A propósito del 2 de agosto, Día del Trabajador Gráfico, nos acercamos al colectivo del Poligráfico de Holguín, nutrido de experiencia y compromiso
Si usted es de los lectores asiduos de periódicos, sepa que detrás de esos ejemplares que sostiene en las mañanas, seguramente con el típico olor a tinta fresca, siempre hay un equipo de trabajadores gráficos que pasa la noche en vela cuidando cada detalle de su impresión.

De esa rutina bella y útil, pero sacrificada y demandante, se conoce bien cuando se visita la UEB Gráfica Holguín José Miró Argenter, que tiene entre sus misiones producir toda la prensa nacional y provincial destinada a los cinco territorios orientales, así como libros, cuadernos y libretas para diversos destinos del país.
Es un trabajo de los 365 días del año, no hay horarios, la impresión puede durar toda la madrugada son frases que saltan entre los trabajadores del poligráfico holguinero cuando hablan de la tirada de la prensa, que temprano en las mañanas deberá estar en estanquillos, instituciones y hogares.
Yunior Góngora Espinosa es uno de los más jóvenes que labora en esos quehaceres, mas acumula historias. Cuenta que cuando se inició con 20 años miraba el área de rotativa, donde se imprimen los periódicos, y se preguntaba ¿qué hago yo aquí?, hoy a sus 39 abriles sabe que está y permanece «por un gran sentido de pertenencia».
Ahora trabaja en una de las nuevas máquinas que han llegado al poligráfico como parte de un programa de modernización, aunque no olvida las muchas noches alternas de trabajo, que incluso podía unir con el mediodía de la próxima jornada. “Hasta que no se termine el periódico uno no se va”, comenta y subraya de la responsabilidad de todos con la calidad de las tiradas: “un simple operario puede detectar algún problema”.

El cansancio nocturno no opaca, sin embargo, el buen sabor del desafío, sobre todo cuando al proceso de impresión se le atraviesan roturas de una maquinaria obsoleta y aún así se llega al alba con la batalla ganada.
Nadie mejor que Yunior Palacio Serrano puede dar fe de ello. Es el único mecánico gráfico del área de rotativa que tiene la institución y en consecuencia sabe que puede recibir llamadas a altas horas de la madrugada que le informan que debe alistarse para solucionar averías.
“Rotura que exista rotura que debo arreglar o intentar solucionar. La maquinaria es vieja, las piezas de repuesto escasean y en buen cubano, como uno dice, invento para que salga la producción.
“Es una labor que está llena de grasa pero me gusta porque pienso que es similar a la de un médico que ve llegar a un paciente en mal estado y al cabo del tiempo, con un tratamiento, ve su mejoría y le da el alta. Así pasa con la maquinaria. Cuando terminas el arreglo ves el efecto de lo que ejerciste. Mi profesión la comparo así: soy un médico con mis equipos”.
Abundan excelentes trabajadores en la institución holguinera; como José Ponce de León Ávila y Ramón Nápoles Ávila que entraron imberbes en la década de los 80 y hoy peinan canas dirigiendo diferentes procesos.

José, jefe de brigada del área de imprenta, habla de cómo se enamoró de la poligrafía y de lo exigente que es la producción de cubiertas de libros, afiches u otros artículos en los que hay que cumplir los diferentes parámetros de calidad; en tanto Ramón subraya la responsabilidad que le demanda comandar todos los procesos productivos, lo cual incluye estar al tanto día y noche, y a menudo, “salir a las cinco de la tarde para la casa y retornar a las dos de la mañana al trabajo”.
Carlos Alberto González Mulet, director de esta UEB Vanguardia Nacional por seis años consecutivos, ratifica que la unidad es piedra angular de su colectivo de 140 trabajadores.
Ella es la que permite, afirma, cumplir las misiones productivas tradicionales, impulsar una economía circular que se revierte en los salarios y llevar a la vez el proceso de reconversión tecnológica de la prensa, que busca modernizar los trabajos de impresión. «Aquí no hay tarea que no se cumpla. La meta es vencer y seguir avanzando».




