La épica de la isla grande

La épica de la isla grande

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Cuba ya vive su épica en Asunción. La que comenzó a esculpir desde antes de encenderse el pebetero de la segunda edición de los Juegos Panamericanos Júnior. La que se acrecentará cada vez que uno de sus bisoños “legionarios” salga a los es­cenarios de combate.

Porque al margen de que la fiesta paraguaya conmina a la con­fraternidad entre sus más de 4 mil participantes, para los cubanos sa­lir a competir —o lo que es lo mismo a luchar— en desigualdad de con­diciones ante sus contrarios, es el mayor de los premios y un canto de esperanza hacia el mañana, sea cual sea la evolución de los protagonistas en el futuro.

Hasta el 23 de agosto se celebrará este evento multideportivo. Foto: Tomada de Jit.cu

Quienes han seguido los desem­peños de la Mayor de las Antillas en los megaeventos del ciclo olímpico que cerró en París 2024, saben de la contracción de nuestras delega­ciones por causas diversas. Por eso, haber podido llevar una comitiva de 231 atletas debe verse con mirada positiva.

Quienes lograron sus boletos fueron, ni más ni menos, los que en sus escuelas deportivas, incluidas las Eide, vieron tocada, y duro, su pre­paración por las carencias de todo tipo en la institución y en los hoga­res —alimentación, equipamiento, transporte, dinero, energía eléctri­ca— y por las dificultades más bru­tales que ha vivido durante décadas esta nación, en un contexto agravado por el recrudecimiento del bloqueo esta­dounidense, las acciones subversivas dirigidas a un segmento etario tan vulnerable y el creciente éxodo de deportistas y técnicos.

Disponer de más de 230 mucha­chos y muchachas (casi 20 más que la cita de Cali-Valle, Colombia 2021) activos y capaces de medirse a con­trarios que les superan en desarro­llo, habla del esfuerzo por mantener a pulmón la llamada escalera del deporte cubano o lo que es lo mismo, sostener una reserva y un relevo de cara al mañana, entre ellos los de­portes colectivos, que han brillado por su ausencia en las últimas citas multideportivas, sobre todo en los Juegos Olímpicos.

Es un aliciente que puedan com­petir en 28 disciplinas, aunque Cuba interviene solo en el 56 por ciento de las 336 pruebas convocadas, muchas de las cuales no se practican en nues­tro sistema deportivo; en otras no se pudo asistir a sus torneos clasificato­rios y en varias no se logró el boleto.

Muchos —la mayoría diría yo—, conocen a sus rivales en plena com­petencia porque no es secreto que ni para los mayores alcanza el finan­ciamiento con vistas al necesario roce internacional y el estudio de contrarios a nivel regional. Por eso más allá de las preseas, pesa la ca­pacidad de luchar y de dar el máxi­mo ante cada rival, de apelar a ese extra que suele distinguir al depor­tista cubano en una ecuación que, al final, debe llevar al podio al país que no ha podido escoger un lema más icónico: Con amor por Cuba, un axioma que pretende ser motivación y aliciente en cada escenario.

No hay deporte sin pronóstico. Mas aunque la aspiración hable de mantenerse en el entorno de los cin­co primeros tras la quinta plaza de la versión de hace cuatro años, ha­brá que exprimir el rendimiento y la efectividad para tan caro reto si tomamos en cuenta los cambios en el continente, la cosecha de 29 me­dallas de oro, 19 de plata y 22 de bronce de entonces, se nos torna de­safiante y espera por lo que pueda aportar el atletismo, canotaje, lu­cha, judo, levantamiento de pesas, remo, taekwondo, esgrima, voleibol, voleibol de playa, clavados y tenis de mesa y todos los que suelen vestirse de sorpresa.

Para nosotros, Asunción tie­ne el rostro del mañana. En unos años la luchadora Yainelis Sanz y el pesista Emmanuel de la Rosa podrían defender en colchones y palanquetas las honras de Cuba en los Panamericanos de Lima, Perú, 2027 o en los Juegos Olímpi­cos de Los Ángeles 2028. O los del 2032. También podrían hacerlo varios de los protagonistas en esta fiesta joven.

Esa sería, entonces, la mejor re­compensa a la épica de la isla gran­de, que sueña con el porvenir de la mano de sus mozos, ahora unidos en Paraguay.

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