Casi tres días después de su medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Luchas en Zagreb, Croacia, la noticia todavía alegra, incluso invita a la reflexión.
Milaimis Marín (76 kg) volvió a ratificar su clase y calidad, así como la enorme proyección que tiene de cara a un grupo de compromisos vitales en su carrera.
En suelo europeo la cubana no solo capturó la única presea de la reducida delegación de chicas que asistió, sino que inició el actual ciclo olímpico de la misma manera que firmó el anterior, cuando ganó el metal bronceado en París 2024.
Antes de irrumpir con furia y triunfos en el escenario internacional la capitalina deslumbró en casa a técnicos de reconocido prestigio, la veían como un portento que dejaría huellas de calidad.
Sin dudas lo ha hecho y se apunta como estandarte para el periodo que culminará en Los Ángeles 2028, donde el movimiento deportivo cubano precisará de una eficiencia excepcional de todos sus efectivos si aspira a igualar o acercarse a los resultados de la cita olímpica francesa.
Milaimis Marín tiene un amplio margen de mejora, sin embargo, su capacidad y resultados invitan a confiar en sus actuaciones.
De inmediato un buen número de frases y argumentos podrán acompañar su próximo y futuro recorrido. Prefiero quedarme con: ¿Hasta dónde llegará?
