Roberto Chile se paró frente a la foto de Fidel casi como mismo lo hizo hace 20 años, cuando la tomó en la Plaza de la Revolución José Martí. Solo que esta vez no tenía la cámara fotográfica en sus manos, y delante de él estaba una gigantografía con aquella imagen, que desde este 29 de abril cubre parte del tercer piso del edificio de la Central de Trabajadores de Cuba.
La iniciativa de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir) junto a los sindicatos de Comercio y Administración Pública convocó a varios trabajadores para la ocasión, sobre todo a jóvenes aniristas, quienes pudieron escuchar, desde la emoción y la exclusividad, las vivencias de un hombre que tuvo la oportunidad de trabajar al lado del Líder Histórico de la Revolución por más de 25 años, pero nunca ha perdido la sencillez de atrapar la historia más genuina en videos o fotos.
Con especial humildad Chile recibió, junto al trovador Raúl Torres, un reconocimiento no esperado: la réplica del carné de la Anir que fue entregada a Fidel en 1982. “Esto estará en la sala de mi casa”, dijo conmocionado por la sorpresa. Y acto seguido le confesó al periodista que precisamente la noche anterior había soñado con una de esas coberturas en que salía a provincia para testimoniar el andar verde olivo del mismo hombre que le inspirara la foto titulada Eterno Baraguá, que delante de nuestras pupilas nos llamaba al combate, a no rendirnos, a seguir en la izquierda.
Y de momento la canción más emblemática que nos recuerda a Fidel se apoderó de todos. Cabalgamos los agradecidos y Chile miraba una y otra vez la gigantografía, cual heredero vital de un instante histórico e irrepetible. Su esposa, que lo conoce más que nadie, nos confesó bien bajito: “Le han tocado las fibras…”. Minutos más tarde ambos artistas firmaron postales con la instantánea y accedieron a compartir con delegaciones visitantes que se habían sumado a un mediodía diferente.
Horas más tarde, uno de los ocho jóvenes que recibió una serigrafía con la foto de Chile, escribió en sus redes sociales: “Salí lleno de emociones, con una renovada sensación de compromiso hacia mis propias convicciones. La energía que emanó de las historias de Chile y de la música de Raúl Torres atrapó mi alma, dejándome la certeza de que este tipo de encuentros son esenciales. Nos recuerdan la importancia de la memoria colectiva y nos inspiran a seguir adelante en nuestras propias luchas”.
Sin embargo, cuando ya todos se habían ido y acompañaba a Chile y a su esposa al ascensor, un detalle marcó la despedida. Me pidió pararse de nuevo frente a la foto. Y sentí que conversaba una vez más con su Líder, con el Comandante, con el Fidel de todos.