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Yumilka Ruiz ahora remata ¡ciencia!

Alcanzar la categoría de leyenda de­portiva en Cuba requiere de mucho esfuerzo y responsabilidad. Algo con lo que ha sabido convivir Yumilka Ruiz, una de esas mujeres que en­cumbró el voleibol femenino a las más altas cúspides de la historia.

 

Foto: Daniel Martínez

Actualmente ella enfrenta otro reto. Le adelanto que a lo mejor no se lo cree, pero le anticipo que aho­ra remata ¡ciencia!

“Soy Doctora en Ciencias —apun­ta sonriente en uno de los sofás del Centro de Investigaciones del De­porte Cubano— la idea me la dio la desgraciadamente fallecida Raisa O’Farril. Junto con Norka Latam­blé asumimos una maestría, reali­zamos las pruebas y luego de dos años cumplimos ese sueño.

“Durante ese proceso nos es­taba tutoreando el doctor Gilberto Herrera, quien nos aconsejó conti­nuar estudiando. Con su ayuda pre­sentamos el tema de la formación doctoral y luego de ser aprobado, estuve cinco años hasta concluirlo”.

Aclara que el proceso académi­co fue más riguroso que su brillan­te carrera deportiva, pero ha vali­do la pena el esfuerzo.

“Tengo mucho que agradecer a mis profesores. Me guiaron super­bién y sin regalarme nada. A algu­nos los tenía como personas muy serias y lejanas, mas me equivoqué, fueron maravillosos”.

Otros retos asume el Inder. Apo­yarse en personal calificado es vital si se aspira a metas ambiciosas.

“Hay nuevos caminos. Es una gran oportunidad que se me ha dado. Aportar a novedosos progra­mas y proyectos, y desde el aspecto científico, es excelente y necesario. Poder apoyar y aplicar lo estudia­do al organismo que me brindó la posibilidad de ser deportista y dar triunfos al pueblo es incalculable.

“Hoy la tecnología y la ciencia juegan un rol fundamental en el desarrollo del atleta; y los profe­sores y los entrenadores nuestros tienen la capacidad para influir en los resultados.

“El país está invirtiendo y apo­yando procesos en los cuales la ciencia y el desarrollo científico son imprescindibles. Implicarnos en ellos brinda beneficios, incluso no tienen que ver con los que realiza el Instituto de Medicina Deportiva”.

Yumilka habla de la necesidad de que más personas se sumen a la labor científica en el Inder. In­cluso aclara que su formación doc­toral le permite incursionar en la psicometría, la bioimpedancia y la neurociencia, todas vinculadas a la mejoría del rendimiento deportivo.

Una pregunta casi obligada la sorprende y le hace disparar una amplia y dulce sonrisa.

“Ser parte de la historia del de­porte cubano es maravilloso. Tuvi­mos una oportunidad de oro. For­mamos un grupo que se hizo leyenda y le regaló al pueblo muchas haza­ñas. Todavía la gente en la calle me quiere, me cuida, me respeta. Lo que hicimos nadie nos lo puede quitar.

“Las transformaciones que está realizando el país y por supuesto el organismo, nos está llevando a cambiar para bien —apunta—. Los contratos y convenios que se fir­man son positivos. La vinculación entre el sector privado y el estatal nos puede ayudar mutuamente. Los ejemplos están ahí. Listos para mejorarse y ampliarse.

“La idea no es solo que nues­tros servicios mejoren y potencien al organismo, sino que le aporten también capital al Centro de Inves­tigaciones del Deporte Cubano.

“Debemos insertarnos más en el mundo. Incrementar los servicios. El deporte es una de nuestras conquistas sociales y no debemos dejarla caer”.

Yumilka Ruiz se ajusta la bata. Esta vez sonríe para la foto. Tan alta y esbelta como es, camina con seguridad hacia la salida de su nuevo “campo de batalla”.

Se despide con un beso y esa naturalidad que brilla y enamora.

“Gracias por pensar en mí”, dice y alza el brazo derecho como cuando remataba victorias.

A usted, campeona, por la oportunidad, le respondo. Perdón, doctora, agrego, y nuevamente la sonrisa amplia y sincera se apode­ra de su rostro.

¡Qué buena nueva para el mo­vimiento deportivo nacional!

Contar con otra mujer leyen­da, que esta vez no remata balones sino ciencia.

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