La reciente decisión del Hotel Horizontes Villa Soroa de adornar una obra del renombrado pintor cubano José Omar Torres con bombillos navideños de colores ha provocado controversia y reflexión en el ámbito de las artes visuales contemporáneas en Cuba. Este acto, además de resultar un tanto absurdo, revela una falta de respeto hacia la esencia de la obra y su creador, desvirtuando así la tesis que acompaña al cuadro y ofreciendo una lectura alternativa que contradice la intención original del artista.
José Omar Torres es conocido por su enfoque introspectivo y profundo sobre la realidad cubana, abordando en sus obras temas que invitan a la reflexión y el análisis crítico de la sociedad. Su estilo único —abstracto figurativo— se caracteriza por un uso sutil del color y la forma, elementos que invocan emociones complejas y narrativas ricas. Al sumar bombillos navideños, que evocan un sentido festivo y superficial al contexto de su obra, se corre el riesgo de trivializar no solo el trabajo de Torres, sino también el mensaje que este busca comunicar.
La incorporación de elementos decorativos ajenos al lenguaje del artista desvirtúa el sentido de esta obra (Sin título, 150x120cm, acrílico y crayón sobre lienzo) realizada por José Omar en respuesta a un pedido que le hizo ese hotel hace alrededor de 15 años, cuando se acometió allí una nueva ambientación. “Es increíble que estas cosas pasen”, dijo el artista.
Por un lado, está la intención del autor, que probablemente busca invitar a una contemplación más profunda de la existencia y la identidad. Por el otro, la interpretación resultante de esta iluminación artificial tiende hacia lo festivo y lo efímero, un enfoque que no solo desvía la atención sino que también transforma el estado de ánimo que la pieza puede generar en el espectador. Así, el arte se enfrenta a una disyuntiva: ser una herramienta de análisis crítico o convertirse en un mero objeto decorativo para el consumo visual inmediato.
Además, es fundamental considerar cómo esta práctica afecta la percepción pública del arte contemporáneo cubano. La obra de José Omar Torres no debe verse como un mero objeto de adorno, sino como un testimonio de una cultura rica y compleja. Cuando espacios que deberían respetar y resaltar esa profundidad optan por el camino fácil de la decoración, se perpetúa un ciclo de banalización que puede desincentivar al espectador a involucrarse con obras que realmente requieren un intercambio intelectual.
La utilización de bombillos navideños dentro del contexto de una obra de arte supone, en cierta medida, una apropiación indecorosa de la misma. Se plantea la pregunta de dónde trazar la línea entre la celebración de la cultura y el respeto hacia los creadores que dan vida a esa cultura. La festividad, en su forma más pura, debería ser un espacio de celebración genuina, en el que el arte ocupe su lugar como catalizador de conversaciones críticas y reflexiones profundizadas, y no como un mero elemento ornamental.
El hecho de que el Hotel Horizontes Villa Soroa, en su afán de atraer turistas y generar un ambiente festivo, haya optado por esta estrategia, pone de manifiesto cómo la comercialización y el turismo pueden distorsionar la visión del arte contemporáneo. El arte, en su esencia, debe ir más allá de lo meramente ornamental; debe ser un vehículo de ideas, una invitación al diálogo, una ventana hacia realidades diversas que requieren atención y entendimiento. Incorporar simbolismos que remiten a la superficialidad festiva sin una reflexión previa respecto a la obra original es un acto que, aunque busca animar el espacio, en última instancia, oculta la riqueza de su contenido.
Es esencial abogar por una mayor sensibilidad y comprensión hacia las obras de arte, especialmente aquellas que provienen de exponentes destacados como José Omar Torres. El respeto y la adecuación del contexto en el que se exhiben son imperativos para preservar la integridad del mensaje que el artista desea transmitir. En un mundo donde el arte contemporáneo lucha por encontrar su lugar y ser comprendido, acciones como las observadas en el Hotel Horizontes Villa Soroa no hacen más que agravar la crisis de percepción que enfrentan muchas obras significativas.
La incongruencia de iluminar una obra de José Omar Torres con bombillos navideños de colores no solo provoca un conflicto de intereses, sino que también plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del arte y su percepción en la sociedad contemporánea. Los espacios públicos tienen la responsabilidad de ser custodia del legado cultural y artístico, promoviendo no solo la belleza estética, sino también el diálogo profundo que enriquece nuestra comprensión del mundo. Respetar la voz de los artistas es crucial para un futuro donde el arte no sea un mero adorno, sino una experiencia transformadora.