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Me afilio… no me afilio… me afilio… no me afilio…

Después de casi medio siglo de impecable desempeño, incluidas funciones como dirigente sindical, acreedora de la condición de Van­guardia Nacional en varias ocasio­nes y el cumplimiento de una mi­sión internacionalista, Mary Luz se acogió a la jubilación con la es­peranza de recibir, al menos, una despedida.

Toca al sindicato representar y tramitar las inquietudes de sus afiliados en el comercio La Violetera, en el municipio avileño de Ciro Redondo. Foto: José Luis Martínez Alejo

Fue algo así como “pasarás por mi vida sin saber que pasaste”, co­mentó al llegar a casa, expresión más que suficiente para atizar la decisión adoptada hace tiempo por su sobrina, cajera dependiente de una cafetería particular: “¿Sindi­cato para qué sirve, solo para co­brar?”.

Cuando se les pregunta por qué no se afilian, muchos trabaja­dores del sector no estatal en todo el país, expresan, además de otros argumentos, criterios concordan­tes con el de la joven santiaguera. No encuentran atractivo alguno para formar parte de una sección sindical que tampoco los represen­ta como aspiran ellos.

Los “no quiero estar”, “no me interesa”, “no me motiva” que se escuchan tienen confirmación en los registros de los 15 sindicatos existentes en la nación.

Yaisel Pieter Terry, miembro de la Comisión Organizadora del 22 Congreso de la Central de Tra­bajadores de Cuba (CTC), reconoce que la sindicalización del personal del sector no estatal es uno de los mayores desafíos.

Al cierre de septiembre, entre los más de 2 millones de afiliados en el país, apenas el 23,3 % corres­pondía a actores económicos del ámbito privado.

Más de medio millón de ellos permanecen sin afiliar, en ramas como las de Comercio, Gastrono­mía y los Servicios, la Construc­ción e Industrias, entre las reza­gadas; en tanto las provincias de La Habana, Villa Clara y Matan­zas, muestran los números más discretos.

Aunque existe un crecimien­to de más de 16 mil afiliados en el presente año —declara Pieter Te­rry—, el resultado es inferior al del 2024.

Las cifras revelan debilida­des en la materialización de una de las principales misiones de la CTC y los sindicatos: la afiliación. Un mal funcionamiento, registros desactualizados, falta de cuadros sindicales, atraso en el cobro de las finanzas, escasa representación y más, pasan factura.

Lo de incentivar, convencer, estimular y sumar cuestiones con­sustanciales a la labor sindical de­notan estar disipados por el desin­terés, el desánimo, el cansancio, el mal hacer de a quienes les corres­ponde atraer a los trabajadores.

 

Con qué gusto si no hay placer

Algunos de los que hoy se desem­peñan en el sector privado tienen experiencias en la vida sindical, pues provienen del sector estatal de la economía. Tal cuestión po­dría asumirse como favorecedora de la afiliación, pero en la prác­tica no resulta así. Todo apunta a que el precedente les dejó un mal sabor.

Este último es otro de los ar­gumentos que esgrimen aquellos que no desean “volver a pasar por lo mismo”. Piden a este equipo de prensa no publicar sus generales, “por lo que pueda traernos como consecuencia, con el nombre basta”.

Lo confirman Juan, zapatero de Camagüey, provincia con más de 35 mil 140 trabajadores por cuenta propia (TCP), y solo el 22 % de ellos afiliados; y Paco, carni­cero de Santiago de Cuba, territo­rio que marca liderazgo en el país en el orden de la afiliación, con el 58,6 % de los que ejercen la activi­dad en el sector no estatal suma­dos a una sección de base.

Tanto Juan como Paco asegu­ran que fue pálida su membresía en una sección sindical. “A muchos nos parece que el sindicato te qui­ta más que lo que te da”, comenta el agramontino con base en lo ya vivido, y acota que en su etapa es­tatal sintió que era una obligación estar sindicalizado; ahora que es el dueño de la zapatería cumple con el pago de los tributos y punto fi­nal.

