La zafra es un sistema y como tal hay que defenderla desde una mirada integral que dé la posibilidad de trabajar, y hacerlo bien, para aprovechar mejor cada recurso y encontrar los puntos de equilibrio que alguna vez tuvo.
Lo comento con José Luis Jomarrón Cera, presidente de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (Ubpc) Diego Felipe, portador de una amplia trayectoria laboral vinculada a la producción cañera y con reconocidos resultados.
José Luis comparte mi opinión y demuestra, junto a sus trabajadores, en los áridos campos de su unidad que es posible avanzar más y proteger del colapso la producción agroazucarera en Cuba que es historia, tradición, cultura y una inestimable opción laboral para muchos hombres y mujeres de zonas remotas, cuya vida latía al compás de la zafra o de sus preparativos.
Esta rama devino rubro históricamente priorizado para la economía nacional por sus aportes financieros y su impacto en la vida de numerosos asentamientos poblacionales a lo largo y ancho del país y hoy no alcanza ni para satisfacer la demanda de la canasta básica normada.
No es ocioso decir que en esta UBPC, ubicada en el norteño municipio de Puerto Padre, provincia de Las Tunas, y en suelos de poca fertilidad, siembran y dan atención cultural en secano a las plantaciones; y, sin embargo, su junta directiva y el colectivo laboral tradicionalmente han demostrado que sí se puede tener eficiencia en el cultivo de la gramínea y en la diversificación de las producciones.
Como José Luis es un apasionado y un profundo conocedor de este tema lo invito a compartir saberes y razonamientos.
Al habla con José Luis Jomarrón Cera
Le comento mi criterio sobre la pertinencia de seguir insistiendo en la necesidad de sembrar más caña, si la industria no dispone de condiciones técnicas para procesarla, y en los campos está la prueba evidente con las inmensas cantidades de plantaciones quedadas y requedadas.
Entonces, comparte animado sus ideas sobre cómo enfrentar la crisis actual, corregir distorsiones para comenzar a recomponer el sector y detener el declive de la zafra.
-¿Los traspiés de las zafras, por la industria o la caña?, le pregunto y Jomarrón Cera sostiene categórico sus puntos de vista
“Es la fábula del huevo y la gallina: si la industria no muele no habrá caña, y si no hay caña la industria no molerá. Hay que trabajar en los dos aspectos a la par si queremos alcanzar los efectos deseados. Los productores sabemos cómo hacerlo y tenemos conciencia de que se puede hacer mucho más.
“Pero, la ineficiencia de la industria, que es a la que vendemos nuestra producción cañera, incurre reiteradamente en impagos de la materia prima –ya entregada y procesada- lo que trae consecuencias nefastas para todo el sistema financiero de las unidades proveedoras, y afecta el pago de anticipos y la compra de insumos necesarios para la producción, además, se alteran los costos, pues al no pagar a tiempo los créditos otorgados por los bancos aumentan los intereses, razón por la que se pagan cantidades de dinero nada despreciables.
“Así se frustran nuestras expectativas, pues en correspondencia con los resultados que se expresan en los niveles actuales de producción, nosotros –los trabajadores y yo- teníamos proyectado cobrar, entre anticipo básico y estímulo por la evaluación del desempeño, hasta 17 mil pesos mensuales, y no fue posible.”
-¿En sus campos hay cañas quedadas y requedadas?
“En la pasada zafra se nos quedaron sin cosechar 14 mil toneladas de caña equivalentes a unos 28 millones de pesos que no ingresamos, de los cuales ocho millones serían para gastos y 20 para distribuirlos, que representarían 200 mil pesos por utilidades para cada trabajador.
“La producción de caña es un proceso tecnológico y uno de los aspectos fundamentales es el balance de cepas, y en el caso de las quedadas no puede sobrepasar el 20 por ciento, y cuando esto ocurre así, atenta grandemente contra los rendimientos agrícolas y los industriales, y trae considerables pérdidas económicas.
“Actualmente hay unidades trabajando con el 40, 50, 60 y hasta el 70 por ciento de cañas quedadas que, además, se muelen desfasadas por las demoras en el inicio de la zafra, pues debían cosecharse en los meses de diciembre y enero que son los óptimos y se hace, a veces, en marzo, abril y mayo aumentando el porcentaje de materias extrañas, uno de los puntos neurálgicos que deprimen los rendimientos. También hay algunas cepas que no se cosechan y pasan a la categoría de requedadas, las cuales amplifican las pérdidas en la industria y a las formas productivas.”
