El 19 de septiembre de 2005 nació el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situación de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”, inspirado en el llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro a brindar ayuda urgente tras la devastación causada por el huracán Katrina en Nueva Orleans, Estados Unidos. Desde entonces, este contingente de batas blancas ha recorrido el mundo llevando no solo medicina, sino esperanza, consuelo y humanidad.
Hoy, Cuba celebra 20 años de una obra que no puede ser desacreditada, porque está escrita en la piel de quienes fueron salvados, en la gratitud de comunidades enteras y en la memoria de quienes vieron en ellos la promesa de seguir adelante. Bajo estos principios, la Unidad de Colaboración Médica realizó un acto en saludo a sus dos décadas de constitución.
El primer tributo realizado en la jornada fueron las ofrendas florales colocadas al Brigadier del Ejército Libertador Henry Reeve por la unidad de Ceremonia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y dos colaboradores, los doctores José Ángel Zayas Power y Midelmys Peña Prieto.
Sus más 13 mil profesionales -desplegados en 90 brigadas han estado en más de 50 naciones- donde la vida más lo necesita: en aldeas remotas, en hospitales colapsados, zonas de guerra y otros espacios. Ejemplos como el ébola en África Occidental, el cólera en Haití, la COVID-19 demuestran que su presencia ha sido bálsamo y su labor, esperanza.
La licenciada Yuniasky Crespo Vaquero, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CC PCC) y Jefa de su Departamento de Atención Social presidió el acto. La acompañaron el Dr.C Eduardo Martínez Díaz, viceprimer ministro del Estado cubano; el doctor José Ángel Portal Miranda, miembro del CC PCC y ministro de salud pública; Yudixia Sarmientos Rodicio, secretaria general del Sindicato Nacional de los Trabajadores de salud Pública (SNTS); así como otros miembros del Partido, la CTC y una representación de trabajadores del sector.
Julio Guerra Izquierdo, uno de los colaboradores más destacados, declaró sentirse orgulloso de formar parte de este gran ejército. “Hemos trabajado bajo soles abrazadores y lluvias torrenciales. Hemos dormido en el suelo, pero siempre enfrentamos el miedo con coraje, el cansancio con entereza y la tristeza con compasión infinita», señaló.
Añadió que junto a sus compañeros han logrado extender desde África, América Latina y el Caribe hasta la Europa desarrollada con los más altos valores, persiguiendo un mismo fin: salvar y hacer del planeta un mundo mejor.
Durante estas dos décadas –desde cada trinchera de combate-, nuestros médicos no han ido a buscar reconocimientos ni a ofrecer discursos, sino a ofrecer alivio y soluciones. Por eso, cada misión ha sido un acto de amor, y cada día, una batalla por la vida.
De igual modo, la jornada constituyó el espacio adecuado para reconocer varios especialistas por su vasta trayectoria. Por primera vez, se entregó el premio vigésimo aniversario, distinción que ofrece el Ministerio de Salud Pública (Minsap) a nuestros colaboradores médicos, dignos guardianes de la salud y embajadores del humanismo.
El Contingente ha demostrado que la medicina puede ser un puente entre pueblos, una herramienta de paz, una expresión profunda de justicia. Tania Margarita Cruz Hernández, viceministra primera del Minsap recordó las grandes hazañas realizadas y reconoció la labor tan entrañable de hombres y mujeres que hoy son la materialización de uno de los sueños más revolucionarios de Fidel Castro Ruz.
“Los integrantes de esta fuerza honran la noble profesión médica con su respuesta rápida, sin vacilación alguna, dispuestos a cumplir el deber en nuevas y difíciles condiciones. Están escribiendo una página en la historia de la solidaridad entre los pueblos y están señalando un camino de paz a la sufrida y amenazada especie humana a la cual pertenecemos todos”, resaltó la viceministra.
Gracias a todos los especialistas que integran las filas de este contingente, y por demostrar que la solidaridad no tiene fronteras. Sus acciones evidencian que el compromiso no se mide en cifras, y el amor por la humanidad puede ser la más poderosa medicina.
