Los primeros meses del año han sido ricos en materia beisbolera y boxística, sin olvidar el proceso de clasificación hacia los II Juegos Panamericanos de la Juventud, y por supuesto, los habituales buenos resultados de la lucha.

En medio de esa vorágine el voleibol de sala anunció la nómina que participará en la Liga de las Naciones masculina (VNL), la cual comenzará el 11 de junio en ciudades de Canadá, Brasil y China.
No es un secreto que en el pasado ciclo olímpico el ánimo se infló y de qué manera para nuestra afición. La selección nacional, blindada por algunos de los mejores jugadores que incursionan en varias de las más reconocidas ligas del mundo, aspiraba a incluirse entre las que animarían los Juegos Olímpicos de París 2024.
La historia es tristemente conocida: luego de batallar e incluso ilusionar se naufragó por costosas inestabilidades en su desempeño.
Algo que debe quedar claro otra vez, es que talento y deseos existen para tratar de asaltar el sueño de los cinco aros en el período que recién comienza, pero es necesario lograr una estabilidad y evolución en el juego que permitan asentar al equipo entre los más destacados del mundo.
Será un camino arduo en el que los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el 2026, los Juegos Panamericanos del 2027 y los Campeonatos Mundiales del 2025 y del 2027 servirán de termómetro competitivo y progreso.
No debemos olvidar que nuestro voleibol masculino goza de un pasado glorioso. Ahí están las preseas continentales y en lides del orbe, así como el título en una Copa del Mundo, los múltiples podios en las lejanas Ligas Mundiales e incluso una presea de bronce en unos Juegos Olímpicos.
A nivel doméstico a las principales autoridades de este deporte les apremia robustecer el trabajo en la base, potenciar dentro de lo posible los campeonatos nacionales y fortalecer la capacitación de su fuerza técnica.
Solo así se podría soñar con regresar a la élite y aspirar a volverse inquilino frecuente de buenos resultados.
Por cierto, en la venidera VNL Cuba, instalada en el lugar 12 del ranking planetario (249.34), jugará ante Estados Unidos, Eslovenia, Brasil y Ucrania. El pulso inicial será contra los sudamericanos el 12 de junio.
En cuanto a las muchachas el panorama se muestra triste y poco optimista. Es imprescindible estremecer sus cimientos, quizás recuperar algunos viejos y probados métodos de trabajo y realizar un proceso de captación a partir de figuras, que por diversas razones, incluidos el desánimo y las incomprensiones, pudieron haberse alejado de las filas de la selección nacional.

Aspirar a las conquistas de las generaciones pasadas se antoja quimérico; sin embargo, tratar de asentarnos con mesura, al menos a nivel regional y continental, podría ser el paso inicial para comenzar a soñar y demostrar que es posible recuperar algo del peso de la historia.
Mucho y necesario adeudo le queda al voleibol de sala cubano. Los próximos meses tal vez brinden señales de cómo se va. Ojalá lleguen luces de optimismo en esta otra larga marcha.