Para la tiranía de Fulgencio Batista, el nombre de José María Pérez Capote resultaba muy peligroso. No bastaba con registrarlo en los tenebrosos archivos del Buró para la Represión de Actividades Comunistas (BRAC). Era preciso perseguir, capturar y eliminar al prestigioso líder en el sector del transporte, como ocurrió el 20 de noviembre de 1957.
Su batallar revolucionario en manifestaciones estudiantiles y otras acciones comenzó durante las luchas contra otra sangrienta dictadura: la de Gerardo Machado en la década de los años 30.
Sin pertenecer aún al sector del transporte, José María Pérez organizó en 1932 y como miembro de la Liga Juvenil Comunista la huelga de choferes de la Empresa de Ómnibus Cuba S.A. cuyapatronal arbitrariamente lanzó a la desocupación a más de 700 empleados.
Al año siguiente participó en un movimiento huelguístico de la citada entidad cuya magnitud sumó a trabajadores de otros sectores, paralizó la vida económica del país y derrocó por último al gobierno machadista, en agosto de 1933.
En representación de sus hermanos de clase, las demandas planteadas fueron conquistadas en su mayoría: la reposición de los desplazados, la creación del escalafón laboral y la pareja de chofer y cobrador para cada carro, así como aumentos salariales y supresión del despido arbitrario por parte de la patronal.
Pronto sus compañeros en la terminal de ómnibus en la barriada habanera de Palatino lo eligen miembro del comité sindical y forma parte del Departamento Juvenil de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC).
En marzo de 1935 una poderosa huelga general estremece a la nación y es ahogada en sangre por el gobierno de turno al servicio del imperialismo yanqui.
No obstante el duro revés para el proletariado, José María Pérez contribuye junto a otros líderes obreros en la difícil misión de reconstruir el movimiento sindical sobre bases unitarias y de ese modo legalizó la Federación de Transporte de La Habana de la cual fue elegido secretario general.
Su autoridad y prestigio lo hicieron merecedor de estar entre los fundadores de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), en enero de 1939.
Al producirse en 1947 la división del movimiento obrero por parte de elementos gansteriles sindicales, se enfrentó resueltamente al asalto de los sindicatos y a la imposición de falsos dirigentes. Comenzaba entonces otro período de cruenta lucha proletaria
A raíz de tales circunstancias y durante una asamblea con choferes de ómnibus urbanos, alertó: “limpiar a nuestro movimiento obrero de esta escoria representa un sacrificio”.
Tras recordar las acciones emancipadoras de la clase trabajadora durante la etapa Machadista y en 1935 para “desafiar a los mandones de turno”, sentenció: “ ahora haremos lo mismo, no importa que en ello vaya nuestra propia vida”.
Tras el golpe militar reaccionario encabezado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, fue implacable el asedio a los combatientes revolucionarios y comunistas.
Por entonces asumió la dirección de la CTC en los momentos en que la dictadura recién instaurada impidió el regreso a Cuba de Lázaro Peña González, secretario general de la organización obrera, quien se encontraba participando en una reunión de la Federación Sindical Mundial, en México.
El 20 de noviembre de 1957 sicarios a las órdenes de un connotado asesino lo detienen, secuestran, torturan salvajemente.
Sus verdugos lo eliminaron físicamente al lanzarlo al mar desde una embarcación, pero no pudieron impedir que las ideas por las cuales luchó y cayó fueran las realidades que con el triunfo de la Revolución Cubana hoy disfruta nuestro pueblo.