Apenas despuntaba el amanecer cuando llegué a la Terminal de Ómnibus Nacionales de la capital. Iba hacia mi natal Pinar del Río; temprano para evitar las esperas. Pero al llegar no fueron los choferes los primeros en abordarme, sino ellos: los buquenques o también “gestores de pasaje”, como fueron denominados hace varios años en el listado de actividades aprobadas para cuentapropistas.

Se abalanzaron sobre mí como aves de rapiña. “¡Taxi; Pinar, Matanzas, Cienfuegos…!”, me gritaban casi en el oído. Uno de ellos, con mirada insistente, continuaba: “¿Pa’ dónde va, hermano?”. Le expliqué que no requería ayuda, pero él persistía.
Con su ritual diario de acoso, estos personajes se han convertido en una plaga innecesaria del transporte cubano. Una figura que genera cada día cuestionamientos entre los que viajamos. Pues solo encarecen el servicio que ya de por sí resulta oneroso.
Para hacernos una idea de lo que ocurre tomo como ejemplo mi ruta: Habana-Pinar del Río. Mientras un portador privado cobra entre mil 500 y 2 mil pesos, la intervención del buquenque eleva el costo unos 500 pesos o más por encima.
Ese dinero adicional, impuesto de forma arbitraria por estos “intermediarios”, va directamente a su bolsillo sin que aporte nada de valor real al servicio.
Los ingresos al fisco tampoco deben ser sustanciales porque muchos están en una clara ilegalidad.
No hay mejoras en el vehículo, no hay mayor comodidad para el pasajero, simplemente es un sobreprecio por una gestión que los conductores pueden hacer por sí mismos. Lo más grave es que no hay muchas alternativas: los buquenques controlan el acceso a los autos y deciden en qué vehículo vas a viajar.
Esta situación genera constantes conflictos –de los que he sido testigo– entre ellos y choferes, pues algunos conductores se resisten a pagar las comisiones que exigen. Sin embargo, la fuerza de estos mediadores en las terminales les permite imponer sus condiciones.
Lo más indignante es su impunidad. Operan a plena luz del día, ante la mirada pasiva de autoridades que deberían regular estas prácticas.
El transporte privado puede funcionar sin estos “parásitos”, como los calificaron choferes cuando les pregunté sobre ellos. Los conductores son capaces de organizarse sin su ayuda.
Finalmente acepté la gestión del buquenque, no tuve opción. Cuando el auto partió, él ya asediaba a otra víctima


Si aquí fuéramos a reorganizar el trabajo por cuenta propia, el estatal y el de las pymes, de forma que se eliminaran las inútiles, muchas cosas andarían más claras en el país. Ellos sólo están para añadirles ansiedad a los cubanos. Hay tanto que reordenar, que no sé ni por donde comenzar. Para vivir del cuento, busque un cubano.
Es parte del desastre en que vivimos, ojala fueran solo los buquenques…estamos llenos de distorsiones que debemos corregir, muchas!
esa es una distorsión a corregir,un vicio permitido, no son necesarios y detras hay una mafia que quita y pone precios a través de ellos
Hace un mes viajé y al llegar a la terminal nacional de ómnibus vivi la misma experiencia. Acosan a pasajeros de forma desagradable y extorsionan a choferes. No te permiten negociar directamente con el chófer, te persiguen si ven que te pones de acuerdo para que recojan en otro sitio. Si les parece que tienes posibilidades económicas te asfixian con ofertas de pasajes y otras ilegalidades. Se comportan como lo que son; una peligrosa organización mafiosa. Los choferes refieren que un día va la policía y se desaparecen, pero al siguiente están ahí, campeando. Legalizarlos sería darles una fuerza innecesaria.
Buenos dias ,estoy muy de acuerdo con lo cementado, y ademas obligan a los Choferes a aceptar su gestion sin nadie contrtarlos ,se adueñan con guaperia de esa gestion , es obligatorio aceptalos si no terminas en un problema con ellos .ademas no solo en la terminal de obnibus estan donde quiera que nuestro pueblo se pare a hacerle seña a un carro ahi mismo por solo gritar la ruta del transporte el chofer tiene que pagarle.
No empleo los ómnibus ni trenes, pero sé lo que «facilitan» los buquenques y considero nada aportan. Igual que nada aportan los «parqueadores estatales» que se han adueñado de las calles de cualquier lugar y exigen se les pague por no hacer nada. También debían hacer un trabajo periodístico, «pues están a la cara»
La falta de control del mercado que ejerce el gobierno con la falta de medidas judiciales que pongan freno a este tipo de negocio