Fehacientes son datos ofrecidos por el Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL): la producción de alimentos por empresas del sector encadenadas con formas de gestión no estatal (FGNE) hasta octubre de este año sumó 56 352 toneladas y 1,2 millones de hectolitros de cervezas y maltas; lo que representa el 26 por ciento de todo lo obtenido hasta entonces, sin incluir las entregas de la canasta familiar normada.
En esa manufactura figuran 10 472 toneladas de productos cárnicos (crece 1,2 veces respecto a igual período de 2024), 7070 toneladas de harina, 4912 de pan y 2,3 millones de galones de helados.
¿Que son cifras insuficientes respecto a lo demandado? Es cierto, como también lo tienen bien claro en el MINAL, como entidad productora encargada, entre otras tareas, de aportar 9 productos de la canasta familiar normada, para lo cual recibe subsidios del presupuesto de Estado por más de 5 mil millones de pesos, además de ser exportadora de rubros tradicionales destinados a la captación de divisas.
Por eso, en una reciente sesión del Consejo de Dirección del organismo, el ministro del sector, Alberto López Díaz, insistió en potenciar todavía más los contratos de producción cooperada como alternativa oportuna para aunar todos los esfuerzos posibles en el país con el fin de, en principio, frenar la disminución de las producciones físicas por la insuficiencia de materias primas nacionales e importadas, y comenzar la recuperación de la actividad en el plazo más breve posible.
La realidad da argumentos. El año en que el MINAL, respecto a 2024, aspiró a crecer un 20 por ciento en las producciones físicas y elevar en (al menos) un 8 por ciento el aprovechamiento de las capacidades industriales, hasta el cierre del décimo mes del año, el plan se cumplió al 61 por ciento y decreció en 75 mil toneladas.
Por tal razón desarrollar todavía más los contratos de producción cooperada es uno de los objetivos específicos que tiene el ministerio en correspondencia como lo pautado por el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, tema de estudio y análisis actual de las secciones sindicales, comités de base la Unión de Jóvenes Comunistas, direcciones administrativas y estructuras del Partido Comunista.
Encadenadas con empresas estatales del ramo, las FGNE vinculadas tienen la posibilidad de importar materias primas y las industrias nacionales convertirlas en productos terminados a un costo menor que similares foráneos, para el beneficio no sólo de ambos actores económicos, sino además de los consumidores, del pueblo.
La conveniencia de la práctica la explica el hecho de que, por la compleja situación económica nacional, agravada por el recrudecimiento del bloqueo, en el período indicado la Industria Alimentaria únicamente pudo traer desde el exterior cerca de la mitad del trigo previsto y menores proporciones de leche en polvo y picadillo MDM.
En ese sentido debemos señalar que esos convenios propiciaron, entre otros resultados, adquirir 12 mil toneladas de materias primas, unos 2,6 millones de envases e insumos y tecnología moderna para la Industria Alimentaria. Son realmente cifras relativamente pequeñas, en comparación con las necesidades, pero indican el camino a seguir para un organismo necesitado de financiamiento, insumos y mejores resultados en su gestión.
Hay reservas aún por explotar, como subrayó el titular del MINAL en la referida reunión y puso como ejemplo las 100 mil hectáreas de espejo de agua disponibles en las presas construidas por la Revolución que pueden dedicarse a la obtención de pescado fresco o las áreas costeras determinadas para desarrollar el mari cultivo a partir de las especies y técnicas de cría definidas por investigadores nacionales.
Mencionó además que existen 10 mil cubanos con licencias de pesca y solamente 138 tienen contrato con la Industria Alimentaria para acopiar sus capturas.
También ofrece perspectivas de avanzar en la producción por la Industria Alimentaria la modificación paulatina de la estructura de los contratos de producción cooperada para el aprovechamiento de las capacidades disponibles, pues el grueso de los contratos del MINAL con las FGNE es de compraventa de materias primas.
Se puede avanzar más en modalidades como los contratos de arrendamiento de medios de producción ociosos, como se hace con almacenes y otros espacios en desuso, que permitan rescatar producciones con el pago un porcentaje variable, según el rendimiento productivo.
Aunque no goza de la unanimidad en su aprobación popular, la dolarización parcial de la economía cubana, así como el nuevo sistema aprobado de gestión, control y asignación de divisas, también deben ser parte de la ecuación en la que todos los actores económicos vinculados a la Industria Alimentaria unan esfuerzos y halen parejo para producir más alimentos nutritivos que el pueblo demanda y necesita.