Paco dice recordar momentos de enfrentamiento a “decisiones arbitrarias de la administración”, durante los cuales la organización con la que siempre cumplió debe­res jamás hizo nada “por mis de­rechos”. De procesos de enferme­dad sin “el acompañamiento, por lo menos la preocupación”, de su organización de base prefiere no hablar: “¿Para qué volver atrás?, mejor sigo tranquilo, luchando por lo mío, sin pertenecer a nada”.

 

Y después de todo, ¿qué?

Urge recuperar el vínculo entre el sindicato y los trabajadores, espe­cialmente en el sector no estatal en el que el lazo resulta más frágil.

Leobanys Ávila Góngora, tam­bién miembro de la Comisión Orga­nizadora del 22 Congreso, advierte que la falta de representación ali­menta las insatisfacciones de los afiliados y frena el crecimiento del movimiento en el sector privado.

Entre las principales preocu­paciones del sector –acumuladas hace tiempo y sin respuestas efec­tivas hasta hoy– están “el acceso a créditos y moneda convertible, demora de los trámites y el rol que deben asumir los organismos rec­tores en la regulación, acompaña­miento y facilitación de las activi­dades para las formas de gestión no estatal”, puntualiza.

Un aliento podría verse en el Anteproyecto de Ley del Código de Trabajo –actualmente en consul­ta–, pues es una oportunidad para consolidar derechos y fortalecer la representación en el sector priva­do, siempre que se logre preparar de forma adecuada a los cuadros y garantizar espacios reales de par­ticipación desde la base.

Tal como subraya Ávila Gón­gora, la sindicalización debe ser voluntaria y consciente, respalda­da por estructuras funcionales y un trabajo integrado entre sindica­tos, gobiernos locales y organismos rectores, cuestión que en Santiago de Cuba arroja favorables indica­dores, aunque no todo es miel so­bre hojuelas.

Desde su desempeño como directora de la UEB, Taimy (a la derecha) estimuló a los cuatro TCP que laboran en el área arrendada de la cafetería Marilyn a sumarse a la sección sindical, una estructura que por su buen funcionamiento sirvió de incentivo para que los no estatales dijeran sí a la afiliación. Foto: Betty Beatón Ruiz

Fórmulas ¿y resultados?

Mairelis Reyes Montes de Oca, miembro del Secretariado de la CTC en la provincia santiaguera, comenta que “se ha fortalecido el vínculo de los dirigentes sindicales con los nuevos actores económicos; lo hemos hecho, incluso, asignando a sus cuadros lugares específicos donde es alta la concentración de TCP, para que materialicen un tú a tú y sumen afiliados.

“Vincularnos a ellos, que nos reconozcan, saber de sus preo­cupaciones, de sus inquietudes, gestionarlas son cuestiones esen­ciales. Tienen buenos resultados municipios como Palma Soriano y San Luis, junto a los sindicatos de Hotelería y Turismo, Energía y Minas; Comercio, Gastronomía y Servicios; Transporte y Agrope­cuarios, Forestales y Tabacaleros.

“Igualmente, se ha implemen­tado, de forma trimestral, que cada uno rinda cuenta a la CTC provincial de cómo se avanza en la afiliación de este importante sector de la economía. ¿Estamos satisfechos?, para nada, sabemos que todavía hay mucho por hacer en ese sentido, y seguimos ponien­do empeño a favor de la unidad.

“Debemos perfeccionar nues­tro sistema para que los órganos de dirección del gobierno puedan emitir respuesta ágil a los plan­teamientos que salen de esas sec­ciones sindicales”.

Uno de esos, reiterados en el diálogo con cuentapropistas que ejercen diferentes actividades, es el acoso por parte de los inspectores, las numerosas visitas que de ellos reciben sin que medie, a su decir, el interés de orientar y ayudar, sino el de imponer multas elevadí­simas, que a veces transigen quitar tras embolsillarse una cuantía me­nor, aunque bastante cercana a la que pretendían imponer.

