A pesar de las múltiples facilidades ofrecidas a la prensa por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), con el fin de divulgar los ganadores del Primer Concurso Nacional Gráfica Expandida, auspiciado por esa entidad y su Asociación de Artistas Plásticos, resulta sorprendente la casi nula promoción mediática de estos laureados, cuyas obras —junto a las de varios participantes— forman parte de la muestra instalada en la galería Villa Manuela.
Bien es sabido que para los triunfadores en cualquier evento competitivo, la publicación de tal éxito constituye un estímulo personal de gran valía; máxime en este trascendental primer encuentro convocado bajo la premisa de la multiplicidad y la memoria visual, en el que fue el plato fuerte del mencionado concurso llevado a feliz término por la Uneac.
Sin embargo, paradójicamente, igual suerte no corrió similar competencia para estudiantes en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, encuentro colateral de este proyecto concebido esencialmente para establecer un diálogo entre generaciones, técnicas y territorios, y actualizar el pulso simbólico del grabado contemporáneo, en tanto honrar su legado desde una mirada historiográfica y sensible.
Los premiados
El jurado del Primer Concurso Nacional Gráfica Expandida estuvo integrado por los artistas de las artes visuales Rafael Zarza, Premio Nacional de Artes Plásticas, y Angel Ramírez; así como por la curadora y crítica de arte, Marilyn Sampera, quienes tras analizar las 50 obras finalistas, de 72 concursantes, otorgaron los siguientes premios por categoría y menciones especiales, según consta en el acta:
Categoría: Obra bidimensional:
Mención a la obra Power Switch I, del autor Marcel Molina Martínez.
Premio:
Por la manera no convencional de construir la ciudad, revelando una propuesta visual que reimagina el espacio urbano a partir de retos y reinterpretaciones personales; a la obra City, de Desbel Álvarez Guerrero.
Categoría: Obra tridimensional o instalación
Mención: Del magma al multiverso, de Karen Marcoleta Oyarzabal
Premio: A una obra donde el autor vuelve a integrar con maestría su formación como grabador y escritor. En ella la sentencia literaria funciona como elemento central, logrando una síntesis poderosa entre imagen y texto. Es la obra Aforismo, de Norberto Marrero Pírez.
Categoría: Libro de artista
Mención a El oro de los días, de Maykel Rodríguez Ricardo.
Mención de Honor a La muerte de las mareas, de Hanoi Pérez Cordero.
Trabajos de reconocidos artífices
Entre los trabajos que compitieron se encontraban los presentados por artífices reconocidos, como Carlos del Toro, Diana Balboa e Israel Tamayo, junto a otros más jóvenes, entre estos Marcel Molina, Norberto Marrero y Anyelmaidelín Calzadilla, además de estudiantes de la Universidad de las Artes y la Academia San Alejandro.
Visión múltiple de la práctica del grabado en Cuba
La organizadora general de este proyecto, Janette Brossard, destacó que esta idea pretende unir a artistas y curadores en torno a los procesos contemporáneos del grabado, tomando como referencia los Encuentros Nacionales celebrados en años anteriores.
El programa de esta cita, iniciada el pasado 20 de noviembre y que se extenderá hasta el 15 de enero del próximo año, ofrece una visión múltiple de la práctica del grabado en Cuba; en tanto propicia su actualización en concordancia con los presupuestos que marcan la contemporaneidad en este tipo de expresión de las artes visuales.
El Primer Concurso Nacional Gráfica Expandida incluyó, además, un evento teórico; un recorrido especializado por lugares de la Habana Vieja vinculados a la práctica del grabado (Ruta Gráfica), así como muestras colaterales en las galerías de la Casa de las Américas, del Palacio Conde de Lombillo, de la Casa Carmen Montilla, del Centro Wifredo Lam, y la Galería 23 y 12. La muestra central también tiene como sede la Sala Villena de la Uneac.
¿“arte menor”?
La técnica del grabado en Cuba, frecuentemente calificada como “arte menor”, ha sido cultivada y perfeccionada por un destacado grupo de artistas que han dejado una huella indeleble en el panorama cultural e histórico de la isla. A lo largo de los años, numerosos de sus exponentes han logrado trascender las limitaciones que implica esta imprecisa valoración, convirtiendo este modo de expresión artística en un lenguaje riguroso y profundamente significativo. Este proceso ha encontrado un nuevo impulso en la actualidad, al ser enriquecido por una mirada conceptual que busca expandir sus fronteras, valiéndose de las nuevas tecnologías y de los lenguajes gráficos contemporáneos.
Explosivo renacimiento del grabado
Desde sus inicios en la época colonial, el grabado se estableció en Cuba como una forma de producción artística ligada no solo a la representación visual, sino también a la difusión de ideas y narrativas culturales. En la década de los años 90 del pasado siglo, en nuestro país se produce un explosivo renacimiento del grabado, con creaciones de Agustín Bejarno (tres veces premiado en los salones nacionales), Ibrahím Miranda, Belkis Ayón, Sandra Ramos y Abel Barroso, entre otros muchos que exploraron y redimensionaron esta técnica que ha ganado tanto protagonismo como la pintura o la escultura. La labor de estos creadores demostró que el grabado es un soporte capaz de abordar temáticas complejas y de ofrecer visiones críticas sobre la realidad cubana.
En la actualidad, el panorama del grabado en Cuba se ha visto transformado por la incorporación de nuevas tecnologías. Los avances en impresión digital y técnicas mixtas han permitido a los artistas explorar nuevas posibilidades estéticas, fusionando métodos tradicionales con herramientas contemporáneas. Esta sinergia ha dado lugar a obras que no solo preservan la esencia del grabado, sino que también desafían las categorías establecidas, presentando al espectador una experiencia visual innovadora y provocadora.
El grabado como vehículo de crítica y reflexión
No obstante, esta expansión conceptual no se limita únicamente al uso de tecnologías avanzadas. También se manifiesta en la inclusión de temáticas contemporáneas que reflejan problemáticas sociales, políticas y culturales actuales. Las obras premiadas en este concurso y algunas de las incluidas en las exposiciones instaladas en la galería Villa Manuela y la Sala Villena, ambas de la Uneac, ponen de relieve cómo el grabado puede convertirse en un vehículo de crítica y reflexión sobre la identidad cubana, la memoria histórica y las tensiones socioculturales de la isla. Estos artistas emplean esta técnica como medio para abordar cuestiones universales, permitiendo que su trabajo resuene más allá de las fronteras geográficas y culturales.
Asimismo han contribuido a la visibilidad del grabado, generando un diálogo constante entre artistas y espectadores. Este intercambio ha fomentado un ambiente propicio para la experimentación y la innovación, donde las obras pueden ser apreciadas no solo por su técnica, sino también por su capacidad de interpelar y conectar con el público.
Vale significar que, tras recorrer las muestras expuestas en estos dos espacios de la Uneac, el observador puede corroborar la capacidad de los artífices cubanos que ejercen esta disciplina para ampliar horizontes y abordar temáticas complejas, lo cual convierte al grabado en un campo fértil para la creatividad, donde la tradición y la modernidad coexisten y se enriquecen mutuamente, evidenciando así que el arte, en todas sus manifestaciones, es un reflejo dinámico de la sociedad.
Como trascendió en el conversatorio que bajo el título de Gráfica expandida: teoría y práctica en Cuba se celebró en la Uneac, este evento dejó en claro que tal denominación en la contemporaneidad insular no es solo un concepto, sino un movimiento que impulsa la renovación del grabado, al conectar tradición y contemporaneidad y reafirmar su lugar dentro de las artes visuales.