En unos metros de la calle Frexes el tiempo se ha detenido. Es el arte y solo el arte el que allí habita y las personas apostadas en el parque central «Calixto García» se van aglomerando para disfrutarlo.



El «Chaplin holguinero» tira besos y posa para las cámaras; bufones gigantes sonríen y acompañan también en fotos a niños y abuelos; niñas preciosas visten de bailarinas flamencas; y un grupo de Rock le recuerda a algunos memorias de otros tiempos.
Frente al Museo de Historia La Periquera la mañana se estira para que en ella quepa todo el arte que ha llegado hasta las Romerías de Mayo. Un dragón chino pinta de amarillo el lugar. Las hojas de arce de varias banderas canadienses lo han salpicada antes de rojo. Hay décimas, trova, danza, una buena rueda de casino.




Miembros del Club de Vinicultores Bayado han abierto botellas de vino y rocían su líquido para bendecir el festejo que ya acumula 32 ediciones y sigue convocando a lo más auténtico del arte joven cubano. ¡Y lo han conseguido!
Más tarde una réplica enorme del hacha de Holguín será escoltada hasta la Loma de la Cruz. Y las palabras de inauguración pronunciadas por el fundador de las Romerías, Alexis Triana, tendrán todavía más sentido. Definitivamente se está haciendo mucho por el bien de nuestra cultura y la memoria histórica de los pueblos. «No es posible entender la magnitud de este sueño».


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