“También falta, acota Reyes Montes de Oca, mayor reconoci­miento y estimulación moral, al igual que insertarlos en el sistema de distinciones y condecoraciones de la CTC”.

En Ciego de Ávila el movi­miento sindical busca incorporar más afiliados, con el acicate que significan las estadísticas hasta el cierre de septiembre.

Han sumado a 17 mil 668 no estatales, el 19 % del total; aunque con el mayor volumen de recursos humanos, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) re­portan solo el 12.7 por ciento.

En aras de revertirlo, un ejer­cicio está en marcha; Yuniel Espi­nosa Reyes, miembro del Secreta­riado Provincial de la CTC avileña, explica su esencia: “Realizamos un chequeo semanal y acordamos visitar en el presente mes todas las formas de gestión no estatal, con vistas a conocer, mediante un cer­tifico, la plantilla aprobada y cu­bierta, para así nosotros fijar un universo real de la afiliación”.

Quizás esta práctica logre el objetivo deseado, a sabiendas de que falta bastante camino por re­correr, tal y como reconoce Ana Iris Hidalgo Conde, miembro del Secre­tariado de la CTC en Camagüey.

“Si hacemos una comparación con años anteriores hemos creci­do en afiliados gracias a que to­dos los meses analizamos el tema, buscamos alternativas para llegar a ellos y brindamos una mejor for­mación y capacitación a los diri­gentes sindicales”.

En Almaley, como en una empresa estatal, el sindicato vela por sus afiliados que son los trabajadores. Foto: Gretel Díaz Montalvo

En el territorio agramontino intentan atemperar diálogos y es­trategias y conocer que el trabaja­dor no estatal no está sentado al lado del dirigente sindical, tampo­co, en su mayoría, en una oficina o local de ocho de la mañana a cinco de la tarde, y ni siquiera dispone de tiempo para largas reuniones, porque cada minuto le cuesta.

Sindicatos como los de Ener­gía y Minas y de Comunicaciones, Informática y la Electrónica asu­men esas prácticas con buenos re­sultados hasta ahora. También allí se busca incentivar el intercambio con los miembros de las mipymes. “En la provincia, acota Hidalgo Conde, hay aprobadas 303, pero hemos aclarado que de ellas sola­mente hay 36 creadas y trabajando.

“De los más de 5 mil 535 tra­bajadores de esos actores econó­micos hemos afiliado solamente a 527, casi un 10 %, distribuidos en 22 secciones sindicales”.

 

Que no se apaguen las lucecitas

Si por un lado existen quienes reniegan y se niegan (hay due­ños de mipymes que ponen como condición no tocar el tema de afi­liación a un sindicato), otros del sector privado le reconocen a la afiliación ventajas, contribucio­nes, aportes…

En la Agencia 2 de Taxis Cuba, la sindicalización no es solo aporte: es familia, respaldo y sentido de pertenencia. Foto: Alejandro Acosta Hechavarría

La Agencia 2 de Taxis Cuba, en La Habana, por ejemplo, logró afiliar a sus 524 choferes, demos­trando que la organización sindi­cal también puede consolidarse en el sector privado. “Hemos creado una gran familia”, afirma su di­rectora.

Eudes Lido Feal Rodríguez, secretario del buró sindical desta­ca que “la participación activa, la unidad y el acompañamiento en la solución de problemas fortalecen el vínculo con los trabajadores, quienes confían en su sindicato a pesar de las dificultades”.

Leonardo Iglesias Valdés, cho­fer con 28 años de experiencia, lo tiene claro. “Aquí el sindicato no es un papel, sino respaldo”, expresó mientras ajusta una pieza en su vehícu­lo en la mencionada agencia de Taxis Cuba, donde forma parte del buró sin­dical. “Cada pro­blema tiene una respuesta, y para ello está la organi­zación”.

