Selección Alina Martínez Triay
Cuando en la sesión tercera del juicio oral celebrada el 26 de septiembre el alguacil procedió al pase de lista, Fidel fue llamado tres veces consecutivas sin que se escuchara decir presente.

El doctor Baudilio Castellanos interrumpió al presidente del tribunal quien había ordenado al alguacil que prosiguiera, para exigir que el juicio no podía continuar sin saber por qué no había comparecido el principal acusado.
El teniente Camps , jefe de la escolta, fue llamado y al preguntársele respondió entregándole una carta al presidente quien al leerla informó:
–El principal acusado no ha sido traído a juicio, según el informe del jefe de los ayudantes del coronel Chaviano, debido a que se encuentra enfermo en la cárcel de Boniato, según consta en el certificado médico que se adjunta.
Ante semejante afirmación se alzó una voz femenina del grupo de los moncadistas:
-¡Fidel no está enfermo!–.era Melba Hernández, quien se dirigió al estrado de la presidencia mientras se llevaba la mano a la cabeza cubierta con un pañuelo de seda enrollado como un turbante, del cual sacó un sobre estrujado: era la carta de Fidel donde declaraba que se encontraba en perfecto estado de salud, denunciaba los planes de eliminación física contra su persona y el peligro que se cernía sobre los testigos más importantes de la masacre del 26 de Julio. Solicitaba además que se procediera a ordenar inmediatamente su reconocimiento por un médico prestigioso y competente.
Para que llegara a manos del tribunal la carta redactada por Fidel en la celda solidaria que ocupaba en el primer piso de la prisión en papel cebolla que ocultaba entre las páginas de una revista que simulaba leer, se había urdido un cuidadoso plan que en que colaboraron sus compañeros y algunos presos comunes. Uno de los detenidos por sospechoso que acostumbraba a leer mientras caminaba de un lado a otro, comenzó a pasearse con un libro abierto a lo largo de la compañía donde se encontraba la celda de Fidel, cada vez acercándose más hasta que el líder aprovechó para lanzar el sobre que contenía la carta que cayó dentro del libro, cuyo lector pasó la página y siguió su camino sin despertar sospechas.
Los presos comunes que trabajaban en las oficinas y otras dependencias de la cárcel habían escuchado de labios de los soldados y clases destacados en la prisión de que Batista había ordenado al coronel Chaviano que separara del proceso a Fidel mediante su eliminación ´física de ser necesario. Esto se lo había dicho el tirano a Chaviano durante la estancia de este último en la ciudad de Holguín al comprobar por referencias y entrevistas personales con militares que habían concurrido al juicio como custodios, que los pronunciamientos de Fidel en la audiencia estaban ablandando a los soldados. Según los comentarios que escuchaban los presos en la prisión, el propio Chaviano le había dicho a Batista que los feroces custodios del primer día del juicio, al segundo día comenzaron a convertirse en hombres con complejo de culpa, titubeantes y temerosos de la justicia que Fidel anunciaba que un día se ejecutaría.
De vuelta a Santiago de Cuba, Chaviano se propuso dar cumplimiento a la misión y separar del proceso a Fidel de cualquier forma, pero Fidel desbarató la maniobra a través de su carta al tribunal.
Haydée que estaba en el juicio expresó como para sí misma pero con voz que podía ser escuchada: -¡Ya no pueden matarlo!
Posteriormente, en su alegato de autodefensa La historia me absolverá, Fidel señaló que el día 27 fueron a su celda los médicos forenses y certificaron que estaba perfectamente bien de salud, sin embargo no se le volvió a llevar a ninguna sesión del juicio.
Fuente: Rojas, Marta. La generación del centenario en el juicio del Moncada.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo en 1974 y Master en Ciencias Políticas de
enfoque Sur, Al graduarse pasó a atender temas históricos e
ideológicos y viajó a varios de los antiguos países socialistas. Al
pasar al periódico Trabajadores, escribió para el Suplemento de
salud durante varios años y realizó la cobertura del segundo
contingente de la brigada médica en Guatemala. Posteriormente fue
jefa de la edición digital y subdirectora editorial hasta mayo de 2025
que se jubiló y se recontrató en la publicación. En el transcurso de
su ejercicio profesional Ha ganado premios en concursos
periodísticos y de humorismo.



















