En carta a su amigo venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, escrita al salir de Venezuela hacia Nueva York en julio de 1881, José Martí dejaría sellada su admiración por la tierra de Bolívar con una frase que los cubanos enarbolamos por estos días cuando rubricamos nuestro apoyo a esa nación sudamericana: “Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo”.
Amenazada militarmente hace semanas y calumniados sus dirigentes como supuestos traficantes de drogas, la patria bolivariana respira más Revolución hoy y no subestima al poderoso enemigo, como tampoco le teme. Prepara a su pueblo por si la locura del Gobierno estadounidense se desenfrena; en tanto los amigos verdaderos, como Cuba, levantamos voces y brazos con la convicción de que América Latina y el Caribe deben seguir siendo una zona de paz.
Son días de mucha fuerza en la mente y de juntar una vez más las ideas de Fidel para guiar el camino. Nuestro Comandante en Jefe lo dejó bien claro desde el 3 de octubre de 1965, cuando nacía el periódico Granma, daba a conocer al primer Comité Central del naciente Partido Comunista de Cuba, y como si fuera poco, leía la carta de despedida del Che Guevara.
“Vivimos en un mundo complejo y un mundo peligroso. Los riesgos de ese mundo los correremos dignamente y serenamente. ¡Nuestra suerte será la suerte de los demás pueblos, y nuestra suerte será la suerte del mundo!”.
Pero si alguien quiere una explicación más genuina de por qué debemos estampar nuestra firma en hermandad con Venezuela, volvamos al Guerrillero Heroico en sus palabras más sentidas como revolucionario: “Luchar contra el imperialismo dondequiera que esté: esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”.
Aquí estamos, Venezuela. Aquí estamos, América Latina. Somos tus hijos, prestos a servirte. ¡Hasta la victoria siempre!