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La Historia me absolverá: hecho trascendental

 

 “A nosotros nos ha correspondido el privilegio o el derecho de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar.  A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante.”

Fidel Castro Ruz

Uno de los hechos trascendentales ocurridos durante el periodo de presidio político de Fidel y sus compañeros de lucha fue la primera publicación de La Historia me absolverá, realizada en condiciones de absoluta clandestinidad.

Al cumplir sus sentencias de siete meses de prisión, en el 1954, Haydée Santamaría y Melba Hernández se dieron a la tarea, por órdenes de Fidel, de reagrupar a los jóvenes de La Habana y Pinar del Río, que precisamente por falta de armas no habían podido participar en el asalto al cuartel Moncada.

 

 

Imagen: Cuenta en X de Roberto Morales Ojeda

 

En una oportunidad Fidel les señaló que era necesario llevar al ánimo de los luchadores que él estaba preparando un trabajo contentivo del programa orientador del movimiento que se gestaba; ese trabajo era precisamente la reconstrucción del alegato de autodefensa pronunciado en el juicio.

Y comenzó así la tarea: Fidel fue reconstruyendo poco a poco, primero en pequeños trozos de papel que eran introducidos en el doble fondo de las antiguas cajas de fósforos y pasados en los días de visita.

Sin embargo, aquel procedimiento, consistente en que Fidel escribiera cartas de saludo, sin ninguna expresión o criterio político, a distintas personas de confianza. Aunque aparentemente las mismas sólo eran de saludo, entre líneas escribía párrafos de La Historia me absolverá con zumo de limón, ya que esta sustancia al secarse no dejaba huellas.

Más tarde, un grupo de compañeros visitaba a las personas que recibían las cartas y se las pedían: por último, Haydée Santamaría, Melba Hernández y Lidia Castro planchaban los papeles, de manera que, producto del calor, los trazos plasmados con zumo de limón se ennegrecieran y dejaran a la vista los párrafos del documento. Así lentamente logró trasladarse del presidio a la calle La Historia me absolverá.

Un día recibieron orientaciones sobre cómo debía ser la edición, Fidel les orientó las características del formato, la cantidad de ejemplares a tirar, cien mil, y la forma en que se haría la distribución.

La tarea de imprimir la obra fue ardua, pues todo era necesario hacerlo clandestinamente y se contaba para ello con poco dinero. Solo pudieron recaudar fondos para tirar 20 000 ejemplares en una pequeña imprenta.

Con los ejemplares impresos hacia junio de 1954, se llevó a cabo la fase final, consistente en la distribución del documento, operación en la que desempeñaron un rol fundamental los hermanos Gustavo y Ángel (Machaco) Ameijeiras y Humberto Grillo.

Fidel había señalado que la distribución era necesario hacerla por provincia, y por ser el oriente el lugar donde se produjeron los hechos del 26 de Julio, esta recibiría mayor cantidad, pues era importante que, hasta el último habitante de esta área, conociera la verdad de lo sucedido.

Sacar de la imprenta los enormes paquetes de ejemplares fue un golpe audaz que los hermanos Ameijeiras cumplieron con precisión meridiana.

Pocos minutos de partir el camión con su preciosa carga, la imprenta fue registrada por fuerzas policiales, que habían recibido una confidencia sobre la tirada del documento en aquel lugar. Los agentes represivos no pudieron encontrar ni un solo ejemplar.

Un nuevo problema se presentó al no tener más fondos: ¿Cómo llevar a las provincias los ejemplares?

En una reunión clandestina, los hermanos Ameijeiras quedaron comprometidos con la encomienda, contando solo con una máquina y cinco pesos para la gasolina. Gustavo explicó que por el camino ellos irían resolviendo los problemas que se presentaran.

Más tarde se conoció que cuando Gustavo y Machaco llegaban a algún pueblo donde tenían familiares o personas vinculadas al movimiento revolucionario, se acercaban a ellos pedían algunos pesos para el combustible, comían poco y dormían en el propio vehículo para burlar a los esbirros y confidentes.

De esa forma los hermanos Ameijeiras distribuyeron por toda la isla la primera edición de La Historia me absolverá, que llegó a manos del pueblo y sirvió para desenmascarar una vez más a la tiranía y divulgar el programa político del nuevo movimiento revolucionario.

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