Unidad frente a la agresión

Unidad frente a la agresión

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Desde hace años el Go­bierno de Estados Unidos ha intensificado su hos­tilidad contra Venezuela, especialmente hacia el presidente Nicolás Madu­ro, a quien ahora acusa de liderar una supuesta orga­nización llamada el Cártel de los Soles, estructura que Washington designó como organización terro­rista en julio del 2025.

El mandatario venezolano junto a su homólogo colombiano. Foto: Presidencia de Venezuela

La ofensiva contra Maduro incluye la deci­sión de pagar 50 millones de dóla­res por información que conduzca a su captura. Es la recompensa más alta en la historia estadou­nidense, superior a la ofrecida por Osama bin Laden —líder del grupo terrorista Al Qaeda— y se inserta en una estrategia de lar­ga data que busca desestabilizar gobiernos críticos de Washing­ton y justifican sus acciones con la bandera de la lucha contra el narcotráfico.

Pamela Bondi, fiscal general de EE. UU., hizo el anuncio y acusó al presidente venezolano de coman­dar una red de narcotráfico que in­cluye alianzas con organizaciones como el Cártel de Sinaloa. Ello lo convierte en una amenaza directa para la seguridad nacional esta­dounidense.

El incremento de la recom­pensa pretende arreciar la presión política y mediática contra el Go­bierno de Caracas, y evidencia la preeminencia del intervencionismo en la política de Estados Unidos hacia América Latina.

El Departamento de Defensa de esa nación desplegó el pasado jueves fuerzas aéreas y navales en el sur del mar Caribe para “comba­tir” organizaciones narcotrafican­tes latinoamericanas designadas como terroristas. La acción forma parte de esa nueva estrategia del Gobierno para, supuestamente, contener el narcoterrorismo y me­jorar la seguridad en la región.

 

Respuesta latinoamericana

Las reacciones en América La­tina no se hicieron esperar. El presidente colombiano Gustavo Petro adoptó una postura clara y firme, al subrayar la necesa­ria unidad y soberanía de los pueblos latinoamericanos más allá de sus diferencias políti­cas.

Petro declaró que Colombia y Venezuela son “el mismo pueblo, la misma bandera, la misma his­toria”, y alertó que cualquier in­tento de intervención militar sin el aval de los países de la región será considerado una agresión a toda América Latina y el Ca­ribe. Además rechazó cualquier intento de fragmentar Nuestra América y evocó el pensamiento integracionista de Simón Bolívar y José Martí.

En un contexto donde la fron­tera colombo-venezolana enfrenta retos como la presencia de grupos armados y narcotraficantes, Petro resaltó la importancia de la coope­ración binacional para afrontar es­tos desafíos, y reconoció que Madu­ro apoya esfuerzos conjuntos para derrotar al narcotráfico transfron­terizo.

 

Urge una cohesión regional

La unidad de América Latina y el Caribe no debe concebirse como homogeneidad política o ideológica, sino como un com­promiso ineludible con la de­fensa de la soberanía, la justicia social y la cooperación solidaria. Este principio encuentra eco en el sueño martiano de una Améri­ca donde prevaleciera la frater­nidad y se desdibujaran las di­visiones impuestas por intereses extranjeros.

Los desafíos del siglo XXI, marcados por la violencia en to­das sus formas, exigen que los países de la región fortalezcan sus vínculos y articulen respues­tas conjuntas que hagan frente al imperio norteño y frenen también el entreguismo de las castas la­tinoamericanas y caribeñas más conservadoras.

Para varios analistas, el anuncio del Gobierno estadou­nidense de un plan para captu­rar a Maduro es un mecanismo de distracción que busca des­viar la atención del electorado de la difícil situación interna que enfrenta la Administración Trump. No obstante, el proce­der también revela las verdade­ras intenciones de EE. UU. con las naciones de la región.

La reacción de Petro, Xioma­ra Castro (Honduras) y Claudia Sheinbaum (México), por citar solo algunos nombres, confirman la necesidad histórica y política de fortalecer la unidad continental.

Frente a amenazas externas urge consolidar el consenso de Nuestra América para defen­der la soberanía, el derecho a la autodeterminación y la inde­pendencia soñadas por Martí y Bolívar. El futuro de América Latina está en la unidad, solo ese camino puede garantizar la justicia, dignidad y respeto que sus pueblos merecen.

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