
El nuevo orden económico que se perfila en el 2025 vuelve a poner a prueba la resiliencia de América Latina, según se desprende de los informes presentados por organismos internacionales que reconocen el impacto que tiene el proteccionismo comercial que impulsa EE. UU.
El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, ha rebajado las perspectivas de crecimiento mundial al 2,8 % para este año. Las previsiones para América Latina y el Caribe no son mejores: un 2 % en el 2025, por debajo del ya modesto 2,4 % del año precedente.
El texto Perspectivas Económicas Mundiales, presentado en abril pasado en Washington, advierte que la región se encuentra en una “posición delicada”, con presiones externas cada vez más intensas y escasa capacidad de respuesta fiscal y monetaria.
La fragmentación comercial y financiera agrava la situación de los países de la región y amenaza con ensanchar las ya amplias brechas sociales, a la vez que limita el margen de maniobra de los Gobiernos.
Los efectos de la incertidumbre global han llegado a muchos sectores, incluido el financiero. Varias monedas latinoamericanas se han depreciado frente al dólar, lo que ha encarecido las importaciones y elevado la presión que estos costos tienen sobre los precios internos.
El informe dedica un apartado a la relocalización industrial resultante de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Este conflicto ha reconfigurado las cadenas globales de valor y, según expertos, podría beneficiar a algunos países latinoamericanos que atraigan inversiones que antes iban a Asia.
Como en anteriores ediciones, los analistas del FMI insisten en la necesidad de hacer reformas estructurales en América Latina encaminadas a aumentar la productividad, invertir en educación, modernizar su tejido empresarial y adaptarse a la revolución tecnológica. Reconocen que la irrupción de la inteligencia artificial y la digitalización ofrecen oportunidades, pero también exigen políticas públicas inteligentes y visión estratégica.
El dilema del que no hablan el FMI ni casi ninguno de los organismos internacionales es cómo puede la región recuperarse de tantos decenios de neoliberalismo a pulso.