Las más variadas estampas de la vida urbana transcurren ante nosotros sin esfuerzo alguno cuando observamos desde una esquina u otro espacio el andar de decenas y decenas de personas.
Es algo habitual que se convierte en rutina en pueblos y ciudades con mayor o menor número de habitantes.
Cada quien anda “en lo suyo”, como solemos decir para referirnos a quienes se dirigen hacia su trabajo, a un centro de salud, salen de su hogar en busca de lo que pueda hallar para cubrir o tratar de cubrir sus necesidades domésticas, realizar una gestión o trámite personal de cualquier naturaleza.
Unos a pie desandan calles y avenidas; otros lo hacen desde sus medios de transporte.
Por estos días en las calles es usual la presencia de alumnos de todas las enseñanzas hacia sus respectivas escuelas; los más pequeños acompañados de sus padres o abuelos, mientras otros se reúnen en grupos o con algún compañero o compañera de estudios.
Es tan solo una pequeña parte del acontecer en cada jornada, esa que –a veces de prisa por diferentes motivos o premuras- nos toma de la mano desde que despunta el alba e incluso algunas horas antes.
