Por más que intentaron no pudieron convencerlo de que el almanaque no se mira de arriba hacia abajo, ni con lupas mensuales. Julio que se va y agosto que llega son los clásicos meses de mayor calor y vacaciones merecidas, pero en las fábricas, las empresas, los hospitales, los surcos, los mercados, las panaderías y cientos de lugares hay gente que trabaja y suda; sin mirar calendarios, solo produciendo y haciendo lo que toca.
Por más que le pidieron un alto para que leyera las páginas del periódico bien temprano y supiera del Día del Trabajador Gráfico, se emocionara con la entrevista a un Héroe del Trabajo que siempre ha sido poeta y martiano; comprendiera qué está pasando con los comedores obreros o simplemente se informara de nuevas historias avileñas con motivo del 26 de Julio, prefirió empezar bien temprano su labor recordando que “a quien madruga Dios lo ayuda”.
Por más que le hablaron sobre la repentina muerte de Pedro Medina y la nueva tarea que cumple el campeón olímpico de canotaje, Serguey Torres; y que dialogaron sobre la cultura a partir de una exposición para no perderse en el Museo de Bellas Artes cuyo nombre sugiere fortaleza: La estrategia del bambú, nada detuvo su paso agitado hacia la parada, aunque nuestras páginas llamaban la atención y no solo por lo visual, sino por lo pegado de los temas al perfil de los trabajadores.
Por más que todos le hicieron ver que el horario más fiel no es el que marca una tarjeta, sino el que permite aportar hasta el cansancio en función de la sociedad, aquel simple barrendero tomó su carrito y su escoba, salió risueño y nada le hizo cambiar de idea: limpiar su ciudad.
Eso sí, a quienes saludaba y daba los buenos días, con la primera colada del café del día incluida, les mandaba una señal de luz: “no dejen de leer el periódico Trabajadores hoy”.

