Hace unos días alguien me comentaba de cuán habitual era ver a menores de 15 años fumando o consumiendo bebidas alcohólicas en la calle, como símbolo de hombría o feminidad, independencia, madurez y audacia.
Tal vez la corta edad les impide reflexionar en las ventajas de vencer este hábito que trae consigo afectación en el organismo; es que cuando se es joven uno ni medita en los problemas relacionados con la calidad de vida, pues la vitalidad salta a flote y se sienten invencibles.
Es la falta de experiencia, alegan unos, la inmadurez manifiestan otros, cada quien tiene su cuota de razón, pero la principal causa es la omnipotencia de la edad y la autosuficiencia al sentirse fuerte y capaz de cruzar a nado un océano sin meditar en lo vital de tener una buena salud física, espiritual y social, no solo para el presente sino también para el futuro, ese que se ve como algo muy lejano cuando se tienen pocos años.
En lugar de un cigarrillo o ingerir bebidas alcohólicas, lo recomendable es realizar deporte y ejercicios físicos para experimentar mejor estado de ánimo.
Aún hay tiempo para meditar, este verano nos invita a tener un buen estado de ánimo, reír cada vez que surja la oportunidad y no deprimirnos con pequeñeces, esto ayuda a la salud mental y contribuye al buen funcionamiento de los sistemas del organismo.
