Alcanzar la categoría de leyenda deportiva en Cuba requiere de mucho esfuerzo y responsabilidad. Algo con lo que ha sabido convivir Yumilka Ruiz, una de esas mujeres que encumbró el voleibol femenino a las más altas cúspides de la historia.
Actualmente ella enfrenta otro reto. Le adelanto que a lo mejor no se lo cree, pero le anticipo que ahora remata ¡ciencia!
“Soy Doctora en Ciencias —apunta sonriente en uno de los sofás del Centro de Investigaciones del Deporte Cubano— la idea me la dio la desgraciadamente fallecida Raisa O’Farril. Junto con Norka Latamblé asumimos una maestría, realizamos las pruebas y luego de dos años cumplimos ese sueño.
“Durante ese proceso nos estaba tutoreando el doctor Gilberto Herrera, quien nos aconsejó continuar estudiando. Con su ayuda presentamos el tema de la formación doctoral y luego de ser aprobado, estuve cinco años hasta concluirlo”.
Aclara que el proceso académico fue más riguroso que su brillante carrera deportiva, pero ha valido la pena el esfuerzo.
“Tengo mucho que agradecer a mis profesores. Me guiaron superbién y sin regalarme nada. A algunos los tenía como personas muy serias y lejanas, mas me equivoqué, fueron maravillosos”.
Otros retos asume el Inder. Apoyarse en personal calificado es vital si se aspira a metas ambiciosas.
“Hay nuevos caminos. Es una gran oportunidad que se me ha dado. Aportar a novedosos programas y proyectos, y desde el aspecto científico, es excelente y necesario. Poder apoyar y aplicar lo estudiado al organismo que me brindó la posibilidad de ser deportista y dar triunfos al pueblo es incalculable.
“Hoy la tecnología y la ciencia juegan un rol fundamental en el desarrollo del atleta; y los profesores y los entrenadores nuestros tienen la capacidad para influir en los resultados.
“El país está invirtiendo y apoyando procesos en los cuales la ciencia y el desarrollo científico son imprescindibles. Implicarnos en ellos brinda beneficios, incluso no tienen que ver con los que realiza el Instituto de Medicina Deportiva”.
Yumilka habla de la necesidad de que más personas se sumen a la labor científica en el Inder. Incluso aclara que su formación doctoral le permite incursionar en la psicometría, la bioimpedancia y la neurociencia, todas vinculadas a la mejoría del rendimiento deportivo.
Una pregunta casi obligada la sorprende y le hace disparar una amplia y dulce sonrisa.
“Ser parte de la historia del deporte cubano es maravilloso. Tuvimos una oportunidad de oro. Formamos un grupo que se hizo leyenda y le regaló al pueblo muchas hazañas. Todavía la gente en la calle me quiere, me cuida, me respeta. Lo que hicimos nadie nos lo puede quitar.
“Las transformaciones que está realizando el país y por supuesto el organismo, nos está llevando a cambiar para bien —apunta—. Los contratos y convenios que se firman son positivos. La vinculación entre el sector privado y el estatal nos puede ayudar mutuamente. Los ejemplos están ahí. Listos para mejorarse y ampliarse.
“La idea no es solo que nuestros servicios mejoren y potencien al organismo, sino que le aporten también capital al Centro de Investigaciones del Deporte Cubano.
“Debemos insertarnos más en el mundo. Incrementar los servicios. El deporte es una de nuestras conquistas sociales y no debemos dejarla caer”.
Yumilka Ruiz se ajusta la bata. Esta vez sonríe para la foto. Tan alta y esbelta como es, camina con seguridad hacia la salida de su nuevo “campo de batalla”.
Se despide con un beso y esa naturalidad que brilla y enamora.
“Gracias por pensar en mí”, dice y alza el brazo derecho como cuando remataba victorias.
A usted, campeona, por la oportunidad, le respondo. Perdón, doctora, agrego, y nuevamente la sonrisa amplia y sincera se apodera de su rostro.
¡Qué buena nueva para el movimiento deportivo nacional!
Contar con otra mujer leyenda, que esta vez no remata balones sino ciencia.