El proyecto fa­miliar La Violetera, en el municipio avi­leño de Ciro Redon­do, con su titular al frente, Dannab Hernández Pulido, también es muestra de sindicalización efectiva.

Hay orden, hi­giene y buen trato, ¿cuadra en este ne­gocio la afiliación al sindicato?, fue la pregunta y no de­moró la respuesta. “La cuenta sí da desde el primer día que nos vi­sitaron las compañeras de la CTC municipal, nos sindicalizamos y cotizamos a tiempo y en forma.

“Ahora nos corresponde ser re­cíprocos con los cambios para la evolución de las formas de gestión no estatal”, subraya Dannab.

Para Anailis Hernández Diepa, empleada asalariada, “afiliarse significa corresponder a los bene­ficios en los que el sindicato se ha pronunciado y alcanzado resulta­dos, por ejemplo, la protección a los actores económicos no estata­les ante enfermedades, accidentes, maternidad y otros asuntos del ré­gimen especial de la seguridad so­cial que hoy son ley”.

Saulo Castillo Morales, esposo de Dannab, también cooperante en la gestión, medita sobre insatis­facciones sin relación con el mo­vimiento sindical, pero que tal vez influya en la poca disposición para asociarse.

Con apego a la legalidad, Tai­my Serrano Figueroa, directora de la unidad empresarial de base (UEB) Kontiki-Marilyn-Isabelica, en la céntrica calle Enramadas de Santiago de Cuba, sumó a los cua­tro TCP del local que les arrendó para la venta de pizzas.

Una de ellos, Olga Lidia Men­gana Babastro, dice que como los demás se siente representada por el sindicato, y en esa misma me­dida “aportamos, pues fuimos a la movilización convocada para la recogida de café”.

También en Camagüey hay ejemplos a favor, como en la me­diana empresa Almaley, dedicada a la limpieza e higienización de la zona céntrica de la ciudad cabece­ra provincial.

Cuenta Euliser Almaguer Pa­lomino, presidente de la junta ge­neral de socios, que no fue muy difícil sindicalizar a los suyos. “La mayoría procedía del sector esta­tal, así que todos comprendían la importancia de tener allí una sec­ción sindical, incluso un núcleo del Partido”.

 

Caso no cerrado

El sindicato, entiéndase sus cua­dros y funcionarios, deben hacer lo que les toca y sobrepasar el facilis­mo que significa afiliar a los tra­bajadores en un centro laboral del sector estatal. Ahí, generalmente, la sindicalización cae por su pro­pio peso. En el ámbito privado de la economía se requiere persuadir, dialogar, sin teque y con múltiples argumentos.

Si aquellos a los que les corres­ponde hacerlo carecen de la pre­paración necesaria no se concreta la afiliación. En un mapa laboral cambiante como el de la Cuba de hoy, la CTC y los sindicatos deben transformar sus métodos y pasar del diagnóstico a más acción. No basta con conocer el problema: hay que resolverlo.

Los negocios privados crecen y con ellos el número de empleados. El movimiento sindical enfrenta el desafío de adaptarse, conectar con esos trabajadores, establecervínculos sólidos, demostrar utili­dad a esos que desde otras formas de gestión también empujan un país.

Muchas son las medidas, de­cretos y resoluciones aprobadas por el Gobierno en los últimos años para favorecer este sector. Y no pocas han sido promovidas desde la CTC y los sindicatos. Afi­liarse no puede ser mecanicismo ni rutina. Debe sentirse como una fortaleza para defender derechos también ante los empleadores.

¿Acaso es imposible cuadrar la afiliación en el negocio priva­do? Claro que no. En el mundo afiliarse a un sindicato es res­paldo y garantía de luchar por sus de­rechos. Y esa es la esencia de la socie­dad nuestra. Queda mucho por hacer, pero se puede.

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