Hace solo unos años, cuando irrumpieron con fuerza en el entramado social y económico cubano los trabajadores por cuenta propia (término inicial para huirle a decir actores privados) el cantautor Tony Ávila alertó sobre el peligro de convertir las calles, la vida cotidiana y el país en un gran timbiriche.

Desde que arrancamos este recorrido saltan a nuestros ojos no solo relucientes espacios particulares para la venta de cualquier tipo de productos, sino también mesitas en las puertas de las casas con aceite, jabones, detergentes; ventanas cargadas con prendas de vestir y productos de plomerías y hasta aceras repletas de objetos reciclados o nuevos.
Tony Ávila tenía razón. Hemos convertido, a fuerza de necesidad y también por falta de rigor y control sistemático de quienes corresponde, muchos espacios públicos y cotidianos en un gran timbiriche. Se han organizado arterias y plazas para concentrar negocios privados, pero ya eso no es suficiente. Cualquiera vende. Cualquiera planta su negocito y la canción del trovador resuena en los ojos.
A la par que apreciamos este fenómeno creciente y preocupante (sobre todo porque orden y hasta belleza de una ciudad o provincia quedan expuestas sin respaldo) este miércoles paramos en Quesada a comprar unos platános machos cuyos precios comparados con los de La Habana rendían más a nuestros bolsillos.
Y cual no sería mi asombro que después de los 10 o 12 plátanos comprados uno de los vendedores gritó mi nombre y me llamó para hablar de la pelota y de qué pensaba sobre la dirección del equipo de Ciego de Ávila, ahora dirigido por el tercer pelotero olímpico del territorio, Danny Miranda, «después que los otros dos: Roger Machado y Yorelvis Charles emigraron» , dijo sonriente el aficionado, vendedor además de frijoles negros y colorados.
Y ahí mismo sobrevinieron preguntas y preguntas. ¿Por qué hay frijoles aquí a estos precios (entre 260 y 300) y las ofertas normadas o estatales no tienen? ¿cuánto les cuesta producir esos frijoles? Y así aprendíamos todos.
Entonces supimos una punta del icerberg. Que Acopio se demora en pagar (nunca menos de 4 meses y a veces ya no como frijoles de primera sino de segunda) y ellos necesitan dinero efectivo y sonante para pagarles semanalmente a quienes laboran en el campo. Por tanto deciden vender directo a quienes pasan por la carretera central y nada de bancarización, todo en papel moneda.
Y hablamos de las piñas, del ajo, de esos cultivos y otros en que los avilleños han sido siempre reyes a nivel de país. Volvía una y otra la canción de Tony Ávila. Sin desconocer que la opción privada hoy es casi la única existente, a ratos duele y mucho convertirnos en un gran timbiriche.
Seguimos CUBA ADENTRO.
POSDATA: Gracias a todos por felicitación este miércoles a propósito del Día Internacional del Periodista Deportivo. Agradecido de corazón.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.




