Los últimos 19 meses en Gaza han sido de espanto. No hay un sitio seguro en la Franja. Nada evita que cualquier espacio sea el blanco de un bombardeo. No se respetan señales de la Cruz Roja, campamentos de refugiados, hospitales, ni periodistas cumpliendo con su deber de informar. Nada ni nadie está a salvo.

Las acciones militares de Israel han dejado más de 53 mil muertos. Los heridos superan la cifra de los 120 mil. A esto se suma el impacto silencioso de la sistemática falta de alimentos y agua potable.
Desde que empezó la más reciente masacre contra el pueblo palestino, el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha mantenido un control cada vez más absoluto sobre la ayuda humanitaria que entra a Gaza y ha convertido el hambre en mensajera de la muerte.
Dos semanas después del inicio de la campaña militar (octubre/2023), la confederación de organizaciones no gubernamentales Oxfam informó de que solo se estaba distribuyendo alrededor del 2 % de la cantidad habitual de alimentos que antes recibían los residentes en el territorio. Sus expertos denunciaron desde entonces “el uso del hambre como arma de guerra”.
La estrategia no es nueva. Un informe de la ONU del 2022 reveló que el 65 % de la población de Gaza padecía inseguridad alimentaria, entendida como la falta de acceso regular a alimentos seguros y nutritivos en cantidad suficiente.
Desde el 2007, el bloqueo impuesto por Israel a Gaza, tolerado por varias naciones árabes, incluida la fronteriza de Egipto, estableció que todos los artículos destinados a la Franja, hasta los alimentos, estaban sujetos a inspección, retraso o denegación por parte de Israel.
“Se permitían alimentos básicos, pero debido a los retrasos en la frontera, podían echarse a perder antes de entrar en Gaza”, aseguró Yara M. Así, experta de la Universidad Central de la Florida, quien ha investigado y denunciado el tema en medios de comunicación internacionales.
“Como experta en salud pública palestina, otras personas y yo llevamos mucho tiempo advirtiendo de las consecuencias humanitarias potencialmente devastadoras de la respuesta militar de Israel a los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, dada la fragilidad preexistente de la Franja de Gaza y el historial de control de la ayuda humanitaria en el territorio por Israel. Muchas de las peores predicciones se han convertido ahora en realidad”, aseveró la profesora universitaria.
Con gran cinismo, un asesor del Gobierno sionista en el 2006 declaró que las restricciones a la importación de alimentos buscaban “poner a los palestinos a dieta, pero no matarlos de hambre”.
Por eso el Gobierno israelí encargó un estudio en el 2008 para precisar cuántas calorías necesita un palestino para evitar la malnutrición: “El informe se hizo público tras una batalla legal en el 2012. Esto resuena ahora en la decisión israelí de mayo de 2025 de permitir que solo llegue a Gaza ‘la cantidad básica de alimentos’ para, supuestamente, garantizar que ‘no se produzca una hambruna’”, recordó Yara M. Así.
La ayuda humanitaria no resultaría imprescindible si antes no hubieran arrasado con la capacidad palestina para producir sus propios alimentos. Una de las denuncias más frecuentes a los excesos israelíes provenían precisamente de los pescadores gazatíes, regularmente tiroteados por las lanchas de Tel Aviv que custodian el Mediterráneo. Las capturas de la plataforma son siempre menos abundantes y de peces más pequeños, lo cual explica que los ingresos medios de estos trabajadores se redujeran a menos de la mitad entre el 2017 y el 2023. Hoy, sencillamente, no existen.
La producción agropecuaria ha quedado prácticamente destruida o severamente dañada. Ello incluye tierras cultivables, huertos, invernaderos, pozos y sistemas de riego, así como instalaciones pecuarias y de procesamiento de alimentos. Estimados de organismos internacionales aseguran que casi el 75 % de las tierras de cultivo han sido destruidas, junto con una cantidad significativa de ganado.
El 12 de mayo la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, herramienta que ubica a las naciones en una escala mundial según la gravedad de la inseguridad alimentaria, advirtió que para septiembre de este año medio millón de personas en Gaza (una de cada cinco) sufrirán hambruna y toda la población estará ante una de las peores crisis alimentarias de su historia.
Frente a esto, la pregunta es ¿cómo existen gobiernos y personas que justifican tal genocidio tras el argumento de que Israel tiene derecho a defenderse?