Pedro Rey Fernández Domínguez es un ingeniero mecánico que ejerció esa profesión por solo nueve años, mientras permaneció en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Hoy apenas rebasa los 52 “abriles” y prácticamente ha olvidado el ABC de la ingeniería, pero es muy diestro en su actual oficio, pues lleva más de 17 como chofer en la Empresa Nacional de Transporte del Comercio, una entidad habanera que se ufana del esfuerzo y sentido de pertenencia de sus trabajadores.

Llegó tras licenciarse de las FAR y aprobar una convocatoria para emplearse como camionero. “No es fanfarria, es un orgullo haber seguido los pasos de mi papá, que se desempeñó por años en la guía de un camión de volteo. Aprendí a manejar sobre las piernas de mi padre”, dice satisfecho.
“Nunca he tenido accidentes. Sí, he tumbado algún cable o una mata; pero esas son cosas normales con unos equipos tan grandes como estos”, argumenta.
Experiencia y juventud
Para la entrevista pedí en la entidad dos buenos representantes del quehacer laboral del sector del Comercio. Entre sus más de 100 camioneros la apuesta fue por Pedro Rey y Justo Luis y no pudo ser mejor.
El primero es un chofer perteneciente a la unidad empresarial de base (UEB) Camilo Cienfuegos, una de las tres que integran la empresa y dedicada a llevar mercadería diversa a cualquier rincón del país, donde se incluyen donaciones, ropa reciclada (en otros momentos), materiales de la construcción, etc. “Cuando hay necesidad, como por estos días, nos incorporamos al traslado de la canasta familiar”, nos dijo Rey.

Por su parte, Justo es más joven, aunque ya un experimentado chofer, de la UEB Elpidio Berovides, con la tarea principal de trasladar productos alimenticios desde empresas mayoristas de La Habana hasta las bodegas. Es de los que tantas veces, sin disfrutar siquiera su día feriado, garantizan que lleguen los productos normados a la mesa del cubano.
“No es fácil andar horas y horas en la carretera, con duras inclemencias del tiempo, en la montaña, por caminos difíciles… en fin, como sea. Siempre con el camión cargado, tanto en la ida como en la vuelta, a pesar de que en los itinerarios muchas cosas pueden suceder, incluidos asaltos y otros problemas”, explica.
Disfrutan su equipo, pero no gustan de sacar mercancías del puerto. Para ellos, eso es lo más agobiante. “Es muy complicada y demorada esa tarea, porque son no pocas trabas y demasiada la papelería. En ocasiones uno llega con su camión a las seis de la mañana y sale a las seis de la tarde, o al otro día, sin merendar ni almorzar”.
“Mire —subraya Justo—, en cualquier contingencia, grande o pequeña, somos los máximos responsables de la mercancía. El nombre que va escrito en las facturas es el del chofer, y aunque en la cama del camión van los tripulantes encargados de la carga y descarga, los choferes somos los representantes de lo que trasladan”.
Los apasiona el tema del salario. “En eso sí estamos bien”, aseguran. Cobramos más de 16 mil pesos cada mes.
“Tenemos un sistema de pago a destajo, y eso es muy bueno, porque el monto salarial depende de nosotros. Si trabajamos y cumplimos ganamos buen salario. Por el contrario, en enero el déficit de combustible y de aceite conspiró contra ello pues los camiones muchas veces no pudieron salir”.
Justo parece menos locuaz. Tiene 39 años y a decir verdad, ya es veterano en el sector del comercio. “Soy de Pinar del Río, donde trabajé en Almacenes Universales. También soy chapista y mecánico. Aquí llevo siete años”.
Su vida sindical es limitada, pues su trabajo es sobre el camión, ya sea en la mecánica, en la carretera. “Cargamos en los almacenes y partimos de inmediato a la distribución. De todos modos, el sindicato organiza sus actividades y participamos según las posibilidades”.
Justo maneja un KAMAZ ruso para 26,5 toneladas (t) y Pedro Rey un camión chino marca Norbenz, capaz de transportar 25 t. Uno y otro tienen el mismo criterio respecto al cuidado de su equipo. “El camión lo es todo para nosotros. Somos sus mecánicos y los únicos que lo manejamos. No lo ponemos en manos de nadie. Es nuestra garantía y somos intransigentes”.