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El Hotel que nunca duerme

El Habana Libre despierta con la ciudad. Las puertas abren a la brisa de La Rampa y a los primeros huéspedes del día. En los cristales, la luz acaricia los mármoles. Conversaciones, tazas, pasos: todo vibra con un eco profundo y más de seis décadas de historia.

Foto: Jorge Luis Sánchez

Inaugurado en 1958 como Hilton Habana —el hotel más alto y moderno de América Latina—, este coloso de 25 pisos, obra de Nicolás Arroyo y Gabriela Menéndez, apenas conoció su origen capitalista. Tras el triunfo revolucionario, asumió el rol de bastión político, escenario de encuentros diplomáticos y celebraciones populares. Hoy, bajo gestión de Meliá y Gran Caribe, el ritmo ha cambiado. Ya no llegan tantos visitantes como antes, pero el espíritu permanece y late.

La vida circula entre cafeterías que acogen a clientes habituales en busca de café fuerte y conversación, y el restaurante Turquino, refugio de aniversarios y reconciliaciones con vista a la ciudad. En las 572 habitaciones respira la historia: la suite que alojó a Fidel en enero de 1959, los pasillos recorridos por artistas, jefes de Estado, generaciones de trabajadores.

 

Protagonistas invisibles

Más allá de la arquitectura y la memoria, el Habana Libre se sostiene sobre hombros que no se rinden. Cada rincón funciona como una segunda casa y en los muros cruzan relatos de entrega, superación, pertenencia.

Bárbara Ferrales Mesa lo sabe bien. Cuatro décadas de labor, ciclones, visitas diplomáticas, coberturas internacionales. A los 61 años, como supervisora de área, sigue dando el paso al frente cuando hace falta.

Bárbara Ferrales Mesa, supervisora de área en el Hotel Habana Libre. Foto: Jorge Luis Sánchez

Su historia se entrelaza con la de Carlos Gabriel Zayas Berroa, joven dependiente que también recorrió un camino de transformación. Graduado en gastronomía y enfermería emergente, comenzó como agente de seguridad y regresó a la vocación con respaldo de la dirección. “Aprendo cada día de los compañeros y me siento feliz de estar aquí”, dice con humildad.

Carlos Gabriel Zayas Berroa ya lleva una década laborando como dependiente del Hotel Habana Libre. Foto: Jorge Luis Sánchez

Una gran familia, destaca Axel González, subdirector general, cuya función concentra los esfuerzos en elevar la calidad del servicio y consolidar resultados dentro del grupo hotelero. Hoy, añadió, el carácter formador de la instalación disminuye la fluctuación laboral pues la plantilla combina experiencia y juventud.

Axel González Benítez, subdirector general del Hotel Habana Libre. Foto: Jorge Luis Sánchez

“Contamos con trabajadores que llevan décadas de servicio y siguen activos, y jóvenes formados en gastronomía y otras áreas gracias a convenios con escuelas politécnicas. Desde aquí construimos la fuerza laboral del futuro,” señaló.

El orgullo también alcanza a figuras como el campeón mundial de coctelería, quien celebró un nuevo aniversario de su galardón junto a sus compañeros. Pero los desafíos no desaparecen. El más urgente, según Axel, es estabilizar el sistema tecnológico del hotel.

“Trabajamos en una estrategia que permita mejorar la calidad de los servicios, aumentar ocupación y las exportaciones. Eso garantizará mayores divisas al país,” declaró.

 

Hacer más con menos

María del Carmen, secretaria general del buró sindical, lo resume con claridad: “Aunque la instalación necesita una inversión capital urgente, la excelencia permanece gracias al esfuerzo de 351 trabajadores, todos afiliados al sindicato.”

Frente a las limitaciones tecnológicas, surgen soluciones desde la creatividad y el compromiso. Una avería en la red de agua caliente, en un túnel a 22 metros de profundidad, paralizó el servicio. Las entidades convocadas —nuevos actores económicos— no asumieron el trabajo por costos o complejidad.

