Villa Clara.— “Aquí el desarrollo no es una palabra vacía, es una práctica que se vive en cada barrio, en cada institución, en cada gesto”, afirma Lida Machín Ferrer, directora de Desarrollo en Camajuaní. En este municipio villaclareño, el impulso local ha dejado de ser una estrategia abstracta para convertirse en una red viva de proyectos, emprendimientos y alianzas que generan empleo, aportan al presupuesto estatal y, sobre todo, mejoran la calidad de vida de sus habitantes.
Con 23 proyectos de desarrollo local y 89 mipymes activas, este territorio es un referente de articulación entre lo económico y lo social. Las cifras son elocuentes, aunque el impacto se mide mejor en acciones concretas: donaciones a círculos infantiles, a hogares maternos y casas de ancianos; entregas de mochilas escolares, jugos y alimentos a instituciones educativas y de salud; instalación de luminarias en parques infantiles, producción de botas para trabajadores de la industria alimentaria, etc.
“Esas formas de gestión no estatal participan activamente. No esperan a que se les convoque, se adelantan”, asegura Machín.
Uno de los ejemplos más sólidos es el proyecto Creación, liderado por Yosbany Bernal Rodríguez. Surgido en el 2022 como iniciativa vinculada al parque científico-tecnológico, ha logrado independencia energética mediante paneles solares y tiene el propósito de ser mipyme en los próximos dos años. Su enfoque combina innovación con sensibilidad social.
“Nos acercamos a los lugares más vulnerables. Les donamos insumos, alimentos, mochilas, lo que necesiten. No es solo producción, es compromiso”, explica.
La frecuencia de las visitas —una vez al mes— permite ajustar las ayudas reales a cada institución. Además, Creación ha implementado pasarelas de pago, puntos de venta con código QR y servicios de caja extra, para facilitar la bancarización y el acceso a productos sin que medie dinero en efectivo. “Es una seguridad para los trabajadores y para la comunidad”, añade.
Manuel Pérez Sánchez, coordinador económico del proyecto, destaca el crecimiento sostenido: “Este año esperamos un aumento del 10 % en la producción. Eso se traduce en mayores aportes al municipio y en más capacidad para ayudar”. La evolución tecnológica ha sido clave: de una lavandería tradicional pasaron a una fábrica de botas de PVC con tecnología de punta. También producen mochilas, loncheras y carpetas escolares para la venta directa en las escuelas, y abaratar costos. “El ahorro es real, y las familias lo agradecen”, subraya.
Con más de 60 trabajadores, en su mayoría jóvenes desvinculados del sector estatal, Creación genera empleo estable y arraigado en la comunidad. Todos están sindicalizados, bancarizados y participan en las actividades del municipio. “Para muchos es su primer empleo, su primer ingreso estable, su primer vínculo con el desarrollo”, dice Pérez.
La formación continua y el sentido de pertenencia fortalecen el impacto del proyecto, que se ha convertido en un referente de inclusión y sostenibilidad.
Camajuaní demuestra que el desarrollo local puede ser una estrategia económica, y además, una red de solidaridad, innovación y compromiso con el bien común, algo necesario más que nunca en estos tiempos de desafíos, porque como bien dice Lida Machín: “El desarrollo no se decreta, se construye con las manos, con el corazón y con la voluntad de transformar”.