El sábado amaneció soleado, la jornada prometía ser calurosa como las precedentes, pero Mariela había prometido a Adrián que saldrían a festejar el Día de los Niños. Ambos habían visto el cartel del mercado de Carlos III e Infanta que invitaba a “compartir sueños”.
Desde 1974 fue instituido el tercer domingo de julio como Día de los Niños en Cuba. Foto: Yimel Díaz Malmierca
Dejó para luego las tareas domésticas cotidianas, la tensión del apagón, el agua que no llega a su fregadero… Agarró un pomo de agua fría, el monedero con los pesitos que podía destinarle al paseo y cerró la puerta de la casa tras ella, con la ilusión de que el pequeño de apenas 8 años pasara un día diferente.
Día de los niños
El 6 de julio de 1974, en el campamento de pioneros del parque Lenin, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz anunció que, “como regalo a los maestros y como regalo a los padres, los pioneros vamos a proponer que el «Día del Niño» —igual que es el de las madres, el de los padres—, en vez de ponerlo en una fecha fija, sea el tercer domingo de cada mes de julio”.
Desde entonces se instauró la celebración en Cuba.
Probablemente Lway Aboradan desconozca el detalle, pero la fecha nunca ha pasado desapercibida para él, que lleva más de 30 años compartiendo el destino de una tierra que le acogió como un hijo cuando vino a estudiar a la Universidad de Camagüey y donde ha cultivado la sensibilidad para con los más pobres que le inculcó su familia en Alepo, Siria.
Cuba le permitió hacerse universitario (licenciado en Farmacia), le dio residencia permanente y una familia que ha construido junto a la camagüeyana Ingrid Melendi, colega de estudios, madre de sus tres hijos y compañera en cada una de las “locuras” con que sueña.
A la derecha, Lway Aboradan e Ingrid Melendi (segundo plano), junto a los actores de Fusión Teatro. Foto: Yimel Díaz Malmierca
“Yo me siento en deuda con este pueblo, por eso siempre estoy dispuesto a ayudar”, repite Aboradan, a quien todos llaman Alí, por aquello de que es árabe y a los cubanos le resulta más fácil de pronunciar.
“Se me ocurrió hacer algo para los niños de la comunidad en que tenemos uno de los negocios de nuestra empresa A&I. Sabemos que la situación económica es compleja para las familias cubanas, que faltan muchas cosas, desde alimento hasta el agua. Escogimos el mercado de Carlos III porque está ubicado en una zona céntrica y humilde, así que hablamos con el delegado del Poder Popular, con los promotores de cultura y deportes. Les propusimos hacer una actividad conjunta: ellos ponían el talento y nosotros nos encargaríamos del resto”, narró a Trabajadores.
La especialista Katia Carrera Pérez, a cargo de las actividades de la empresa, captó perfectamente la idea. En apenas dos semanas construyó una red de aliados a la que se sumó el Complejo Deportivo José María Pérez (Pontón), la Casa de la Cultura Joseíto Fernández y el delegado Nilson Corrales Fernández, de la circunscripción número 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo, de Centro Habana.
Los trabajadores de la tienda A&I de Carlos III vistieron trajes típicos del Medio Oriente. De derecha izquierda, con blusa roja, Katia Carrera Pérez. Foto: YDM
“Nos hablaron del proyecto Conquistando sonrisas que funciona desde hace algún tiempo en la Casa de Cultura y está destinado especialmente a los niños. A nosotros nos pareció perfecta la alianza y armamos una actividad en la que hubo payasos, mimos, magos, solistas, un coro infantil y danzas árabes”, comentó.
Entre los patrocinadores estuvo Alessandro Timpano, de la empresa Lácteos Mariel S.A., emplazada en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) y uno de los proveedores de A&I: “Nosotros fabricamos un yogurt probiótico de alta calidad, destinado fundamentalmente a la industria turística y al mercado nacional. Nos alegró la invitación de Lway y su esposa, aportamos vasitos de yogurt y mezcla de helado que se distribuyeron gratuitamente a los niños”, explicó Timpano.
En primer plano, Alessandro Tìmpano, de Lácteos Mariel.
Los pequeños, más de 200 según estimado conservador, también recibieron galletas, sorbetos y regalos diversos como pelotas, sombreros de fantasía y material escolar.
Elena Yurievna Lebedeva, presidenta del proyecto Amigos para siempre, acudió en condición de invitada. Encantada con el resultado, propuso unir esfuerzos y repetir la experiencia en el municipio de Habana del Este, donde impulsa una iniciativa para niños en situación de vulnerabilidad.
La compañía Fusión Teatro, dirigida por Lisván Marino Martínez, actor y profesor de la Casa de la Cultura Joseíto Fernández, fue el eje integrador del espectáculo. Foto: YDM
“La fiesta alegró el corazón a los niños del barrio en estos tiempos difíciles, concluyó el delegado Corrales Fernández. La comunidad agradece el gesto de estos actores no estatales que comparten lo que tienen con el sector más apreciado en nuestro país, los niños. Adelanto que hablamos con Ali (A&M) para que nos apoye en la actividad que haremos en la circunscripción por el fin del verano e inicio del próximo curso escolar”.
Epílogo
Adrián no consiguió repetir el trabalenguas que le propuso la payasita del grupo Fusión Teatro; pero regresó feliz, con aquella extraña araña que le pintaron en el rostro. Otros niños se llevaron una mariposa o los bigotes de un gato verde. La pelota multicolor que le regalaron será el plato fuerte de los juegos con primos y amiguitos del barrio por un buen rato.
Mariela, por su parte, ahora mira con otros ojos los traslúcidos cristales del mercado, buscando, quizás, el cartel que anuncie la próxima actividad.
Coro de la escuela de enseñanza especial Adelaida Piñera, del municipio Centro Habana. Foto: YDM
Integrantes de la Escuela de Danzas Árabes Ámbar en el set montado en la tienda A&I. Al fondo, en el centro, la profesora y directora de la compañía, Idiamis Caballero. El grupo lo componen niñas de un amplio espectro etario, desde adolescentes hasta pequeñas de 4 años. En la fiesta por Día de los Niños interpretaron bailes típicos como el dabke sirio y el belly dance. Foto: YDM