En 17, una céntrica calle de la capital cubana, se celebró este sábado un acto como parte de la Jornada Mundial de Solidaridad con Venezuela. Presidido por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla; la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle Boué, y el Embajador venezolano, Orlando Maneiro Gaspar, se condenó desde La Habana la creciente agresividad de Estados Unidos contra la nación bolivariana.

La convocatoria respondió a la alerta emitida días antes por el Gobierno Revolucionario cubano sobre la intensificación de las acciones norteamericanas para justificar una eventual agresión militar. En este contexto, se denunció la extraordinaria acumulación de medios bélicos en el sur del Caribe, la destrucción reiterada de embarcaciones civiles con el asesinato de sus tripulantes, y la amenaza de extender estas operaciones a zonas terrestres. Un escenario que, de materializarse, tendría “incalculables consecuencias para la paz, la seguridad y la estabilidad de Nuestra América”.

Desde la tribuna, la doctora Idalmis Rodríguez, especialista en Medicina General Integral, tomó la palabra en representación de las fuerzas defensoras de la paz y la autodeterminación. Condenó con “la peligrosa y continua escalada bélica impulsada por el gobierno de los Estados Unidos” y rechazó las “narrativas fabricadas” que pretenden crear un clima hostil.
“La historia reciente nos ha enseñado cómo se manipula la opinión pública mundial con falsedades para luego proceder a la invasión, el saqueo de recursos y la muerte”, afirmó.
La doctora expresó el respaldo inequívoco del pueblo cubano al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro y al hermano pueblo venezolano, defendiendo su derecho sagrado a decidir su destino sin injerencias. Abogó por los esfuerzos de diálogo como vía para preservar a la región como Zona de Paz, conforme a la proclamación de la CELAC en 2014. “Resolver cualquier controversia pasa por el respeto y el diálogo soberano, no por la presión ni las amenazas de fuerza”, sentenció.

Asimismo, criticó la concesión del Premio Nobel de la Paz a una figura que ha solicitado la intervención militar foránea, calificándolo de “contradicción grotesca” y “una traición a la paz”. “Premiar a quien pide la guerra es una traición a la paz”, denunció, argumentando que dicho acto busca despojar de legitimidad al gobierno venezolano y preparar el terreno para una agresión.
Dirigiéndose directamente a Washington, cuestionó su historial en la región y afirmó que “el verdadero combate contra el terrorismo no comienza inventando enemigos, sino examinando los propios historiales”. Subrayó que el despliegue militar cerca de Venezuela “no es un gesto de paz, es una amenaza explícita” para intimidar a un pueblo soberano.

Finalizó su intervención con un llamado contundente: “La paz no se construye con premios otorgados a los belicistas, ni con flotas de guerra en costas ajenas. La paz se construye con respeto al derecho internacional, con diálogo y con la firme decisión de los pueblos de ser dueños de su propio futuro”.