-¿Fallan algunos eslabones de la cadena?
“La recuperación cañera pasa por lograr la motivación del hombre. Formar en los colectivos laborales una conciencia de dueños de la producción y, también, por asegurar, en lo posible, insumos imprescindibles como herbicidas y fertilizantes, reactivar la mecanización agrícola…
“Desde mi apreciación personal, para capear el temporal, lo primero es atender al hombre, porque ahora mismo es el único activo que tenemos disponible y es capaz de generar muchos de los recursos que nos faltan. Hemos perdido 10 veces más de lo que hubiéramos gastado en acciones de ese tipo, pero no lo hemos atendido, nos hemos quedado en los discursos, las buenas intenciones y en frases estereotipadas.
“También hace falta modificar la estructura productiva de las UBPC, que surgieron hace más de 20 años. Hoy ese sistema organizativo frena la eficiencia de las nuevas tecnologías e impide obtener los resultados esperados.”
-¿A la producción cañera se le otorga en la práctica la prioridad que domina el diseño teórico del programa estratégico para la salvación del sector?
“Actualmente en documentos, directivas, resoluciones se estimula la producción cañera. El país ha hecho un enorme esfuerzo y el precio que tiene hoy la materia prima en condiciones normales sería muy ventajoso y muy estimulante para los productores, pero estas medidas llegaron un poco tarde, porque faltan los recursos necesarios para dar el «empujón» que la actividad necesita.
“Todos sabemos que en estos momentos no contamos con los recursos materiales imprescindibles para mantener el sector, yo diría para salvar el sector, pero no se puede descuidar que esta actividad, si es bien manejada, es capaz de autofinanciarse y dejar dividendos sustanciales a la economía del país. En otros países hay ejemplos que lo demuestran.”
-¿Cuentan con el apoyo institucional?
“Después que se adoptaron las 93 medidas para la salvación del sector ha mejorado significativamente. En el proceso productivo somos acompañados por todas las instituciones indicadas, excepto el Seguro que es demasiado costoso, y, a pesar de ello no asume ni el 10 por ciento de los gastos que perjudican la producción. Hay sequías persistentes, inundaciones con grandes afectaciones productivas y económicas, y el Seguro no cubre nada, siempre busca justificaciones y a la mayoría de los casos no acude. Es el criterio generalizado entre todos los productores.”
–¿Marcha por buen camino la autonomía de las UBPC?
“Se ha manejado el tema de la autonomía, pero sin la observancia y la exigencia de que se tiene autonomía para hacer bien las cosas, sin chapucerías como a veces ocurre. Bajo el concepto de la autonomía de la UBPC muchas han sido mal gestionadas, otras han quebrado y no pocas, aunque son rentables, no alcanzan su potencial productivo. El Estado debe dar autonomía, pero controlar más. Tiene que desempeñar otro rol, otro papel.”
-¿Es posible capear el temporal?
“Para capear el temporal hay que perfeccionar la atención al hombre y despertar motivaciones, satisfacer sus necesidades crecientes y pagarle según su trabajo. Eso no es nuevo, al hombre hay que pagarle por su trabajo, pero hay que pagarle por estímulo, por la productividad, la calidad, la disciplina. Existe respaldo jurídico para implementar sistemas de pago que tengan en cuenta esos particularidades, pero hay desidia en su materialización.”
-¿Cómo logran la eficiencia en la UBPC Diego Felipe?
“En mi unidad todo el mundo cobra un estímulo por la evaluación del desempeño en la semana. Hay una organización del trabajo que a mí me parece perfecta para un modelo socialista y son los colectivos laborales, cuya creación aumenta el sentido de pertenencia, porque los trabajadores son dueños de todo, es una forma de propiedad colectiva; sin embargo, a su ejecución no se le ha dado la relevancia que tiene. No podemos seguir apostando por la privatización, que tiene nombre puesto hace siglos.
“Aquí tenemos una buena estrategia con el balance de cepas, y la aplicación de la ciencia y la técnica, que nos ha permitido obtener mayor población de los plantones. El rendimiento es de 42 toneladas de caña por hectárea, en suelo de muy mala calidad y en secano.
“En la campaña de siembra de primavera el plan era de 82 y las sembramos sin pérdidas. Ahora ya tenemos la tierra preparada para la campaña de frío y plantar otras 73,4 hectáreas.”
