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La Polémica: Cuba en el ciclo olímpico 2024-2028

Muchas son las preguntas y muchos los pronósticos que genera entre aficionados y especialistas el inicio de un ciclo competitivo para el movimiento deportivo cubano, cuyos puntos más elevados, en cuanto al alto rendimiento, estarán en los juegos múltiples regionales (2026), continentales (2027) y olímpicos (2028). Retomamos esta sección con tres opiniones sobre el tema, en el que se cruzan otros aspectos nada despreciables para acercarnos lo más posible a la realidad. Sirvan estas también como complemento periodístico a la rendición de cuenta del Inder a la Asamblea Nacional del Poder Popular que tiene lugar esta semana

 

Sí, pero no (Leer ↓)

Daniel Martínez Rodríguez

Atiéndame, por favor. Deje durante un par de minutos lo que está haciendo y lea con los ojos bien abiertos el criterio que intento exponerle. Le adelanto. No estamos para perder el tiempo, por lo que quizás algún párrafo, palabra o adjetivo cobre vida en su espíritu y retina, redescubriendo algo con lo que tal vez esté de acuerdo o no. Es su derecho, pero le agradecería, no se queje, solo trate de ser objetivo. Ahí voy: el actual ciclo olímpico del deporte cubano será peor que el que culminó en París 2024.

No estimo necesario aferrarnos a la pala del tiempo y excavar recuerdos y resultados. Menos aún revistar viejas lágrimas y fantasear con el rescate de una etapa insalvable.

No lo dudemos. El deporte es uno de los tantos dolidos y afiebrados rostros de la Cuba de hoy. Crisis económica, lagunas en la captación de talentos y trabajo en la base, éxodo de atletas y fuerza técnica, mal estado de instalaciones deportivas, insuficiente remuneración, desatenciones y discrepancias de diversa índole, son latigazos, por solo mencionar algunos, que lastiman hace un buen tiempo su cuerpo.

A ello debemos sumarles los desvelos y preocupaciones que enfrentan diariamente los deportistas y sus familias, algo que sin dudas, además de lastrar rendimiento y dedicación, crea apatía y descreimiento.

Es cierto que la política de contratación en el extranjero, la creación de centros de investigación científica y la inserción en campos de entrenamiento fuera del país, han aportado cierta luz, sin embargo, es insuficiente si aspiramos a las más altas cúspides, en un mundo donde cada año la economía y el desarrollo son la mejor lanza y escudo.

No dudo que en el actual ciclo olímpico registremos notas de valor. Historia, talento, linaje, calidad, ímpetu e infinitos deseos de triunfar escoltan a nuestros atletas, aun así, eso no garantizará que al nivel de citas multideportivas Cuba ascienda o conserve las posiciones en las que ancló en el pasado cuatrienio.

Los cimientos de esta dura problemática son fuertes y profundos. Abordarlos desde la pasión más chovinista es peligroso y fatal. Eso lo hemos comprobado. Debemos ser más osados, arriesgarnos más, desterrar miedos y temores, que a veces se anidan en viejos intereses. La vida y su evolución siempre implican riesgos.

La ruta que culminará en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 acaba de comenzar. Emociones, batallas, retos, decepciones, optimismos, caídas y triunfos adoquinarán un camino, que al final creo que nos dejará esa frase popular que reza: Sí, pero no

 

El reto es inmenso (Leer ↓)

Joel García

Quizás pocas actividades en Cuba generan más comentarios, pronósticos y por supuesto, críticas, que el deporte.

Y no solo de béisbol, con ese mánager que todos llevamos dentro, sino con los resultados en juegos multideportivos, la práctica masiva que se inicia en las clases de Educación Física, la atención a las glorias que tanto triunfo y emoción nos dieron, entre otros asuntos que responden a ese derecho del pueblo conquistado desde 1959.

El actual ciclo olímpico (2024- 2028) se va anotando ya como uno de los más difíciles para nuestro movimiento deportivo, ya que la economía determina preparación, recursos e infraestructura logística sin las cuales es imposible pensar en lugares cimeros o emociones a raudales de los atletas. Pero mucho más grave: el relevo o cantera se agujerea y compromete el futuro. De ahí que el reto es inmenso.

