniero mecánico Miguel Alfonso Sandelis, profesor de Economía de la Facultad de Mecánica de la Cu­jae, señala que dentro de la compleja situación económica debemos preguntarnos ¿qué margen de acción tiene la dirección de una empresa para evitar que entre en pérdidas?, por ejem­plo, cuando sus productos se venden a precios subsidiados o carece de una autonomía real en cuanto a su financiamiento y el acceso a los re­cursos, e incluso, cuando la irrentabilidad po­dría estar asociada a los costos indirectos de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, de los ministerios y las unidades presupuestadas.

Subraya, que para las que brindan bienes y servicios con precios subsidiados está en manos del Estado la decisión de cubrir sus desbalan­ces con recursos financieros asignados.

En tal sentido, la Ley del Presupuesto del Estado correspondiente al 2025 destina 5 mil 168 millones de pesos a gastos por pérdidas em­presariales, monto inferior en 499 millones de pesos respecto a lo aprobado para el año pre­cedente.

Otros economistas se preguntan si entre las 316 entidades reportadas con pérdidas por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) figura buena parte de las 168 empresas muni­cipales de Comercio (de estar subsidiadas), así como farmacéuticas, eléctricas o de transporte, estas en particular, dados los serios problemas con los combustibles, gomas, baterías y piezas de repuesto.

En busca de respuestas a esas y otras inte­rrogantes nos quedamos en espera de alguna información del MEP.

Distintos especialistas se pronuncian por una Ley de Quiebra, como base legal para cum­plir lo planteado en el capítulo de Modelo de Gestión de los Lineamientos aprobados en el 8vo. Congreso del Partido.

El asunto es complejo y como ha ocurrido en múltiples circunstancias no por ello queda­rán desempleados o abandonados a su suerte esos colectivos, aunque sostener a trabajadores en empresas improductivas no es el ejercicio de un derecho; es imponer una carga no solo al Es­tado sino también al resto de la sociedad. (Fidel Rendón Matienzo)

 

 

¿Empresas perdidas?

Dr. C. Víctor López Lescay*

En Cuba es habitual la existencia de empresas con pérdidas. Cuando hablamos de este asunto nos refe­rimos a entidades, incluidas las del sector privado, incapaces de gene­rar riquezas a través de produccio­nes de bienes o servicios.

Ello confirma la hipótesis de que la economía es una ciencia que se rige por leyes, independiente­mente del sistema social que impe­re y de la voluntad de las personas.

Cuando se habla de empresas descapitalizadas, o en quiebra, como también se les denominan, vale acotar que, por interés esta­tal, se planifican números rojos en aquellas que resultan vitales para la economía del país por su impac­to social, político o económico.

En tales casos el Estado las subsidia por pérdidas generalmen­te asociadas por falta de electrici­dad, materia prima, combustible, agua, gas, de otro recurso o situa­ción interna y externa que desen­cadene problemas en su correcto funcionamiento.

Existe otro grupo de empre­sas que muestran en sus balances económicos y estados financieros resultados negativos —que en las condiciones actuales de la econo­mía del país enfrentan similares carencias— pero a diferencia de las anteriormente mencionadas tienen un objeto social distinto y deberían ser costeables y rentables.

Sucede, con más frecuencia de lo necesario, que los análisis al res­pecto acontecen hacia el interior de los colectivos marcados por una ineficiente gestión, y se centran en los efectos que generan las pérdi­das y no en las causas que las ori­ginaron.

El desconocimiento de las leyes de la economía como herramien­ta de trabajo para la toma de de­cisiones ha generado una pérdida de capacidad para evaluar, desde un enfoque económico-contable-fi­nanciero, el origen de las pérdidas por diferentes causas:

Lentitud en la toma oportuna de decisiones, deficiente utiliza­ción de los recursos materiales y humanos, una mala planificación, no tener en cuenta el comportamien­to de los índices financieros para prevenir desbalances en los flujos de efectivos y pobre visión del compor­tamiento del mercado pueden poner­se como ejemplo.

Tener empresas con pérdidas no significa tener empresas perdidas, lo cual queda demostrado en la reali­dad económica de la nación. Es po­sible salir de esa situación. Son mu­chas las variables económicas que se pueden utilizar para enfrentar las descompensaciones financieras de las entidades.

