Cargando...Los viajes relámpago al pasado a veces terminan convirtiéndose en emboscadas para la memoria, imágenes felices y breves que se suceden sin que uno atine a saber muy bien cuáles se corresponden con lugares que contempló visualmente y cuántas tienen que ver con sueños, que desfilaron por la mente al ilusionarse con ciertas realidades.
Ese tránsito mental que acabo de narrarle me azotaba este domingo, hasta que recibí una llamada reveladora. La selección masculina cubana de voleibol había logrado clasificar a la ronda final de la Liga de Naciones, a pesar de haber caído en cinco sets (20-25, 25-23, 15-25, 25-22, 19-17), ante China (sede de la final).
Confieso que la cotidianidad de un domingo repleto de dificultades y apagones hizo que olvidara rápidamente el golpe deportivo, pero la feliz noticia me exigió camino a la redacción trazar el humilde análisis de una vía, que estuvo repleta para nuestros representantes de emboscadas, batallas y emociones.
La selección que dirige Jesús Cruz incursionó en la actual contienda con el objetivo de incluirse entre los finalistas. Optimismo, disposición y talento robustecían a un grupo integrado por varios de los mejores jugadores cubanos, que hoy se desempeñan en algunas de las más prestigiosas ligas del mundo. Las tres semanas de acción otra vez mostraron los signos del “doctor Jekyll y el señor Hyde”, que acompañan a los nuestros en materia de juego. Errores en la recepción y en el saque y desconcentración en determinantes pasajes de los partidos, se sumaron con fuertes y combinados ataques, efectivos bloqueos y una certeza defensiva, que crearon un coctel de dudas y positivismo.
Al final la nave llegó a buen puerto, algo que debe servir no solo para exigirse más, sino también para desterrar esas pifias, que hace algunos años vienen lastrando ciertos sueños.
En lo personal no creo que Cuba se encuentre entre las favoritas a discutir el título. Sí, ya sé, usted seguramente dirá que a estas alturas cualquier cosa puede pasar, que los muchachos están inspirados, que en las rondas iniciales lograron vencer a Brasil, incluso a Polonia, que se le pusieron serios a Francia, doble campeón olímpico, … en fin, un buen número de argumentos que invitan al júbilo, sin embargo, su inestabilidad emocional y competitiva en momentos cruciales continúa pesando y mucho.
Aclaro: talento, calidad y coraje tienen los criollos. Con armas así se presentan pelea e incluso candidaturas ambiciosas, más al nivel de la Liga de Naciones en la que algunos detalles cobran marcado protagonismo.
A partir del 30 de julio en suelo chino apreciaremos cómo afrontarán los discípulos de Cruz la final. Estoy seguro que Marlon Yant, Robertlandy Simón, Javier Concepción y José Masó, entre otros, exhibirán lo mejor de su repertorio frente a la red.
Superarse será el carácter principal de un colectivo, que tiene muchas metas en el actual ciclo, resaltan: los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Santo Domingo en el 2026, los Juegos Panamericanos de Lima en el 2027, el Campeonato Mundial este año en Filipinas y los Juegos Olímpicos en Los Ángeles, en el 2028.
Tiempo hay para seguir emocionándonos y sufrir. De eso también va el deporte como la vida. Por el momento y ante lo que se avecina ¿Soñamos
