Días afuera de la capital por cuestiones laborales impidió darle seguimiento informativo a lo sucedido el pasado fin de semana entre el director del equipo espirituano Eriel Sánchez y el comisario técnico Miguel Rojas. Aquí va una opinión que ojalá puedan compartir y los motive a comentar
Desde que era pequeño y jugaba pelota siempre supe que había una gran diferencia entre la pasión y el acaloramiento; entre una discusión profesional y ofensas personales; entre amar el béisbol y echarlo al olvido con una acción que no deja ni hit ni carrera, solo un ponche social.
Ya se conoce, por declaraciones de los involucrados (la de Eriel tardía después de negarse a darla en un primer momento) cómo sucedieron los hechos. Y no me refiero solo a la escena final con Rojas ensangrentado, sino desde la reclamación descompuesta de Eriel en la octava entrada hasta el arranque desafiante de Rojas una vez terminado el encuentro.
No voy a entrar en los detalles de si fue la mesa, un palito que usan los lanzadores o un bate lo que provocó la herida de 5 puntos a Rojas, solo quiero reflexionar la trascendencia de ese incidente para los jugadores, la propia salud de la Serie Nacional y el béisbol cubano, así como la huella inconclusa que deja para próximos casos como este o peores.
Aquí se los dejo:
– La gravedad de hechos como este la hemos alertado desde que hace varios años, jugadores protestan sin razón conteos arbitrales, discuten decisiones en las bases (out o quieto) o se toman la justicia con sus bates cuando sienten que reciben pelotazos tirados intencionalmente. Y TODO ESO HA OCURRIDO EN LA HISTORIA DEL BEISBOL MUNDIAL, PERO NUNCA CON LA BARBARIE VISTA POR ALGUNOS DE NUESTROS PELOTEROS.
– ¿Se resuelve este caso con medidas curitas de 3 o 5 años fuera del deporte? Así se dictaminó por reglamento, por demás ya desfasado al contexto social y cultural que vivimos. Pero ahora tocaba expulsión de por vida y no significa ser tremendista, sino evitar la cercanía de una desgracia fatal en un terreno, que parece estar todavía al doblar de la esquina.
– No es posible pensar que un caso así iba a pasar por alto y más en épocas de redes sociales. ¿Por qué ese propio día la Federación Cubana de Béisbol no lo informó a los medios de comunicación y tuvo que «explotar» el tema de nuevo cuando las imágenes corrieron por nuestros móviles, con el lógico morbo y especulaciones erradas? QUEDA TODA UNA TEMPORADA CASI COMPLETA Y NADIE PUEDE ASEGURAR QUE ESTE U OTROS CASOS NO OCURRIRÁ MÁS.
– Una colega que trabaja temas nacionales me preguntó hace días: ¿qué pasa con el béisbol cubano ahora que están pasando cosas tan feas y violentas? No hay respuestas únicas ni conclusiones. Es resultado de lo que pasa también en la sociedad en tiempos de crisis económica y pérdida de valores en una fracción mayoritaria de la población. Y es también prueba de cuanto hemos rebajado en disciplina y calidad humana de nuestros peloteros. NOS TOCA A TODOS ENTRAR AL CAJÓN DE BATEO Y DAR JONRÓN, PERO JONRÓN DE PASIÓN VERDADERA, NO DE VIOLENCIA.