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Trabajador vulnerable

En el dinámico panorama econó­mico de hoy, en el que el sector no estatal gana un espacio creciente, la contratación se erige como la piedra angular de la protección de los derechos de los trabajadores.

Sin embargo, la sombra de la informalidad aún persiste dejando a miles desprotegidos y vulnera­bles.

Garantizar el cumplimiento de la ley no es solo una obligación, sino un acto de justicia social y una inversión en la estabilidad económica del país.

La relación empleado-emplea­dor en Cuba se encuentra regla­mentada, principalmente, por el Código de Trabajo, cuya actuali­zación está en proceso de consulta y en el que se establecen las dispo­siciones que rigen las relaciones la­borales.

Las razones detrás del incum­plimiento de la contratación formal son multifacéticas y responden a una combinación de factores eco­nómicos e, incluso, culturales.

Involucrados en estos temas estiman que entre ellas está la pre­sión económica, pues para muchos negocios privados emergentes los costos asociados a los aportes a la seguridad social pueden represen­tar una carga financiera significa­tiva, lo que lleva a algunos a bus­car atajos para reducirlos a corto plazo.

También resulta posible infe­rir la complejidad regulatoria que puede ser vista como burocrática y morosa, además del propio desco­nocimiento de las obligaciones por ambas partes lo que facilita que se produzcan violaciones de manera inconsciente.

Lo cierto es que trabajar sin un contrato formal tiene consecuen­cias negativas para la dignidad y la seguridad económica de las per­sonas.

Quien se encuentre en esta si­tuación carece de acceso a la segu­ridad social (pensiones de jubila­ción) al tiempo que queda excluido del sistema de protección social, del derecho a vacaciones remuneradas, pago de certificados médicos y a la protección por maternidad.

Es válido destacar que sin esa relación contractual el emplea­do puede ser despedido en cual­quier momento sin causa justa y sin derecho a indemnización pues le resulta extremadamente difícil exigir sus derechos ante los tribu­nales.

La solución a esta problemáti­ca debe tener un enfoque integral.

Debe valorarse continuar la simplificación de los trámites y procesos de formalización, y ex­plorar la creación de incentivos fiscales temporales; fortalecer la inspección laboral; crear campa­ñas de divulgación y educación así como fomentar o reforzar la actua­ción de las organizaciones sindi­cales a fin de que expliquen a esos trabajadores las ventajas de la afi­liación para representarlos y hacer valer la ley.

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