Lleva la lucha cubana casi toda una vida transitando por ese camino duro y difícil que es la superación. Interpretarlo ha implicado un aprendizaje especial, pues en ocasiones no se valora su real magnitud en cuanto a esfuerzos y conquistas.
Un nuevo desafío asume la modalidad clásica (grecorromana) ya que, tras el adiós del formidable Raúl Trujillo como jefe de entrenadores, José Mario Olivera tomó las riendas de un equipo del que se esperan buenos botines en el actual ciclo olímpico. El estratega tuvo un brillante palmarés como gladiador (campeón Panamericano en Indianápolis 1987 y titular mundial en Ostia 1990 destacan en su galería) y un sólido recorrido en materia de adiestramiento (dos veces al frente de la selección italiana, entre otras interesantes y valiosas responsabilidades), pero, ¿qué piensa de su pesado cargo y qué trae en su agenda?
“Es un gran compromiso. Continuar la labor de Trujillo y de Pedro Val implica compromiso. Mantener los resultados o superarlos involucra muchas cosas, pero el colectivo de trabajo tratará de asumir la gran historia que dejaron esos grandes.
“Como atleta llegué al equipo nacional a base de sacrificio y esfuerzo. Mis éxitos están ahí, después, paso a paso me fui superando como entrenador hasta llegar aquí.
“Contamos con luchadores de calidad. Esperamos que el próximo año se den un grupo de soluciones positivas, dígase competencias o bases de entrenamiento en el extranjero. Hay paridad en todas las divisiones. Solo en los 77 kilos debemos perfilar mejor nuestra labor y estrategia. El objetivo final serán los Juegos Olímpicos donde quisiéramos clasificar a todos los muchachos”.
Olivera recordó que el ciclo olímpico acaba de comenzar, ¿y?
“Habrá cambios en algunas categorías. Otras se mantendrán. Tenemos tres gladiadores de puntería, sin olvidar a Daniel Gregorich y Kevin de Armas, quienes poseen potencial para mejorar su nivel. En los pasados Centroamericanos y del Caribe ganamos las seis medallas de oro. Ahora será difícil mas no imposible. Queremos empezar por lo alto”, enfatizó.
Una interrogante sobre una vieja duda fue respondida con velocidad y contundencia.
“Hay una escuela cubana de lucha. Pedro Val fue el precursor. Al inicio los alemanes nos ayudaron mucho en cuanto a planificación. Rusos y búlgaros también contribuyeron. Adaptamos sus conocimientos técnicos a nuestras características (agresividad, velocidad y agilidad) y varios países llegaron a imitarnos principalmente en Centroamérica, donde tenemos entrenadores con muy buenos resultados”.
Un viaje intenso y retador se le presentará a la lucha grecorromana en el actual ciclo. Sus intérpretes saben como se batalla en su mundo. Entre retos y sueños seguro nos volverán a invitar a una fiesta que tendrá su punto culminante en los Juegos Olímpicos del 2028, donde las medallas que hace un buen tiempo adoquinan su camino deberán iluminarlo con mayor satisfacción.