La fortaleza de las Escuelas de Iniciación Deportiva (Eide) tiene que vivir una renovación total y sumar un eslabón superior que perdimos y existe voluntad de recuperar, aún sin concretar: las Escuelas de Perfeccionamiento Atlético (Espa) para la categoría juvenil.

Es una verdad, casi incuestionable, que finalizar entre los tres primeros de Centroamérica y del Caribe en la próxima cita de Santo Domingo 2026 exigirá un gran esfuerzo y mucha eficiencia. Incluso el número de monarcas (74 en San Salvador 2023) debe ser inferior ahora, pues a nuestras propias insuficiencias hay que sumar un apoyo gubernamental más intencionado en la región.

A nivel de Juegos Panamericanos, figurar entre el quinteto de vanguardia se antoja más complejo y llegar a 30 doradas parece una montaña inaccesible. Hay variables que influyen en eso: retiro de nombres-historia (Mijaín, Idalis, Leuris, etcétera), un proceso de clasificación muy riguroso y costoso en términos económicos, así como la juventud de deportistas y entrenadores, sacudida además por el proceso migratorio que vivimos a diario.

Finalmente, y aunque parezca algo contradictorio, el panorama de Cuba para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles puede ser igual o superior a París 2024, cuando finalizamos en el puesto 32 con dos campeones y nueve podios. Todavía quedan nombres precisos en boxeo, lucha, canotaje, atletismo y judo que pudieran rubricar un desempeño similar. No será coser y cantar. Pero es posible.

Apenas hemos esbozado retos del alto rendimiento. Quedan muchos más en el orden organizativo, de la planificación y actualización. El deporte cubano lo sabe. Resta trabajar y trabajar.

Sacar la estirpe de campeón (Leer ↓)

Ernesto León

Hacer un rosario de problemas, calamidades e insuficiencias del deporte cubano es desconocer que con más o menos recursos, combustible, dinero, topes y participación internacional lo trascendente de nuestros resultados ha estado reservado siempre en la fuerza moral y psicológica, en esa estirpe de campeón con que salen a competir nuestros deportistas.

No vale la pena enumerar hoy ejemplos, porque sumarían cientos, que avalan todavía el primer lugar histórico a nivel de Centroamérica y del Caribe, un segundo lugar de Amé- rica en cuanto a monarcas y medallas totales en Juegos Panamericanos y la ubicación entre los 20 primeros en el rango olímpico. Todo eso a pesar del bajón cuantitativo que experimentamos desde el 2015.

Con los pies en la tierra podemos decir que para el cuatrienio que ya corre serán casi los mismos deportes priorizados, con la lucha y el boxeo encabezando un pelotón que se reduce ahora a figuras aisladas en judo, atletismo y canotaje.

No significa o minimiza para nada que el tiro deportivo, el taekwondo, el voleibol (m) e individualidades del ciclismo, voleibol de playa, gimnasia artística, pesas, pelota vasca, clavados o esgrima no se crezcan en algunas de las justas del calendario y aporten sus cosechas. Solo que no habrá parecido a lo vivido en ciclos anteriores y las causas están clarísimas.

Los segundos Juegos Panamericanos Junior en Asunción en unas pocas semanas será el primer termómetro de la cantera juvenil, atravesada por los mismos problemas de preparación y condiciones de vida deterioradas que tienen los de la categoría élite, por mucho esfuerzo que se hace por parte del Inder a todos los niveles.

De ahí que sea más que meritoria la celebración de los 61 Juegos Nacionales Escolares este verano, pues de ahí saldrá el relevo imprescindible del ciclo 2028-2032. En el ámbito de los entrenadores la renovación es también grande y no siempre con los mejores, sino con los que quedan en Cuba y no han emigrado por vía personal o cumplen contratos de trabajo en el exterior.

Se aproximan tiempos de más ordenamiento con la aprobación de la Ley del Sistema Deportivo Cubano; de otra aparición en el Clásico Mundial de Béisbol en el 2026; y de nuevas formas de captar talentos infantiles en medio de los videojuegos y la Internet, por solo citar tres varillas bien altas.

Y para rendir frutos medianamente esperados, con limitaciones económicas no solucionables a corto plazo, habrá que seguir apostando a sacar la estirpe de campeones. No hay de otra.

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