El resultado está a la vista; en la actualidad cualquiera
de las corporaciones multinacionales opera con mayor
coherencia y sentido de unidad que este conjunto de
islas que es América Latina, desgarrada por tantas
fronteras e incomunicaciones.
Eduardo Galeano, en Las venas abiertas de América Latina
“Contrario a lo esperado, el comercio mundial, al menos en el primer semestre, resistió bastante bien el impacto arancelario estadounidense. Esto se debe, principalmente, a las compras realizadas antes de que entrara en vigor el aumento arancelario y a la reorganización de los flujos comerciales”. Así describe Héléne Drouot, académica del Centro de Investigaciones del Banco BNP Paribás, la situación económica con que despedimos el 2025.
No obstante, la región latinoamericana llega al 2026 con un pronóstico de crecimiento lento, una recuperación laboral tenue y una economía pendiente de factores externos, entre ellos la política proteccionista de Estados Unidos, los vaivenes de los precios de las materias primas y las condiciones financieras globales.
En ese panorama general, las economías regionales dibujan un mapa diverso y complejo; algunas naciones sobresalen por su dinamismo, otras por su vulnerabilidad.
Crecimiento modesto, riesgos persistentes
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) actualizó sus proyecciones para la región. La entidad estima que el producto interno bruto (PIB) aumentó 2,4 % en el 2025 y pronostica que lo hará en un 2,3 % en el 2026. Las cifras confirman que el área lleva años atrapada en un bucle de bajo crecimiento.
El Banco Mundial, por su parte, proyecta un alza regional de 2,5 % en el 2026 y alerta que permanecerá como una de las zonas más rezagadas debido a la inflación persistente, el endeudamiento histórico y lo poco atractiva que resulta para los inversionistas.
Romper el ciclo es difícil. La transformación productiva y del empleo dependerá de los vientos neoliberales y conservadores que dominan hoy las economías del área.
Promesas y limitaciones de algunas naciones
México. Según la Cepal, en el 2025 progresó apenas 0,6 por ciento. No obstante, el Gobierno de Claudia Sheinbaum mantiene expectativas optimistas para el 2026. Aseguran que aumentará la recaudación fiscal e impulsará la industria y las exportaciones, lo que les permitirá estimular el PIB para que ronde entre el 1,8 % y el 2,8 % anual. Tales previsiones estarán condicionadas por una combinación de disciplina fiscal, estímulo a la inversión y un entorno externo favorable.
La Cuarta República, impulsada por Manuel López Obrador y continuada por la actual mandataria, ha obtenido buenos resultados, pero la economía mexicana permanece atada a la demanda externa, a las remesas y al ciclo de la economía estadounidense. El endurecimiento de la política comercial de la potencia norteña podría tensar aún más el panorama.
Brasil. La mayor economía de la región enfrentará un año complejo. La Cepal ha proyectado un crecimiento lento. Si bien la nación no depende en exceso de Estados Unidos —solo una porción de sus exportaciones se dirige allí—, sí está muy vinculada al comercio global y en eso radica su vulnerabilidad. En respuesta, el presidente Lula da Silva ha optado por diversificar sus alianzas. Para el 2026 se espera una consecuencia de la inversión privada y pública como resultado de la incertidumbre global.
Argentina. Durante el 2025 reportó buenos resultados macroeconómicos; pero tales estadísticas omiten el impacto de los recortes presupuestarios en las políticas sociales y en sectores como educación, cultura y ciencia. La desaceleración prevista para el 2026 disparará la impopularidad del mandatario Javier Milei, que además tiene el desafío de controlar la inflación, atraer inversión y esperar que se mantengan los precios de los productos agrícolas y mineros que han sustentado una parte importante del repunte.
Colombia. Tras dos años de bajo rendimiento, el 2025 representó el de la recuperación del crecimiento económico. Se espera que el país mantenga el ritmo en el 2026, gracias a un consumo sólido, la caída del desempleo y la política fiscal expansiva del gobierno. Pero todos los esfuerzos podrían volverse sal y agua en un año de elecciones parlamentarias y presidenciales. Frente a una sociedad tan polarizada como la colombiana, un efecto contrario a la política progresista impulsada por Gustavo Petro y el Pacto Histórico podría ocasionar cambios drásticos en la gestión económica y social.
Impacto del proteccionismo yanqui
Un factor clave para el desempeño del área ha sido la política comercial de Estados Unidos que, en general, ha repercutido de manera negativa en las economías latinoamericanas, particularmente en aquellas que dependen de las exportaciones a ese mercado.
Aunque algunos países lograron amortiguar el golpe reorientando su comercio hacia otros destinos e incrementando sus inversiones en otros sectores, la tensión arancelaria sigue generando inseguridad. Según analistas la nueva configuración del intercambio global podría frenar la atracción de inversión extranjera directa, que desde el 2024 comenzó a mostrar signos de estancamiento.
Especialistas aseguran que la mayor volatilidad en los mercados, la competencia feroz en precios y la presión para relocalizar cadenas productivas, elevan el costo de algunos insumos, aumentan el riesgo para exportadores y limitan la capacidad de inversión productiva.
En ese contexto, los países latinoamericanos están obligados a diversificar productos y destinos de sus exportaciones, fortalecer industrias internas y promover políticas públicas claras que generen confianza a inversionistas nacionales y extranjeros.
La trampa del bajo crecimiento
Para que el 2026 permita aumentar en términos reales, la región necesita impulsar una transformación productiva real, basada en inversión, diversificación económica y mejoras en la productividad. Eso implica recalificar al capital humano, añadir valor agregado a las exportaciones, gastar en infraestructura e innovación y fortalecer sus instituciones.
El proteccionismo arancelario ha reconfigurado cadenas globales de comercio lo cual podría ser ventajoso. Los especialistas reconocen que existen otras oportunidades, como la demanda ascendente de minerales y materias primas estratégicas y la previsible ola de inversión verde y tecnológica que se espera en los años venideros
Propósitos como atraer capital, consolidar empleo productivo y romper el ritmo de un lento crecimiento económico son frecuentes en las carteras gubernamentales de la región, pero sin reformas estructurales reales la prosperidad seguirá pendiente del devenir del resto del mundo.