Bórrese la ignorancia económica, migren de las actitudes puramente administrativas a la verdadera alfa­betización económica de los consejos de dirección empresariales, y súmese coherentemente en el empeño de sa­lir de las pérdidas a los que forman las riquezas, los trabajadores.

Se hace indispensable una cul­tura que permita analizar el com­portamiento de los ratios finan­cieros (indicadores y herramientas eficaces para un análisis minucioso en aras de comprender la rentabili­dad, solidez y situación financiera de las empresas) para prevenir las pérdidas económicas y eliminar las faltas de conocimientos, así como la ausencia de estrategias y siste­mas de trabajo basados en análisis económicos.

Los cierres económicos-conta­bles-financieros mensuales no se ha­cen solo para informar al organismo superior, su principal función es ser una herramienta de trabajo para la toma de decisiones en la empresa.

Un buen análisis alerta y predice las posibles pérdidas, permite dise­ñar la forma de cómo mitigar el daño o evitarlo.

Hacerlo en unidad con el sindica­to, tenerlo como aliado debe ser op­ción tomada en cuenta por las admi­nistraciones, las mismas que pueden aprovechar el escenario de las reu­niones de afiliados para buscar ideas colectivas que borren los números rojos.

*Presidente de la Asociación de Eco­nomistas y Contadores en la provincia de Santiago de Cuba

 

English Version Here

 

Cambiar los números

Luis Castanedo Smith*

Como parte de la evaluación sistemática de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), sobre el cumplimiento de su misión principal de conducir a los trabajadores en la estratégi­ca y decisiva batalla económi­ca, en el período transcurrido posterior a su XXI Congreso, ha estado el análisis del com­portamiento de las empresas con pérdidas.

No obstante el esfuerzo realizado, los resultados aún distan de lo que necesita el sistema empresarial cubano. Muestra de ello es que, al cierre de febrero del presente año, 316 empresas tenían pérdidas en su gestión.

Un número significativo de estas se encuentran en activi­dades vinculadas con la pro­ducción o los servicios (ofertas) destinados a la población, para que los precios de ventas sean centralizados como medida de protección, siendo sus costos superiores a estos.

Si bien es cierto esta rea­lidad, ¿por qué un número de empresas que operan con si­milares dificultades logran mejores resultados? Eso meri­ta un análisis y evaluación ri­gurosos en cada lugar, en los cuales se profundice acerca de la implicación que tienen sus direcciones y colectivos en esa situación.

Esto exige un ejercicio más participativo de los tra­bajadores, sobre todo, en la identificación de cómo sa­lir adelante, a partir del uso oportuno de las facultades otorgadas a nivel de empre­sas y que no siempre se utili­zan de modo eficiente.

Tiene que haber una posi­ción más activa de todos los involucrados para resolver el problema, conscientes de que una empresa con pérdidas, en primer lugar, impacta de ma­nera negativa en el proceso inflacionario que hoy vive el país y, por otra parte, no per­mite incrementar los ingresos salariales de los trabajadores.

Es importante defender que la eficiencia de la em­presa no solo sea en términos de valores: la clave está en el cumplimiento de los planes de producción y servicios en términos físicos, imprescin­dible en el crecimiento del nivel de ofertas, única vía para recuperar la capacidad de compra de nuestro salario.

En esta batalla es impos­tergable que, de manera sis­temática y permanente, se demande la consumación de los principios mencionados y no solo los relacionados con las empresas con pérdidas: se impone una acción más acti­va, luchar por la defensa de no permitir pagos sin su co­rrespondiente respaldo pro­ductivo o de servicios.

Medidas como el pago a cargo de las utilidades rete­nidas, la descentralización a nivel de entidad de aprobar el sistema de distribución sala­rial, así como el pago por re­sultados tienen que estar res­paldados en la generación de riquezas, con el cumplimien­to riguroso de que el trabaja­dor que más aporte sea el que más recibe.

Los asuntos tratados constituyen desviaciones que necesariamente deben corre­girse con urgencia. El proce­so orgánico del 22 Congreso de la CTC ha sido y es una oportunidad para valorar la labor sindical y trazar estra­tegias ante este reto.

Urge, sin dilación, avan­zar más en el aumento de la producción de bienes y servi­cios, y en la reducción de los gastos. Y en ese sentido, las empresas con pérdidas tienen que salir de esa lista que no termina.