Entonces, un grupo de especialistas del hotel por iniciativa propia y conocimiento, recuperó tuberías y el sistemas de calor. En siete días, restauraron el servicio, evitaron una paralización de 180 días y ahorraron más de 13 millones de dólares al país.

Alejandro Loredo, uno de ellos, lo explica con convicción: “La solución eliminó pérdidas de agua y optimizó el sistema de recuperación de calor. En el Habana Libre, la innovación no es solo técnica, refleja una forma de pensar, de resistir, de transformar. Logramos hacer más con menos”, precisó. La experiencia fue compartida en foros del sector turístico, promoviendo retroalimentación y aprendizaje colectivo.

“Cada compañero, desde la dirección hasta el servicio, ha modificado su forma de pensar. Ese cambio de mentalidad es lo que nos transforma”, concluyó. Sin recursos, pero con voluntad, el colectivo transformó la imagen del hotel. Cada área buscó soluciones concretas. Lo logrado es fruto del trabajo en equipo. Desde la culinaria, que conserva el sabor único de su comida, hasta el servicio humano, todos innovan. “La Habana Libre tiene un seguro en su trabajo. Y eso lo sentimos quienes estamos aquí”, se escucha con certeza.

 

Homenaje merecido

Toda una obra encierra la pasión y el compromiso de los trabajadores del sector frente a los desafíos políticos y económicos. Su respuesta ante los problemas lo hizo merecedor durante el marco del 30 aniversario del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Hotelería y Turismo (SNTHT) sede de una jornada de homenajes.

Lenia Elena León Iglesias, miembro del Secretariado Nacional del Sindicato, lo expresó con firmeza: “Este sindicato, joven pero de gran prestigio, celebra sus tres décadas con jornadas de trabajo voluntario, donaciones, visitas a hogares y reconocimientos a colectivos destacados.”

Lenia Elena León Iglesias, miembro del Secretariado Nacional del SNTHT. Foto: Jorge Luis Sánchez

Durante el acto, se entregaron distinciones a trabajadores con más de 20 y 25 años de servicio, entre ellos el director Axel González Benítez. “El turismo es la locomotora del país. Aunque hemos estado bloqueados por años, los trabajadores se crecen ante las dificultades, buscan alternativas y atienden al cliente con una sonrisa en los labios”, destacó la secretaria.

La dirigentes sindical reafirmó el compromiso del sector: “Participamos en todos los procesos junto al ministerio. Unidos podemos salir adelante y lograr que el turismo siga siendo lo que siempre ha sido: la locomotora del país.”

 

Cuanto queda por hacer

El Habana Libre no es solo un hotel: es una estructura que permanece en pie gracias a la voluntad de quienes lo habitan. Bajo luces, que a veces parpadean, y sistemas, que reclaman inversión urgente, transcurre una coreografía de esfuerzo constante. Cada jornada es una función sin telón, donde el colectivo se reinventa para que el servicio no se detenga.

Aquí no hay milagros, hay trabajo. Desde manos que reparan lo que otros no pudieron asumir, ideas que ahorran millones y jóvenes que aprenden de veteranos que aún tienen algo que enseñar. También hay un sindicato que reconoce y exige, porque las soluciones no nace de laboratorios, sino en pasillos, túneles y otros departamentos.

Está majestuosa arquitectura turística vuelve a levantarse bajo una convicción que no cabe en planos ni presupuestos. Allí se trabaja con lo disponible, pero se sueña con lo que falta. Lo que ocurre dentro no responde a la rutina ni al azar, pues es resistencia organizada, vocación sostenida e inteligencia colectiva. Cada día es una apuesta por la dignidad, una forma de seguir construyendo un mejor país, donde cada gesto cuenta y cada persona, sin importar el cargo, forma parte de una historia que no se detiene.

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