El Parlamento iraní (Asamblea Consultiva Islámica) pidió este domingo el cierre del estrecho de Ormuz, decisión que aún debe recibir la aprobación de otros órganos de Gobierno, entre ellos el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, que tiene la última palabra respecto al tema.
El pedido es una de las respuestas directas de Irán al bombardeo realizado el sábado por aviones de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán, con el fin de frenar el programa de desarrollo nuclear impulsado por el país persa en las últimas décadas.
Irán ha insistido en que ese programa tiene fines pacíficos, argumento ratificado por expertos de organismos internacionales. No obstante, Israel y su aliado EE. UU., así como algunos países europeos, aseguran, sin pruebas, que los iraníes buscan hacerse del arma nuclear.
Bajo ese argumento Israel atacó a Irán el pasado 13 de junio y desde entonces ambas naciones han estado en una guerra de misiles que ha expuesto las vulnerabilidades defensivas del mítico y costoso sistema israelí conocido como la Cúpula de Hierro, cuya misión de interceptar los cohetes iraníes en el aire es cada vez menos efectiva.
Ante ese panorama, el presidente Donald Trump ordenó el operativo militar del pasado 21 de junio, olvidando su promesa de que no se dejaría arrastrar a una guerra fuera del territorio estadounidense como hicieron sus predecesores.
Según ha trascendido a la prensa, EE.UU. realizó el ataque desde submarinos y también emplearon bombarderos B-2, desde los cuales lanzaron las famosas rompebúnkeres o penetradoras masivas de municiones (MOP) GBU-57A/B, la mayor bomba no nuclear del mundo. Se trata de un arma de 13 mil 600 kg de peso, de dominio absoluto estadounidense, y que solo pueden portar los aviones B-2.
Desde el inicio de esta escalada militar, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, había alertado sobre la riposta: «Los estadounidenses deben saber que cualquier intervención militar de Estados Unidos irá acompañada, sin duda, de daños irreparables», dijo.
Las bases militares de EE.UU. ubicadas en el Oriente Medio se hayan en máxima alerta, pero el primer golpe podría llegarles a través del acceso al combustible.
¿Qué importancia tiene Ormuz?
La única salida que tiene el golfo Pérsico hacia las rutas mundiales de navegación es el estrecho de Ormuz. Por allí exportan gran parte de su petróleo Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, los Emiratos Arabes Unidos y, parcialmente, el Sultanato de Omán.
La EIA (la Administración de Información Energética de Estados Unidos) advierte que «grandes volúmenes de petróleo fluyen por el estrecho y existen muy pocas alternativas para trasladar el crudo si se cierra».
Un informe reciente de esa entidad señala que a lo largo del primer trimestre de 2025 pasaron por el estrecho de Ormuz, diariamente, una media de 20,1 millones de barriles de petróleo, cerca del 20 % del consumo mundial global. La cifra del año 2024 fue muy parecida (20,3 millones de media).
El estrecho de Ormuz es una vía clave del acceso navegable que conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el mar Arábigo. En la costa norte se encuentra Irán, y en la costa sur, la península de Musandam, compartida por los Emiratos Árabes Unidos y la Gobernación de Musandam, un enclave de Omán.
El estrecho tiene una longitud aproximada de 90 millas náuticas (167 km), con una anchura que varía entre 52 millas náuticas (96 km) y 21 millas náuticas (39 km). En su punto más estrecho, la ruta solo tiene dos millas en ambas direcciones, lo que la hace congestionada y peligrosa.
Un tercio del gas natural licuado del mundo y más del 20 % del consumo mundial de petróleo pasan por ahí, eso lo convierte en un punto estratégico de gran importancia para el comercio internacional.
El estrecho es lo suficientemente profundo y ancho como para recibir a los petroleros más grandes del mundo. La Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA) lo describe como el «cuello de botella para el tránsito de petróleo más importante del mundo».
Expertos han alertado que el crudo Brent podría subir a unos 90 dólares por barril si se cierra el Estrecho de Ormuz, lo que impactaría aún más en la formación de precios en el mundo, afectados ya por la política de impuestos proteccionistas aplicada por Donald Trump.