Este cinco de julio se conmemora el aniversario 129 de la muerte del Mayor General José Marcelino Maceo Grajales, quien murió en 1896 en el combate de Loma del Gato. Combatiente de las tres guerras por la independencia de Cuba, símbolo de coraje sin límites.

Aquel día durante el combate de Loma del Gato, un impacto de bala le destrozó el cráneo y lo derribó del caballo. Lo condujeron a la finca Soledad, en Ti Arriba, donde murió cuatro horas después.
José Maceo fue paradigma de guerrero invencible ante cualquier estrategia enemiga. Ser hermano del Titán de Bronce, no melló en nada la consagración de José a la lucha independentista. Acompañó a su hermano en la Protesta de Baraguá. Estuvo entre los primeros incorporados a la Guerra de los 10 años.
Había nacido el dos de febrero de 1849 en la Finca Las Delicias, Majaguabo – hoy territorio del santiaguero municipio de San Luis. Conocido como el León de Oriente por su bravura en los combates contra columnas enemigas de las tres armas caballería, infantería y artillería.
La efeméride es ocasión propicia para intercambiar acerca de este Jefe Militar, el tercero de los once hijos de Marcos y Mariana, dueño de un fuerte carácter y firmeza en las ideas, aspectos de su personalidad que lo acompañaron siempre en su trayectoria revolucionaria.
Mucho pudiera hablarse de los grandes méritos de este prócer, considerado como uno de los hombres más valientes y temerarios en la lucha por la libertad de Cuba, pero sobresale su participación en tres guerras de independencia con alrededor de 800 combates, donde fue herido 18 veces, pues marchaba siempre diez pasos por delante de la vanguardia.
Llama la atención que con sólo 19 años se incorporó a la guerra para liberar a la Isla del dominio español, ascendiendo rápido en los grados militares.
Carácter, firmeza de ideas, intransigencia y temperamento fueron rasgos que lo distinguieron. Protagonista de las más heroicas acciones. Hermano del Mayor General Antonio Maceo Grajales.
Amigo, le llama José Martí al escribirle unos meses antes de la alborada del 24 de febrero de 1895 «Quien ha defendido con valor mi Patria y su libertad de hombre, es como acreedor mío y parece mi hermano», asegura el Apóstol en carta fechada el tres de noviembre de 1894.
En las calles de Santiago de Cuba, junto con Guillermón Moncada y Quintín Bandera, dio el grito de Viva Cuba Libre el 26 de agosto de 1879 iniciando así la Guerra Chiquita en la parte sur de Oriente. Durante casi diez meses mantuvo gran actividad sobre el enemigo, destacándose en el ataque a Peladero, la acción de La Gran Piedra 12 de diciembre de 1879, donde venció al Batallón Madrid; el encuentro en Alto de Boquerón y el victorioso combate de Arroyo de Agua 29 y 30 de marzo de 1880.
Fue ascendido a general de brigada. Ante la esterilidad de continuar la lucha y encontrándose acosado por el enemigo, se vio obligado a contraer el acuerdo de Confluentes, mediante el cual deponía las armas con la condición de que se le garantizara, a él y a sus compañeros, la salida del país.
Este insigne patriota cubano, ejemplo de valor y coraje sin límites, demostrado en diversas acciones donde su presencia se hizo sentir, hablo de las batallas de Jobito, Ramón de las Yaguas, Sao del Indio, Palmarito, Sagua de Tánamo y otras.
Protagonista de las más heroicas acciones, también fue amante de la música, un hombre sencillo, sentimental y candoroso al que solían evocar sus compañeros en la manigua. Fue un verdadero guerrero, diestro en el uso del fusil, el manejo del machete como arma para defenderse, y ágil como jinete.