*Funcionario de la secretaría ge­neral de la CTC

English Version Here

 

 

 Sin la imprescindible brújula

Muchos trabajadores sufren el impacto de los problemas financieros de las entidades donde laboran, cuyas pérdidas atentan contra la economía del país y los ingresos de sus fuerzas productivas, hechos que obstaculizan los programas de desarrollo y estimulan el éxodo hacia el exterior o hacia otros empleos mejor remunerados.  Ver más

 

El azote de los altos precios

Alberni Poulot*

Soy un convencido de que el peliagu­do dilema social que representan los altos precios, no se resuelve solo con medidas económicas, financieras, de control ministerial, fiscalización es­tatal, regulación institucional, etc.. Hace falta moral ciudadana, edu­cación humanista, implicación po­pular, denuncia y enfrentamiento directo y resuelto con el abusador, defensa popular de los derechos del consumidor, cultura y respeto ante el que paga, que según reza en refra­nes, por un lado, ¡manda! y por otro, ¡siempre tiene la razón!

En la tablilla apenas se distinguen los precios. | foto: José Raúl Rodríguez Robleda

¿Qué ley económica justifica o sostiene que el precio de una libra de limón cueste 400 pesos, que se comercialice una libra de tomate a 500, un aguacate a 200, 300 o 350, una libra de arroz criollo a 250, una libra de azúcar refino a 380, el li­tro de aceite a mil 500 pesos y has­ta mil 800 pesos; un litro de leche fresca a 300 y el de yogur a 500 de manera general?

Sin dejar de mencionar la rea­parecida y no autorizada modalidad del convoy, módulo o como se le lla­me, en el que todos los productos de primera necesidad, hoy topados, se comercializan unidos a otros de me­nor demanda y menos precios, que burlan de esa cínica manera lo dis­puesto, y buscan mayores ganancias a costa del sacrificio popular.

En cuanto a los medicamentos, ni hablar: un blíster de cefalexina, azitromicina, amoxicilina y otros an­tibióticos son comercializados a 500 pesos cada uno; un tubito de 30 g de ketoconazol en crema a 900, y el complejo B, inyectable, a 1 000, por solo citar algunos ejemplos.

En Las Tunas la tarifa por via­je en mototaxi dentro de la ciudad está limitada a 10 pesos; pero si us­ted necesita de ese servicio para des­plazarse con su familia (dos niñas y dos adultos, mi caso personal), a las nueve de la noche, desde la terminal de ómnibus hasta su residencia, unos 3,5-4 km, este le cobra 700 pesos, o sea, 175 por pasajeros. En el día ron­dan entre los 50 pesos por persona y 200 o 300 si lo alquila, en dependen­cia de si son de 4 o 6 capacidades.

¿Qué bolsillo del obrero, médico, maestro o profesional estatal, con sa­larios decorosos, pueden sostener un mes familiar con esos precios?, ¿qué pensionado, jubilado, asistenciado social, ama de casa o anciano, con una o más de estas condiciones, sin familiar en el exterior que le reme­se una mensualidad puede enfrentar esos precios?

El barbero con quien me pelo, rapa mi cabeza, en unos tres minutos, por 200 pesos. Y él mismo me con­tó que mantiene ese precio conmigo porque me aprecia. Aunque está por debajo de otros que realizan cortes de cabello por 800 pesos, necesita in­gresar más para poder comprar y co­mer carne de cerdo, cotizada en Las Tunas entre 700 y 850 pesos la libra. Aquí no prima el afán de lucro, sino la supervivencia en esa jungla comer­cial y una asociativa competencia, en la que casi todos los oferentes se po­nen de acuerdo y respetan como algo sacrosanto los altos precios.

Tengamos bloqueo o lo supe­remos, mientras esperamos que existan mayores y más eficaces incentivos a la productividad y el incremento en los rendimientos productivos, para que corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, tenemos que ser un tilín mejores y mucho y menos egoístas.

* Decano de la Facultad de Ciencias Eco­nómicas y Empresariales de la Universi­dad de Las Tunas y miembro de la Anec

 

Un lastre demasiado caro

Vivian Bustamante Molina

Las empresas no se crean para que tengan pérdi­das. Por eso ante esta anomalía concurren meca­nismos y normas legales de diversa índole en fun­ción de que retomen el camino de la eficiencia o hacerlas desaparecer. Es así que a nivel mundial existen leyes de empresas, de quiebras u otras de­nominaciones con este último fin.

