Cargando...En el Teatro de los Trabajadores (La Bourse du Travail), de París, se celebraron por estos días las actividades centrales del 80.º aniversario de la Federación Sindical Mundial (FSM). La ciudad francesa, escenario de la fundación en 1945, volvió a acoger a dirigentes obreros de todos los continentes. El espíritu del encuentro evocó los anhelos de entonces: unidad, solidaridad y defensa de los trabajadores.
Los actos incluyeron debates, exposiciones y foros dedicados a la memoria histórica. También se organizaron homenajes a líderes obreros y presentaciones culturales. El ambiente fue de celebración, pero también de reflexión sobre los desafíos actuales del sindicalismo internacional.
En esas jornadas destacó la presencia de la delegación cubana que estuvo encabezada por Miguel Colina, presidente de la Comisión Organizadora del 22.º Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). El también miembro del Comité Central del Partido Comunista transmitió un mensaje claro: la clase obrera cubana sigue comprometida con la FSM, con la lucha por la justicia social y dispuesta a mantener viva la solidaridad entre los pueblos.
Colina compartió la experiencia cubana de resistencia y solidaridad, principios que siguen nutriendo a la FSM. Subrayó que el movimiento obrero cubano mantiene su compromiso con la paz y la justicia social; y recordó la vigencia del pensamiento de Lázaro Peña, que enseñó a unir más que a dividir.
Mirar atrás para avanzar
La cita en París convidó a mirar atrás, a la historia de una organización que nació el 3 de octubre de 1945, pocos meses después del fin de la II Guerra Mundial y la derrota del fascismo. El mundo ansiaba paz y era preciso reconstruir ciudades, fábricas y también el alma de las personas. Los trabajadores que habían resistido en las fábricas y en las trincheras, necesitaban unirse para encauzar sus batallas. Ese fue el origen de una organización que ha acompañado las luchas de millones de obreros.
Uno de los líderes sindicales de Latinoamérica, el peruano Valentín Pacho, describe aquellos momentos iniciales de la siguiente manera:
“El trasfondo de la formación de la FSM es la historia de las luchas de la clase obrera. Los primeros sindicatos surgieron a mediados del siglo XVIII y pasaron por diferentes etapas. En el siglo XIX, con el auge de la Revolución Industrial, los propietarios de los medios de producción acumularon una enorme riqueza y poder, mientras que los trabajadores fueron sometidos a una explotación despiadada. En este contexto, los sindicatos, en plena lucha, adquirieron una mayor experiencia y conciencia de clase en Inglaterra, que se extendió a otros países europeos como Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos, Italia y Suiza. Finalmente, en el siglo XX, se creó la primera federación sindical mundial, denominada Federación Sindical Mundial”.
En un reciente artículo publicado por Pacho en el sitio digital Rebelión, precisa que la FSM “se guía por principios de clase; lucha por las reivindicaciones y el bienestar de la clase trabajadora, por una sociedad sin explotados ni explotadores; se enfrenta a la contradicción entre el trabajo y el capital; abraza la lucha de clases. Condena las guerras, lucha por la paz y el respeto a la autodeterminación de los pueblos, y no es neutral en cuestiones sociales. La FSM nunca se ha alineado con los monopolios corporativos transnacionales ni se ha puesto del lado de la burguesía. Por lo tanto, la FSM es anticapitalista y antiimperialista. El legado de su historia y sus mártires seguirá siendo el punto de referencia para el movimiento sindical de clase”.
La historia de la Federación incluye hitos memorables. En los años de la Guerra Fría mantuvo viva la voz de quienes hacían frente a las tensiones globales. En décadas recientes, ha denunciado el avance del neoliberalismo y la precarización laboral. Hoy agrupa a sindicatos de más de un centenar de países y tiene más de 110 millones de afiliados. Su misión continúa siendo la defensa del empleo digno, la equidad y la soberanía de los pueblos.
Cuba en la FSM
Cuba participó de aquellos momentos fundacionales con una figura de talla universal: Lázaro Peña, Capitán de la Clase Obrera, un convencido de la importancia de la unidad, de la solidaridad y de la lucha clasista. Su legado convirtió a la Mayor de las Antillas en referente dentro de la FSM. Cada aniversario recuerda su ejemplo de coherencia y entrega.
Los 80 años de la FSM no fueron solo una conmemoración simbólica. Las jornadas en París se convirtieron en un espacio para mirar hacia adelante. Se debatió sobre los retos que imponen la globalización, la digitalización y las desigualdades crecientes. Los delegados coincidieron en que la organización debe adaptarse a los tiempos sin renunciar a sus principios fundacionales.
Ochenta años después, París vuelve a ser símbolo de esperanza. La organización ha celebrado su pasado y proyecta el futuro. Entre sus pilares permanece Cuba, que ocupa una de las vicepresidencias de la organización y hospeda a la Oficina Regional de la FSM en América.
Los cubanos se reconocen fieles a la memoria y activos en la construcción del sindicalismo que propone la FSM: clasista, unitario, independiente, democrático y moderno. El aniversario devino puente entre generaciones, entre memorias y desafíos, recordatorio de que la unidad de los trabajadores sigue siendo la fuerza que mueve la historia.
