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Fidel y el futuro de la Revolución

El 17 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Estudiante. Para Cuba esa fecha adquirió especial significación en 2005 en ocasión del 60 aniversario del ingreso del Líder Histórico de la Revolución a la Universidad de La Habana, cuando a petición de los universitarios pronunció en el Aula Magna un discurso en el que convocó a reflexionar sobre el futuro de la Revolución.

 

Un discurso para el futuro, hecho por un eterno joven rebelde (Tomada de Fidel soldado de las ideas)

 

“Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse ha sido muy amarga”, dijo, “No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó.

Y agregó: ¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede impedir o no la sociedad que las revoluciones se derrumben? (…) ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista puede o no derrumbarse?

La interrogante la hizo, no por casualidad ante un auditorio que contaba con un aval histórico de combate, pero estaba dirigida y lo sigue estando a todo revolucionario y patriota cubano.

Nuestro pasado de luchas está repleto de coyunturas en que los proyectos revolucionarios parecían irse a pique, sin embargo hubo quienes perseveraron hasta lograr el triunfo, pero ¿ese triunfo puede malograrse? Es la pregunta de Fidel que obliga a la reflexión.

 

 

En la actualidad el imperio recrudece sus medidas agresivas contra Cuba e intenta asfixiar la Revolución por todas las vías posibles, desarrolla una feroz guerra mediática encaminada a sembrar el desaliento y la desconfianza en sus dirigentes, y hasta los trata de desmoralizar con recursos tan poderosos como la Inteligencia Artificial y en su afán por aislar a la Mayor de las Antillas persigue e impone multas millonarias a quienes tratan de apoyarla.

Como nunca la administración yanqui actúa de forma incontrolada, prepotente e irresponsable, acusa al Estado cubano de fallido pasando por alto deliberadamente que la mayoría de los problemas se derivan del interminable bloqueo, con lo que siguen una política cínica de convertir a la víctima en victimario.

En el río revuelto de la crisis interna aumentan el delito y la corrupción, y se empieza a escuchar el criterio de que “esto no lo arregla nadie” por parte de personas que no logran valorar el inmenso esfuerzo que realiza la dirección del país por encontrar soluciones y su empeño por defender las conquistas de la Revolución y no son capaces de distinguir la verdad de la mentira entre la avalancha de tergiversaciones que le llegan a través de las redes sociales.

El enemigo sigue apostando al cansancio de los cubanos ante décadas de privaciones y espera que lleguen al convencimiento de que es preciso un cambio de régimen… por supuesto hacia el capitalismo, en una “transición” que arrasará con todo lo que huela a Revolución y socialismo.

Todo ello indica que hoy como nunca la nación está atravesando momentos muy complejos, tal vez los más complicados desde el triunfo revolucionario.

Ante este panorama adquieren particular vigencia otras ideas planteadas por Fidel cuando expresó:

“En tiempos difíciles hay quienes se confunden, hay quienes se desalientan, hay quienes se acobardan, hay quienes se reblandecen, hay quienes traicionan, hay quienes desertan. Eso pasa en todas las épocas y en todas las revoluciones. Pero también en los tiempos difíciles es cuando realmente se prueban los hombres y las mujeres, en los tiempos difíciles es cuando se prueban realmente los que valen algo.”

Y reafirmó otra verdad que tiene absoluta actualidad:

“En tiempos espinosos los simuladores, los corruptos que vivían engañando y haciendo daño al pueblo, los acomodados, no resisten las necesidades, limitaciones y carencias que afectan a todos, de una forma u otra, viéndose obligados a quitarse el disfraz.

“Esa es la parte positiva de los tiempos que vivimos, que constituyen momentos de definiciones y de reafirmación revolucionaria.”

He ahí la fórmula para enfrentar estos tiempos, para que se impongan los verdaderos cubanos, los que no quieren retornar al pasado neocolonial, los que no renuncian a la dignidad y el reconocimiento ganados por la resistencia del pueblo en este archipiélago que se alzó ante las puertas de la potencia más poderosa del mundo, los que no negocian a cambio de un plato de lentejas el inmenso aval de heroísmo y de sacrificio de la historia patria. “Nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía”, dijo Camilo en su memorable y postrer discurso, ante la posibilidad de una agresión a Cuba.

Pero no se trata de movilizar con consignas sino de actuar consecuentemente en cada lugar donde se encuentre un revolucionario para evitar que proliferen las conductas y los hechos que puedan dañar a la Revolución, dondequiera que estos se produzcan y quienquiera que los protagonicen, porque esos ya  han dejado de ser parte del proyecto socialista por el cual se sacrifican millones cada día.

Hombres de siete meses llamó Martí a los que no tienen fe en su tierra, porque les falta el valor a ellos se lo niegan a los demás. Aquí a muchos les sobra. Y demostrar ese valor no solo en el combate frente al invasor sino todos los días es el que se necesita hoy.

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