Nuestro Parlamento tiene en el actual pro­grama legislativo la aprobación de una Ley de Empresas. Han transcurrido varios años desde su concepción hasta la etapa presente, en la que cada vez más expertos, empresarios y economis­tas abogan por su materialización. Entre tanto, Cuba ha adoptado en el tiempo decisiones ten­dentes a ampliar las prerrogativas de la empresa estatal socialista, en paralelo con la política de subvencionar a las vinculadas con la producción de bienes y servicios de primera necesidad para el pueblo.

Suman y suman los análisis y medidas para que la mayoría de las entidades sean rentables, operen con utilidades y ganancias razonables y así eliminar poco a poco la tendencia a planifi­car pérdidas o mantenerse en tan negativo estatus alegando como justificación elementos internos y externos, aunque existen las que en iguales con­diciones sí desatan sus potencialidades.

La Resolución 201/2023, del Ministerio de Fi­nanzas y Precios, publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria no. 64, contiene el Procedimien­to para el sistema de relaciones financieras entre las empresas estatales, las sociedades mercantiles de capital ciento por ciento cubano y las Orga­nizaciones Superiores de Dirección Empresarial (Osde) con el Estado.

Su capítulo VI dedica seis artículos al trata­miento financiero del tema que nos ocupa. Indi­can cómo realizar el análisis del ejercicio contable negativo, las fuentes de financiamiento a utilizar para saldarlo y los instrumentos económicos a te­ner en cuenta.

Por ejemplo, el Artículo no. 69 precisa que para pagar pueden emplearse los recursos acumulados en la reserva destinados a pérdidas y contingen­cias; los préstamos del Fondo de Compensación; crédito bancario u otras fuentes financieras y, en última instancia, el Presupuesto del Estado.

Asimismo, el capítulo siguiente, que versa so­bre el financiamiento de las Osde, estipula en el Artículo no. 75, inciso 3: “Las entidades que tra­bajan con pérdidas no realizan el aporte hasta tanto reviertan su situación” y en el caso de las Osde; “no pueden redistribuir su pago entre el resto de las entidades que la integran”.

Es evidente que, por su repercusión, el interés de operar en empresas eficientes va más allá de una categoría y el ejercicio económico, pues deter­mina en los salarios y cuantas variantes de pago sean posibles de aplicar en aras de aumentar los ingresos de los trabajadores.

No por gusto el desarrollo del sistema em­presarial y las medidas a aplicar en cuanto a las entidades que entren en pérdidas tienen especifi­caciones en la Constitución de la República, en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, así como en la Con­ceptualización del Modelo Económico Cubano.

 

Para tener en cuenta

Productividad: Es una medida relati­va que mide la capacidad de un factor productivo para crear determinados bie­nes en una unidad de tiempo. La produc­tividad del trabajo, por ejemplo, se mide por la producción anual —o diaria u ho­raria— por hombre ocupado: ello indica qué cantidad de bienes es capaz de pro­ducir un trabajador, como promedio, en un cierto período. Si se modifica la can­tidad de trabajadores, obviamente, no se estará aumentando la productividad; ello solo ocurrirá si se logra que los mismos trabajadores —al desarrollar sus habili­dades—, produzcan más.

Eficiencia: Relación entre el valor del producto y de los recursos utilizados para producirlo. La eficiencia económi­ca pone de relieve entonces la relación entre el costo y el valor de lo producido.

Recursos: Conjunto de capacidades humanas, elementos naturales y bie­nes de capital, escasos en relación a su demanda, que se utilizan casi siempre conjuntamente para producir bienes y servicios. Suele hablarse también de re­cursos humanos para referirse a las ap­titudes y conocimientos que poseen las personas que trabajan en una actividad o región determinada.

Riqueza: Es el conjunto de bienes capaces de satisfacer necesidades. La riqueza de un país está constituida por la suma de la riqueza de los indivi­duos —después de cancelar las deudas que tengan entre sí— más la riqueza colectiva, conformada por el conjunto de los bienes públicos existentes y los otros activos de propiedad pública. (fuente: Diccionario de economía y fi­nanzas)

 

Descargue en versión PDF: Empresas con Carga pesada (Separata Economía)

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu