“Groenlandia: no está a la venta”

“Groenlandia: no está a la venta”

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Nunca antes Groenlandia había ocupado tantos titulares a nivel internacional como tras las declaraciones de Donald Trump. El nuevo inquilino de la Casa Blanca llegó al segundo mandato desengavetando viejos anhelos.

 

Groenlandia es una de las principales ambiciones de Trump. Foto: RT

 

En los últimos meses, el magnate estadounidense ha expresado ambiciones expansionistas: que EE. UU. retome el control del canal de Panamá; que el vecino del norte (Canadá) se convierta en el estado número 51 de su país, y cambiar el nombre de Golfo de México por ‘‘Golfo de América’’ como signo de posesión. Ninguna parece tan codiciada como Groenlandia.

Durante la presidencia anterior (2017-2021), Trump hizo público (por primera vez) el interés por la mayor isla del mundo. “Sería un gran negocio inmobiliario”, dijo en 2019. Sin embargo, adquirir la isla no figuraba entre sus prioridades de entonces.

El interés por la isla ártica se ha reavivado a medida que el deshielo provocado por el cambio climático ha aumentado las expectativas de nuevas rutas para la navegación y un mayor acceso a las materias primas estratégicas que ese territorio alberga.

Uno de los capítulos más recientes de la obsesión de Trump lo vimos durante su primer día como jefe de la Casa Blanca al asegurar que Dinamarca vendería la isla porque “les cuesta mucho dinero”.

El líder republicano ha conseguido que los políticos de Dinamarca y Groenlandia tomen en serio sus comentarios, sobre todo al calificar el asunto como esencial para la “seguridad nacional” de EE. UU. y que no descarta el uso de la fuerza, económica o castrense. Esto impulsó al gobierno danés a incrementar el gasto militar en su posesión por un monto de mil 500 millones de dólares.

Las declaraciones expansionistas de Donald Trump fueron rechazadas. El premier groenlandés Múte Egede llamó a “romper los grilletes del colonialismo” y afirmó que “no queremos ser daneses, no queremos ser estadounidenses. Queremos ser groenlandeses”. A la par, la primera ministra danesa Mette Frederiksen respondió: ‘‘Groenlandia no está a la venta’’.

 

El presidente de EE. UU. Donald Trump y la primera ministra de Dinamarca Mette Frederiksen durante una reunión por el 70 aniversario de la OTAN efectuada en Reino Unido el 4 de diciembre del 2019. Foto : Legion Media

 

El canciller alemán Olaf Scholz, sin mencionar directamente a Trump, aseguró que ‘‘las fronteras no deben moverse por la fuerza’; asimismo Antony Blinken, secretario de Estado durante el Gobierno de Joe Biden, dijo que la idea es “obviamente una que no va a suceder”.

 

¿Elecciones anticipadas en 2025?

A todo este convulso panorama que vive Groenlandia se suma ahora la crisis política interna. Recientemente el primer ministro, Múte Egede informó que se celebrarán elecciones generales anticipadas el próximo 11 de marzo.

La isla tiene derecho a hacer un referéndum e independizarse cuando lo desee. De acuerdo con los planes del actual socio de la coalición del Gobierno (Siumut), pronto podría llevarse a cabo dicho proceso para votar sobre la independencia respecto a Dinamarca.

 

Mapa de EE. UU., Groenlandia, Dinamarca y Rusia. Foto: El País

 

“Cuento con que vaya a celebrarse en la próxima legislatura (2025- 2029). Queremos descolonizarnos. Pero tiene que ser con una base firme para que la población no tenga dudas de las consecuencias’’, aseguró el presidente de Siumut, Erik Jensen.

Según analistas, una de las principales causas por la que los groenlandeses no se han independizado de Dinamarca es el alto nivel de vida que existe en la isla. Anualmente, Groenlandia recibe de Dinamarca una subvención de 4 mil 300 millones de coronas (580 millones de euros) en virtud de su actual estatus. Esto podría cambiar en caso de aprobarse la independencia.

‘‘De acuerdo con una encuesta reciente del diario danés Berlingske y el groenlandés Sermitsiaq, el 56 % de la población de Groenlandia (56 mil en toda la isla) estaría a favor de la independencia, mientras que un 28 % votaría en contra. No obstante, el 45 % la rechaza si ello supone un descenso en el nivel de vida’’, refiere el diario As.

¿Hay novedad en la ambición de EE. UU.?

La situación geoestratégica de Groenlandia explica las ambiciones de EE. UU. desde hace más de un siglo. El primer intento de comprarla data de 1867 y lo hizo William Seward, secretario de Estado del entonces presidente Abraham Lincoln, quien acababa de comprar Alaska a Rusia por 7 mil 200 millones de dólares y empezó a considerar a Groenlandia e Islandia como posibles territorios estadounidenses.

El intento de Seward fracasó, pero el interés persistió. En 1910, el embajador estadounidense Maurice Egan presentó un plan de intercambio: EE. UU. cedería tierras en Filipinas a cambio de Groenlandia y las Indias Occidentales danesas. Los daneses, a su vez, intercambiarían tierras con Alemania. Esos esfuerzos también fracasaron.

 

Mapa de yacimientos valiosos en Groenlandia. Foto: Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia

 

Tras la invasión de Alemania a Dinamarca, en 1940, EE. UU. entró en Groenlandia para evitar la expansión del nazismo hacia la isla.
En abril de 1941 firmó un acuerdo de “Defensa de Groenlandia” que concedía a EE. UU. el derecho a construir bases militares en la isla. Desde entonces Washington mantiene unidades de sistema antimisiles (alerta temprana) y la Base Espacial Pituffik, antes conocida como la Base Aérea Thule.

El fin de la II Guerra Mundial no significó la retirada de las tropas estadounidenses: “Se consideraba tan importante para la seguridad de EE. UU. que nos atrincheramos un poco”, afirmó el diplomático estadounidense retirado Brent Hardt, quien ahora trabaja en el German Marshall Fund of the United States, institución impulsora del Plan Marshall en el mundo.

Otro de los intentos ocurrió durante la administración del demócrata Harry Truman (1945-1953), cuando propuso pagar a Dinamarca 100 millones de dólares en oro por la isla. La propuesta se manejó de manera encubierta y no llegó a nada.

¿Por qué tanto interés?

Groenlandia pertenece al Reino de Dinamarca. Está situada entre los océanos Atlántico y Glacial Ártico. Tiene 2 millones 166 mil 086 kilómetros cuadrados de extensión y más del 80 % está cubierto de hielo todo el año, lo que lo convierte en el glaciar más grande del mundo.

Nuuk es la capital y mayor área urbana de la isla. Gran parte de la población es indígena, de ascendencia diversa, básicamente inuit, también conocidos como “esquimales”.

 

Groenlandia es la isla más grande del mundo. Foto: Secret Atlas.jpg

 

En 1953, Groenlandia dejó de ser colonia danesa y se convirtió en un condado del Reino de Dinamarca. En 1979, obtuvo autonomía asamblearia, con Gobierno y Parlamento propios. En noviembre de 2008, el órgano legislativo amplió su estatuto de autonomía y desde entonces tiene mayor control sobre sus recursos económicos y naturales, sobre todo petrolíferos y mineros.

Un estudio realizado en 2023 por el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS) reveló que 25 de los 34 minerales considerados “materias primas críticas” por la Comisión Europea se encuentran en la fría isla. Entre ellos figuran el oro, el níquel, el uranio, el zinc, el cobre y las llamadas tierras raras, calificadas por Trump, durante su primer mandato, como materiales
fundamentales para la seguridad nacional estadounidense.

La extracción de petróleo y gas natural está prohibida en Groenlandia por motivos medioambientales. El desarrollo del sector minero también se ha visto frenado por la resistencia de los pueblos indígenas.

¿Tierras raras?

China es la nación que lidera el mercado de la minería mundial, incluido el procesamiento de las llamadas tierras raras.

‘‘Los chinos son responsables de alrededor de un tercio de las reservas conocidas, del 60 % de la extracción y del 85 % del procesamiento de estos productos. Sin embargo, el dominio chino sobre el mercado alcanzó ya el 95 % en 2010, lo que dio a Pekín un poder significativo sobre las cadenas de producción centrales en Europa y EE. UU.”, relata la BBC Mundo.

 

Más del 80 % de la superficie de Groenlandia está cubierta de hielo. Foto BBC webp

 

Los recursos naturales, hoy en día esenciales para la transición energética y la innovación tecnológica, son protagonistas de las principales disputas entre las grandes potencias del mundo. La fijación de Donald Trump, el primer presidente convicto en la historia de EE. UU., puede ser un indicador de hasta dónde llega su interés y qué limites puede rebasar por hacerse con el control de la isla.

Parecería que había quedado atrás el mundo donde las grandes potencias se repartían territorios sin atender más que sus intereses, Trump ha probado que no es así.

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