Un primordial deber de cualquier afiliado a una organización política o de masas es pagar la cotización establecida. No solo constituye el primer acto de disciplina, responsabilidad y pertenencia, sino que permite además la vitalidad financiera de la agrupación, en muchos casos su autofinanciamiento, entre otros destinos necesarios.
El tributo de la cuota sindical en la CTC cumple idéntico rumbo al descrito, sin embargo, en los últimos años ha disminuido el volumen total por la lógica dinámica social (emigración, salida de muchos afiliados del sector estatal), aunque también asoman con fuerza los efectos de la bancarización, la falta de dinero efectivo y cierta morosidad en las gestiones de cobro en las secciones sindicales, por solo citar algunas razones.
Esto ha estremecido la organización, la cual se resiente para su funcionamiento de cifras millonarias dejadas de recaudar en los últimos años. Y al mismo tiempo que se acelera la sindicalización en las diferentes formas de gestión que están en nuestro entramado económico, se pone prioridad en los mecanismos o vías para ampliar las formas de cobrar la cuota, más allá del tradicional cara a cara entre el trabajador y la activista sindical.
Bien sabemos que reducir o sintetizar la actividad del sindicato a esa acción financiera sin interesarle los reales problemas de sus afiliados y ser una contrapartida de la administración, es una de las críticas más generalizadas en las Conferencias Municipales y Provinciales previas a las sesiones finales del 22 Congreso de la CTC en el 2026.
No obstante, hay que resolver el entuerto del cobro y aparecen ya las opciones de pagar a través de transferencia electrónica a la cuenta del activista y de este a la de la CTC municipal. Asimismo, se trabaja con celeridad, sin obviar las complejidades propias de la organización, en la utilización de la pasarela Transfermóvil para abonar cada mes lo que corresponde tal y como se acordó en el Consejo Nacional de la CTC.
Esto último es un reclamo de no pocos centros laborales, tal y como se puede realizar ya para cotizar en el Partido Comunista de Cuba. Para inicios del 2026 debe concretarse esa opción, que depende en gran medida de datos fidedignos de los afiliados, como nombre y apellidos y el número correcto de carné de identidad.
Otra posible variante que se está estudiando, previo análisis en las secciones y burós sindicales y la posterior aceptación del trabajador con su firma escrita, será descontar la cotización desde la propia nómina del salario. Esto no es nuevo, pues la historia de la CTC tiene ejemplos en épocas pasadas de que lo hacían así.
Desde ya coincidimos con algunos criterios sobre estas acciones. Primero, nada invalida el uso del dinero en efectivo, solo se multiplican las opciones y será el trabajador quien elija cómo hacerlo. Segundo, al perder el vínculo imprescindible de la sección sindical con sus afiliados (lo digital provoca distanciamiento) tocará pensar en una creatividad sin límites para que el sindicato se quite de una vez y por todas el cartelito de que solo sirve para cobrar la cotización y el Día de la Patria.
La ampliación de las formas para pagar la cuota sindical oxigenará sin duda la salud financiera de la CTC. Y aunque es un tema urgente desde el punto de vista económico (recordemos que la sección sindical de base se queda con el 10 % del monto), lo trascendente de este acto pasa por el cumplimiento del deber más elemental de un afiliado, así como por la rendición de cuenta sobre la utilización del dinero en función de la transparencia con quienes representan.
La organización y sus Sindicatos no podrán renunciar nunca a ser capaces de autofinanciarse desde ese tributo directo que hacen mensualmente los más de 2 millones de trabajadores en todo el país. Puede parecer algo consabido hablar de este tema cuando al 2025 le queda un trimestre, pero existen problemas y no se puede desmayar hasta llegar a los niveles deseados de recaudación.
Todos los caminos para cotizar nunca serán pocos. En eso les va la vida a la CTC en cada uno de sus niveles. Y la haría más fuerte, autónoma y ejemplo para otras organizaciones y la sociedad.