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Huecos en el colchón

Lo admito, abracé con fuerza la idea de que Cuba tendría un interesante botín en el reciente Campeonato Mundial de Luchas, que tuvo por sede a Croacia. ¿En qué me basé? Por supuesto, en la calidad de la reducida nómina y en la constancia y contundencia de ese deporte en el último ciclo olímpico, donde ratificó que ac­tualmente es la punta de lanza de nuestro movimiento deportivo.

Foto: Jit.cu

Sin embargo, en suelo europeo el sueño derivó en desdicha. Una medalla de bronce, de Milaymis Marín, fue la única sonrisa que pudo dibujarse, dejando un rastro de inconformidad e incertidum­bre en no pocos seguidores de esa disciplina en casa.

Tal desconcierto es perceptible dado el historial que les escoltan, mas no seríamos serios si olvidára­mos un grupo de aspectos que de no ser subsanados, podrían frenar la cadena de resultados que se eslabo­nan hace un buen tiempo y también el necesario progreso que se entalla a nivel doméstico.

La lucha es una modalidad que se ha ganado a base de conquistas la categoría de priorizada. Ello se traduce en mayores oportunida­des de desarrollo y fogueo. Aunque de cierta forma se les apoya, no se entiende cómo es posible que hace cerca de cinco años no efectúen su Campeonato Nacional. Es incom­prensible que a una disciplina que tanto aporta al pabellón patrio no se le haya encontrado una alter­nativa, cuando a otros deportes de menores efectos competitivos inter­nacionales se les han implementado diversas opciones.

Durante el Mundial supimos que varios gladiadores criollos su­frieron en sus combates la ausencia de rutinas que logran pulirse cuan­do se tiene a un contrincante que en los entrenamientos pueda exigirles. ¿No estaría influyendo de cierta manera en ese aspecto la no reali­zación del Campeonato Nacional?

Es indudable que las bases de preparación en el extranjero son beneficiosas y necesarias, sin embargo, a ellas se asiste con las principales figuras ¿y el relevo?, ¿cómo se capta y pule?, ¿no des­motiva a los que quedan acá, que producen desinterés, apatía e in­cluso abandono del deporte?

La lucha cubana tiene un sobra­do crédito. Mijaín López y sus cinco coronas olímpicas, solo son la cúspi­de de un cimiento fuerte y valioso, que comenzó a forjarse hace años y la prestigia un importante número de nombres, que muchos apenas re­cuerdan, pero están ahí.

Brindarle a esa disciplina un mayor apoyo para su actual y fu­turo desarrollo no solo le garan­tizaría al deporte cubano una fuerza vital en sus aspiraciones en venideros eventos multidepor­tivos. También demostraría que se es justo con quienes a base de sacrificio e infinita fe y traba­jo dejan la vida en su profesión y tratan de evitar que al colchón le salgan más huecos. ¡Y los hay! Así lo estima este servidor.

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