Cargando...Fundada hace más de cinco siglos, San Salvador de Bayamo no es solo la segunda villa creada por los conquistadores españoles, sino el crisol donde se fundieron los valores de independencia, patriotismo e identidad que hoy definen a todo un pueblo.
Su título de Cuna de la Nacionalidad Cubana es el reconocimiento a una historia de sacrificio y amor que perdura en el espíritu de sus festividades y en el corazón de su gente.
La antorcha que encendió una nación
La esencia de la urbe se comprende en un acto de insuperable arrojo. En 1869, durante los primeros compases de la Guerra de los Diez Años, los bayameses, liderados por sus próceres, enfrentaron una decisión eterna: rendir la primera ciudad libre de Cuba o inmolarla.
Y eligieron la leyenda:
“Desde la entrada del pueblo hasta el solitario parque, la ciudad era un montón de escombros (…) sobre los cuales revoloteaba una infinita bandada de palomas, trazando círculos en el aire y sin atreverse a posarse sobre ellos, como tratando de buscar, a través de la informe masa ennegrecida, los lugares donde dejaron sus crías, el seguro abrigo de sus nidos!”.
Esta descripción, escrita por el historiador José Maceo Verdecia en su libro Bayamo, captura el paisaje desolador que encontraron las tropas españolas luego del siniestro.
El incendio, un acto de heroica resistencia donde los residentes prefirieron ver reducida a cenizas su patrimonio antes que entregarla al enemigo, simboliza el momento fundacional del carácter cubano: el fuego que consumió la ciudad avivó la llama de la nacionalidad.
Otros pilares que sostienen el título de Bayamo como Cuna de la Nacionalidad son los de ser la tierra de origen de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, y del Himno Nacional, surgido como un canto de guerra de manos del patricio Pedro Figueredo, Perucho.
La identidad que se celebra: La Fiesta de la Cubanía
Esa historia no duerme en los archivos; late y se celebra cada año en la Fiesta de la Cubanía, que tiene como fecha cumbre el 20 de octubre, Día de la Cultura en el país.
Creado en 1994, este evento transforma la localidad en un gran escenario donde lo auténtico se vive, se discute y se renueva. Durante varios días, la urbe se convierte en un hervidero de actividades que honran lo más auténtico del ser cubano.
La festividad incluye una Conferencia Teórica donde investigadores y estudiosos, entre ellos invitados internacionales, profundizan en los debates sobre la nacionalidad.
Además, se despliega una feria de raíces y tradiciones en la simbólica Plaza del Himno, el mismo lugar donde se cantó por primera vez nuestra marsellesa.
También rinde homenaje a expresiones culturales vitales, como la rumba cubana, declarada Patrimonio de la Humanidad, y a movimientos artísticos como la Nueva Trova.
El compromiso con la identidad no se limita a recordar el pasado, sino que también se proyecta hacia el futuro mediante iniciativas creativas.
Esta visión asegura que la esencia bayamesa no sea un relicario, sino un organismo vivo que se adapta y crece.
Hoy, al pasear por sus calles en un carruaje colonial, visitar la casa de Céspedes o unirse al júbilo de la Fiesta de la Cubanía, se comprende que Bayamo es mucho más que un lugar en el mapa: es el corazón palpitante de Cuba y un recordatorio perpetuo de que la identidad de un pueblo se forja con actos de valor inmensos y se mantiene viva a través de la celebración consciente y orgullosa de su historia.
En cada rincón de esta ciudad monumental, el pasado y el presente se funden, invitando a todos a cantar, con igual fervor que en 1868 las notas inmortales de «La Bayamesa».
