En el podio del tiempo

En el podio del tiempo

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Algunos recuerdos son un gancho al mentón de la vida. Tienen la fuerza de la mejor pegada. Por eso lanzaré, como carbón al fuego de la polémica, una idea que defiendo, pero que sé podría generar un encendido debate.

 

 

Estimo que luego de Mijaín López como el deportista más grande de Cuba en el siglo XXI, está el boxeador Mario Kindelán.

Imagino la reacción de muchos. Por esoante los acelerones apasionados del tiempo actual y los desfases de mentalidad generacionales, se impone respirar profundo y escucharme, perdón, quiero decir leerme.

Reconozco que existen otros ejemplos (Guillermo Rigondeaux, Robeisy Ramírez, Arlen López, Julio César La Cruz, incluidas mujeres en otros deportes) capaces de dinamitar mi propuesta, mas mi elección no solo se sustenta en sus dos coronas olímpicas, varios títulos mundiales y otros premios de mucho lustre, sino en esa fascinación y huellas que acuñó en cientos de memorias.

La originalidad y maestría de Kindelán son cosas del pasado, pues en la actualidad, con menos calidad, es fácil caer en las fauces del cómodo halago.

Cada vez que subía a ring su brillantez expositiva y la belleza casi literaria que imponía, invitaba al espectador a respirar confiado. Era casi un misterio visible, alguien de quien podíamos decir mucho, sin llegar a estar seguros de describir su casi infalible estilo.

¡Espectacular contradicción! ¿Verdad? He ahí otra muestra de su jerarquía, esa que a veces no destacaba a la vista del aficionado común.

Si los años suelen acomodar el estilo de los que eligen escudarse en lo esencial y efectivo, siempre que les conduzca al triunfo, con él resultó diferente.

Optimizó su estética sobre el ring, afiló mejor sus armas, incorporó “veneno” a sus combinaciones y firmó actuaciones, que cuando las revisitamos (por favor busque por YouTube peleas suyas) siguen devolviéndonos a un boxeo, ya moribundo en Cuba, que se degustaba con el mayor de los placeres.

Definitivamente era una máquina de ganar. Diseñada, construida y aceitada por maestros de hambre competitiva infinita. Tan formidable fue su trazo que incluso grandes pugilistas, antes de dejar huellas en el profesionalismo, apelaron a los mejores manuales de supervivencia y aun así cedieron ante su embrujo. Tiempo después ellos han reconocido su grandeza…

No intentaré convencerle. Anclaré mi opinión sin temores ¡Sí, como escucha! Luego de Mijaín López es Mario Kindelán el deportista más influyente en nuestro país en el siglo XXI.

Solo reto a la memoria y ante ese complicado combate, que son los recuerdos, el suyo emerge como un poderoso gancho al mentón.

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